Revista Argentina de Humanidades y Ciencias Sociales
ISSN 1669-1555
Volumen 4, nº 1 (2006)

Reflexiones sobre la producción de tesis
Las tres “P”: política, prácticas y paradigmas


por Diego Gabriel Lingeri

Licenciando en Comunicación Social con orientación en comunicación institucional por la Universidad del Centro de la Provincia de Buenos Aires (UNICEN). Facultad de Ciencias Sociales, Olavarría (provincia de Buenos Aires)
diegolingeri@yahoo.com.ar

 
Resumen

La producción de tesis acarrea toda una serie de consideraciones políticas. Desde luego, esa trama política se encuentra en las proximidades de la elaboración: en las elecciones, decisiones y objetivos que edifican el suelo de sus argumentos y enunciados. Las prácticas y el paradigma elegido configuran la política de una tesis. De allí que el topos político descanse en una ética de elaboración: ética que se resuelve en los contextos de producción de cienticidad, que se manifiesta desde el momento o instancia de descubrimiento.
Ese conjunto de prácticas, ese paradigma en acto, atraviesan la elaboración de una tesis (junto al contexto de descubrimiento) para la afirmación de su accionar político.


Palabras clave
Contexto de descubrimiento, Paradigma, Política, Prácticas, Tesis.

 
Title
Reflections about thesis production. The three “P”: Politics, practice and paradigm
 
Abstract

Thesis production carries on a series of political considerations. Of course, that political plot is next to elaboration proximities: the choices, decisions and objectives that build the ground of its arguments and enunciates. The practices and the chosen paradigm shape a thesis politics and its political ground. So, the political topos lies on an elaboration ethics, which finds itself in the context of scientific production, appeared since discovery moment. Discovery context and scientific production stand together during the whole process of thesis production.
That practices collection, that paradigm performance, comes through thesis elaboration (with the discovery context) to stand its political actions.

 
Key words

Discovery context, Paradigm, Politics, Practices, Thesis

 

La enorme fuerza
que tiene la ciencia
queda oculta al mundo
pero el que no piensa
que le es brindada
la obtiene de balde

J. W. von Göethe, Fausto


Introducción

Inicios, sobre el pretérito de los comienzos

Dos cosas pertenecen al altorrelieve de importancia que se figura en este documento: por un lado se encuentra la noción de política como una “práctica cotidiana”, un quehacer, más que nada, resuelto en las inmediaciones y cercanías de lo presente (como presencia y/o posibilidad) y, por otro lado, la instancia de producción de una tesis o proyecto de investigación integral de grado –la denominación no es específica, sino que intenta dar cuenta de aquellos trabajos finales que escapan o se reflejan muy poco en la formalización que conlleva una tesina.  Dicho esto, para que exista algo denominado altorrelieve debe haber, en la misma representación, un bajorrelieve que se contraste con el primero para que, la mismísima representación, cobre forma. Y, en esta “representación” –o documento- el bajorrelieve está constituido por un topos de normalización: lo que Thomas Kuhn denominó paradigmas; eje articulador de un mundo de configuraciones y códigos para la investigación científica, si es que Kuhn nos permite la abstracción.

Entonces, la representación se encuentra, al menos, representada y empieza a hacerse visible la relación entre los relieves para comprender el concepto de la misma, pero aún así hay algo que se escapa: ¿qué tipo de representación?, ¿dónde?, ¿cómo?, ¿quiénes?, etc.

Sin más metáforas, demos cara al eje de problematización. En la producción de una tesina o tesis se articulan tres ejes clave para la consecución de la misma: el constructo denominado “3P” (política, prácticas y paradigmas) que, de acuerdo a lo que venimos afirmando, forman parte de la instancia o contexto denominado “descubrimiento”.

“En el contexto de descubrimiento se discute lo que concierne al carácter histórico, práctico o psicosociológico de la producción de conocimiento. […] El contexto de justificación comprende todas las cuestiones relativas a la validación del conocimiento que se ha producido” (1).

Este contexto, descartado de la validación científica, extiende su riqueza por todo el proceso de investigación –de una tesis o cualquier proyecto- y operacionaliza y define los tiempos, momentos y acciones que el tesista involucra en su investigación. ¡A no malinterpretar!... el descubrimiento no es el ojo que todo lo ve, sino el cuerpo que todo lo experimenta.

Desde aquí, entonces, abogaremos por entender al contexto de descubrimiento como una ola de choque al conjunto de instancias, procedimientos y técnicas que surca la completud de una tesis. Corriente que se encuentra en la superficie de las prácticas que el tesista lleva a cabo, sostenidas por una manera precisa de hacer política (en y con esas prácticas) en un marco institucional establecido –política, prácticas y paradigmas. Es así como esos momentos se prefiguran al instante, en la flagrante emergencia de las “3P”. Un descubrimiento, por ende, está demasiado lejos de la aparición de un fantasma revelador o del intenso resplandor del sol es, más bien, el despliegue de lo acontecido.
 
Política y prácticas

El sentido que se le dará aquí a la política se relaciona fuertemente con la noción de prácticas o, mejor dicho, con las prácticas reales que, en nuestro caso, el tesista lleva a cabo. Es por ello, que pensaremos la política en su localidad, algo así como el “gentilicio” de la política; una manera (que incluye operaciones, movimientos, actuaciones, técnicas) de hacer esa política.

En el siglo IV antes de Cristo Platón escribe lo que los latinos denominaron “La República”. Nada más lejos que el sentido que Platón quiso darle a su obra: en realidad el título original es Politeia y significa, nada menos, que algo así como “cómo gobernar” o “cómo hacer política”. El momento histórico de la aparición de “La República” se inscribe en la debacle de la polis ateniense, tras las guerras del peloponeso, y, por ende, la decadencia de la organización estatal. Entonces, Platón, ante la debacle de su Atenas escribe este diálogo sobre cómo organizar el estado ateniense sobre nociones como justicia, el bien público, la ética y el saber o ciencia.

La referencia a Platón y su Politeia, no tiene que ver con los contenidos de sus conceptos, ni mucho menos con sus ideas políticas, sino todo lo contrario: Platón argumenta en su obra que para hacer un Estado eficiente deben ser modificadas las prácticas de sus habitantes.

Platón es el primero que se da cuenta que las prácticas de sus ciudadanos configuran la política de su Estado. Esto es lo que realmente nos importa sobre las concepciones políticas que maneja Platón, más allá de su uso y conceptuación: no nos interesa su aristocratismo y formalismo, sino más bien la idea de que determinadas formas de Estado son construidas por las prácticas de sus ciudadanos.

Veamos, pues, siguiendo este razonamiento, cuáles son los fundamentos de la ciudad. En realidad, se base en nuestras necesidades. […]

La primera y la más importante de todas es la alimentación, de la cual depende la conservación de nuestro ser y de nuestra vida. […]



La segunda necesidad es la habitación; la tercera la del vestido, y de todas las cosas que con él se relacionan. […]
Pero veamos –continué yo-, ¿cómo puede la ciudad satisfacer tantas necesidades? ¿No será necesario que un hombre sea labrador, otro albañil y otro tejedor? ¿Habremos de agregar también que otro sea zapatero, y que otro provea a las necesidades materiales? (2)

Entonces, podemos decir que desde esta noción de prácticas se configura todo un “hacer política”: determinadas prácticas dan forma al Estado ideal de Platón, como una institución fuerte capaz de enfrentar las problemáticas que les son propias.
En este sentido, diremos que toda institución posee prácticas que, no solamente le dan sentido, no solo la organizan y la ponen en marcha, sino que también son necesarias para que esa institución se forme y se sostenga. ¿Por qué esta afirmación? Porque diremos que las prácticas llevadas a cabo por los tesistas se conjugan en determinados marcos institucionales –como la política- que les dan forma y, a su vez,  las sostienen.
Michel Foucault nos dice en su libro Vigilar y castigar que las instituciones de origen punitivo y sus semejantes –escuelas, fábricas, hospitales, asilos- poseen determinadas operaciones, procedimientos y técnicas que sirven, como prácticas, a la constitución de esas instituciones como tales.

“El empleo del tiempo es una vieja herencia. Las comunidades monásticas habían sin duda sugerido su modelo estricto. Rápidamente se difundió. Sus tres grandes procedimientos –establecer ritmos, obligar a ocupaciones determinadas, regular los ciclos de repetición- coincidieron muy pronto en los colegios, los talleres y los hospitales” (3).

Este tipo de prácticas que, según Foucault, se encuentran en las instituciones disciplinarias, dan forma a un “modo de hacer las cosas” establecido y perfectamente delimitado. Un tesista debe cumplir con ciertas pautas y requisitos inherentes a su producción; la elaboración de una tesis ancla en prácticas propias de las instituciones que entran en juego. La elección de una temática de abordaje, la construcción de un equipo de trabajo, la evaluación de recursos y posibilidades son instancias que comprenden a todo el proceso de trabajo y están profundamente encalladas en el contexto de descubrimiento. Los informes de avance, la situación de producción, la evaluación forman parte, también, de este contexto.
En resumen. Por un lado tenemos al tesista, con sus prácticas y su producción, configurando el esquema mismo de “cómo hacer una tesis”. Por otro lado, y al mismo tiempo, es ese esquema el que marca las pautas para la producción-elaboración de un trabajo de integración final.
Este mismo “esquema” es toda una red de prácticas establecidas que movilizan el sentido de la investigación: las elecciones, los momentos, los procedimientos están marcados por una política establecida y sostenidos por prácticas concretas de producción que hacen a la construcción de un programa de elaboración que emerge de la intersección entre distintas instituciones –podemos mencionar a las Ciencias y las Universidades, por ejemplo.

Entonces, desde aquí, con Platón, el marco político de una tesina o tesis se elabora desde las mismas prácticas que el tesista lleva a cabo para lograr su trabajo de investigación. La incumbencia política del trabajo de un tesista es el resultado de las prácticas que lleva a cabo, más que una “militancia” en determinado lugar. Es, con todo, una militancia en sus propias prácticas. Y, ahora, con Foucault, diremos que esas prácticas están enmarcadas y situadas en un espacio delimitado: las instituciones de las cuales el tesista forma parte. La política en la elaboración de una tesis es, de acuerdo a lo dicho, un más acá producido y conformado por nuestras prácticas concretas.
 

Paradigmas

Nos encontramos aquí con la problemática referida a delimitar el suelo epistemológico, a través y en el contexto de descubrimiento, en el cual se producen las investigaciones que dan cuerpo a las tesis. Si recordamos lo que decíamos arriba, para Kuhn, los paradigmas son acuerdos –o códigos- que sirven, más que nada, para darle un sentido organizativo y teórico a las investigaciones que se enmarcan dentro de éste.

“El descubrimiento comienza con la percepción de la anomalía; o sea, con el reconocimiento de que en cierto modo la naturaleza ha violado las expectativas, inducidas por el paradigma, que rigen a la ciencia normal. A continuación se produce una exploración más o menos prolongada de la zona de la anomalía. Y sólo concluye cuando la teoría del paradigma ha sido ajustada de tal modo que lo anormal se haya convertido en lo esperado” (4).

Ahora bien, la problemática no se aloja en la colocación de determinada investigación (o tesis) en un paradigma determinado, sino justamente en la noción de “elección”. Se podría decir, con toda justeza, que se ha optado, en alguna investigación, por el paradigma cuantitativo o, tal vez, por el paradigma de las semejanzas propio de las analogías, por mencionar alguno. En este caso, haber optado por alguno de ellos amerita algunas consideraciones:

  • ¿Cuál es el carácter de la problemática a estudiar?
  • ¿Se inscribe, dicha problemática, en algún otro estudio o investigación cercana?
  • ¿Qué posibilidades y recursos posee el investigador?
  • ¿Cuáles son los alcances y objetivos de la investigación?
  • ¿Cuáles son sus propósitos?
  • ¿A quién está dirigida o quién la demanda?

A la hora de enfrentarnos con la problemática de estudio surgen preguntas de esta índole –no son las únicas, por supuesto-, que sirven como guía y apertura a la elección de un paradigma. Hasta aquí, la racionalidad científica es intachable. ¿Pero qué sucede cuando sustanciamos los paradigmas con las prácticas y la política tal como las venimos conceptuando?  Desde esta perspectiva la elección de un paradigma propone dificultades que afectan su “elegibilidad”.

Todo un espectro de prácticas (en el sentido en que las mencionamos más arriba) entra en juego para situar a una investigación en determinado paradigma. Si bien es cierto que ese conjunto de prácticas concretas también puede llamarse código, también es certero preguntarse sobre la ontología de ese código. Para que quede claro: no se niega aquí la existencia de paradigmas, programas de investigación, perspectivas epistemológicas, ni nada que se le parezca; lo que se intenta reflexionar es, ¿hay pautas de elección que se relacionan con nuestras prácticas cercanas? Aún más, ¿emerge de esta relación una manera de hacer política -una “politeia”?

Responderemos que estas relaciones son explícitas. Pensemos en las tesis relacionadas a determinados grupos de investigación, las que se encuentran bajo la tutela de algún profesor prestigioso; reflexionemos sobre la predisposición de los jurados; interroguémonos sobre los modos de acercamiento a la problemática de estudio: ¿qué técnicas y procedimientos de indagación el tesista conoce o puede poner en juego? Además de todo esto, debemos pensar qué tipo de relaciones tiene o puede tener su casa de estudios con la problemática de conocimiento (¿se trata de otra institución? ¿Qué otras organizaciones o instituciones median entre la problemática y la casa de estudios?)

Hay todo un quehacer cercano que inscribe la elección de un paradigma dentro de la problemática política, a través de prácticas concretas (el constructo 3P).

Entonces, a modo de reflexión, podemos decir que la “elección” de un paradigma determinado no reside en la aplicabilidad del código a determinadas circunstancias, sino que esas circunstancias son producto de la concreción del paradigma en nuestras prácticas y como, del mismo modo, ese paradigma –elegido- es un conjunto de prácticas. Los paradigmas se hacen (politeia) y sostienen (instituyen) con esas prácticas. El paradigma es código, pero ese código está sujeto –en el fuerte sentido de la palabra- a las inmediaciones de nuestras prácticas como investigadores y a las relaciones (institucionales) de las cuales se nutre.

 
Conclusiones

Hasta aquí, han sido esbozadas algunas reflexiones entorno a la relevancia de las relaciones que se establecen en el denominado contexto de descubrimiento para la producción de una tesis.  Dicha relevancia, en este trabajo, ha sido pensada a través de un constructo -3P- que abarca prácticas, política y paradigmas. Este cerco de relaciones, dijimos, se da en la inmediatez de determinadas prácticas -en este caso las del tesista. Desde esta perspectiva, la elección de un paradigma o programa de investigación se ve afectada por el conjunto de prácticas que el investigador concreta.

La noción principal a rescatar del trabajo radica en la construcción de una tesina, de sus reglas –diría Foucault--, de sus posibilidades de aparición y gestación,  la materialidad misma en la que se hace presente. Más allá de toda pretensión o intensión de conjugar las diferentes instancias, procesos y técnicas que se articulan en la producción de una tesina, el intento radica en reflexionar sobre la complejidad de esa articulación y diferenciar, dentro de nuestras posibilidades, las abstracciones y su producción.

Se trata de pensar y reflexionar cómo se manifiesta la elaboración de una tesis en la extensión de su materialidad, es decir, en el límite preciso de las experiencias que aborda. Más allá de ceremoniales y ritos de pasaje, nos concentramos en el más acá de las posibilidades y las presencias.
La elaboración de una tesis y su relación con el constructo 3P aborda, en este caso, la producción de conocimiento científico en uno de sus aspectos de pleno interés: las condiciones en las cuales se produce y las formas en las cuales se opera y se procede en las circunstancias  de producción. 


Referencias

1. Klimovsky, G.; Hidalgo, C. La inexplicable sociedad: cuestiones de epistemología de las ciencias sociales. Buenos Aires: AZ Editora, 1998, cap. 1, p. 17.. Volver al texto

2. Platón. La República. Buenos Aires: EUDEBA, 1986, p. 180. Volver al texto

3. Foucault, M. Vigilar y castigar: nacimiento de la prisión. Buenos Aires: Siglo XXI Editores de Argentina, 2004, p. 153. Volver al texto

4. Kuhn, T. La estructura de las revoluciones científicas. México: Fondo de Cultura Económica, 1985, p. 93. Volver al texto


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