Revista Argentina de Humanidades y Ciencias Sociales
ISSN 1669-1555
Volumen 4, nº 1 (2006)

Agricultura familiar y ciencias agrarias: ¿un paradigma en crisis?

por Raúl Paz

Investigador del Conicet y docente de la Universidad Nacional de Santiago del Estero (UNSE), Avda. Belgrano 1912 (s), Santiago del Estero (4200)
pazraul@unse.edu.ar

 
Resumen

En un país como Argentina donde existe una estructura agraria, especialmente en las regiones extrapampeanas, conformada por un importante sector de pequeños productores, el diseño de un sector agropecuario moderno compuesto por explotaciones homogéneas y de gran escala productiva, comienza a perder vigencia, o al menos muestra problemas en su implementación por la presencia y perdurabilidad de la pequeña producción. Es en este contexto donde surge la idea de reflexionar acerca del rol de las ciencias agrarias, donde hay al menos dos fuerzas en constante tensión. Por un lado la generación y transmisión de conocimientos tendientes a reforzar la implementación y ejecución del gran proyecto de modernización y por el otro, la constante y siempre presente agricultura familiar que se resiste a desaparecer. Para tal objetivo el artículo analiza desde una perspectiva crítica, la relación entre agricultura familiar y las ciencias agrarias actuales. Posteriormente y sobre la base de datos provenientes del último censo nacional agropecuaria (CNA 2002) se busca cuantificar el número de productores y mostrar su potencial productivo.  Finalmente el artículo concluye con una mirada alternativa sobre las ciencias agrarias y la agricultura familiar en la búsqueda de un modelo de desarrollo alternativo.


Palabras clave
Agricultura familiar, Ciencias agrarias, Proyecto de modernización agrícola

 
Title

Family agriculture and agrarian sciences: crisis of a paradigm?

 
Abstract

In a country as Argentina where an agrarian structure conformed by an important sector of small farmers exists, specially at extra pampean regions, the design of a farming modern sector compound by homogeneous exploitations and a big productive scale stars to loose its use or, at least, it shows problems in its application by the presence and endure of small production. It’s in this context where the idea of thinking over the role of agrarian science –where there are two forces in steady tension– appears. On one side the generation and transmission of  knowledge tending to reinforce the practice and carrying out of the great modernization project and on the other side the constant and perennial family agriculture which resists to its own disappearance. Because of such objective, the article analyzes from a critic perspective the relation between family agriculture and current agrarian sciences. Afterwards and upon the basis of data taken  from the last farming national census (CNA 2002) it seeks to value the number of producers and to show their productive potential. Finally, the article concludes with an alternative view about agrarian sciences and family agriculture in the searching of an alternative development model

 
Key words

Family agriculture, Agrarian sciences, Agricultural modernization project

 

Introducción

Cuando se ha tenido la posibilidad de compartir, desde la figura de docente de grado y postgrado en el área del desarrollo rural, con estudiantes provenientes de las ingenierías agronómicas, zootécnicas, en producción animal o en ciencias naturales, entre otras, se pueden observar algunas visiones por parte de los colegas, que extrañamente presentan ciertas similitudes, sin importar de qué facultad de ciencias agrarias provengan o en dónde se hayan formado.


La primera, y tal vez la que surge con más facilidad del intercambio de ideas, es la preferencia que tienen los graduados al momento de seleccionar una explotación agropecuaria para trabajar o desarrollar sus conocimientos obtenidos del grado. La empresa agraria capitalista es la más elegida por sobre las otras, tales como la explotación campesina o aquellas comprendida dentro del sector de la agricultura familiar[1]. La empresa agraria capitalista tiene un contexto tecnológico más conocido y por ende, es donde consideran que seguramente podrán desarrollar sus actividades profesionales (Arias et al., 2006).

La segunda, se asocia con la imagen del futuro de la agricultura. Un sector agrícola moderno con explotaciones homogéneas y de grandes escalas de producción, donde el uso intensivo de insumos y la gran mecanización, constituye unos de los factores más sobresalientes: ese es el futuro paisaje imaginado.

Finalmente, y esto es sólo por poner tres de las muchas existentes, la tercera percepción gira alrededor de la visión académica y conceptual que se tiene de la agricultura familiar y del campesinado. El desarrollo agrario y más precisamente la historia agraria ha sido entendida como un proceso continuo de mercantilización, como una inevitable progresión, una tendencia unilineal, desde la economía natural hacia la mercantilización completa de tal economía. Es sobre esta línea argumentativa que la desaparición, tanto de la agricultura familiar como del campesinado, ha sido predicada por décadas y visto como un estadio intermedio del desarrollo agrícola (Berstein, 2004; Paz, 2006a).

En un país como Argentina donde existe una estructura agraria, especialmente en las regiones extrapampeanas como la del noroeste y noreste, conformada por un importante sector de pequeños productores, este diseño de la gran modernización de la agricultura comienza a perder vigencia, o al menos muestra problemas en su implementación por la presencia y perdurabilidad de tales unidades de producción.

Es en este contexto donde surge la idea de reflexionar acerca del rol de las ciencias agrarias, especialmente de las facultades de agronomía en un escenario donde hay al menos dos fuerzas en constante tensión. Por un lado la generación y transmisión de conocimientos tendientes a reforzar la implementación y ejecución del gran proyecto de modernización, por el otro, la constante y siempre presente agricultura familiar que se resiste a desaparecer.

Agricultura familiar y ciencias agrarias: una mirada crítica y actual
Asociada a la representación del mundo rural presentada en los párrafos preliminares, es común escuchar a técnicos y estudiosos de la problemática que ratifiquen esas visiones al hablar de la modernización como un proceso necesario e inevitable, el éxodo rural, la caída de las fuentes de trabajo en el sector agropecuario y el deterioro del medio ambiente como daños colaterales, ocasionados por la propia ampliación de escala y de la incorporación de tecnología moderna. A estos axiomas se les suelen unir otros, muchas veces de manera implícita en el discurso de académicos y políticos, entre los cuales se encuentran:

  1. el grupo de las grandes explotaciones capitalistas constituyen el sector vital del desarrollo agrícola y son las verdaderas fuentes de divisas (un planteo muy fuerte en los discursos políticos de la Argentina actual),
  2. los niveles de alta competencia pueden ser alcanzados o logrados por la ampliación de escala, especialmente con la incorporación más intensiva de capital y aumentando la productividad del trabajo (o reduciendo la mano de obra) a través de nuevas tecnologías.
  3. el sector agrícola argentino contiene un considerable número de explotaciones ineficientes que se agrupan fundamentalmente en las pequeñas.
  4. la disminución de las explotaciones, especialmente de las pequeñas y tradicionales (campesinas), es considerada una señal de progreso. Sin embargo y en caso de la desaparición de las explotaciones capitalistas[2] y más aún de las grandes, llamadas eficientes, muestra un problema y una profunda preocupación.

Estos axiomas, que por ser evidentes no necesitan ser testeados o discutidos, han ido generado, y posteriormente imponiendo, un modelo conceptual con un orden preestablecido en el presente y en consecuencia un ordenamiento explícito del futuro, o viceversa (Van der Ploeg 1994 y 2003).

De esta forma entonces, el diseño en la agricultura fue creado (Bauman, 2006) y sus bases fueron gestadas con el gran proyecto de la modernización de la agricultura a nivel mundial. Así se va configurando una sola racionalidad que no queda graficada en la reproducción de la tecnología, sino también en una visión sobre la naturaleza, la utilización de los recursos naturales y humanos, las relaciones de propiedad, la relación hombre/tierra, las relaciones interinstitucionales (bancos, mercados, organismos públicos y privados, etc.) entre otros (Van der Ploeg, 2006).

Dentro del eslabón de este gran diseño también se encuentran los organismos gubernamentales (facultades de agronomía, licenciaturas en administración de empresas, institutos de tecnología agropecuaria, etc.) como centros de generación y transmisión del conocimiento científico. Así la formación agropecuaria se basó históricamente en un racionalismo científico moderno –y acorde al gran proyecto de modernización–, que se sustentó en premisas básicas sobre el cual se construyó la representación del mundo rural y que luego llevó a la aplicación de acciones de intervención concreta.

Algunos ejemplos de tales premisas que se encuentran internalizadas en las estructuras curriculares de los planes de estudio son los siguientes:

a) las ciencias agrarias clásicas entienden a la agricultura a partir del resultado de leyes económicas y científicas (semejante al sector industrial donde la naturaleza puede ser totalmente controlada[3]);
b) la existencia de una única racionalidad del productor (maximización de los beneficios) para la asignación de los recursos;
c) la presencia de funciones de producción como herramientas claves para determinar las fronteras de expansión productiva o la mejor asignación de los recursos comprometidos en los procesos de producción;
d) el establecimiento de un óptimo de las funciones de producción para la combinación de los recursos, estableciendo (desde un determinismo tecnológico) diferentes prácticas que pueden ser definidas como tradicionales, ineficientes, o intensivas;
e) una única forma de relacionamiento de todas las explotaciones agropecuarias con el mercado y con el sistema económico en general;
f) la competencia como causa única y suficiente para el logro del óptimo económico, y la lista podría seguir de manera extensa.

En ese marco de determinismo tecnológico, las explotaciones son llevadas hacia un óptimo, especificado por las ciencias agrarias. Para ello es necesaria la abstracción de la maleabilidad y los múltiples caminos que toma la agricultura a partir de la conducta activa de sus propios actores (capacidad de innovar). También es necesaria la concepción de una realidad agraria dual, conformada por un polo compuesto por las explotaciones capitalistas y por otro compuesto otro por  todas aquellas explotaciones agropecuarias que no responden a la lógica del capitalismo y que están condenadas a desaparecer y en consecuencia requieren de la asistencia social por parte del estado.

Así se va construyendo el conocimiento, sobre la base de cuestiones pautadas y reguladas. Sobre la base de axiomas y premisas básicas que en la realidad concreta no se cumplen, se va construyendo, imponiendo e internalizando una realidad agraria virtual al igual que un agricultor (el farmer virtual diría Van der Ploeg 2003), producto de un diseño de gabinete más que de una realidad concreta. La construcción del conocimiento en las ciencias agrarias, creada desde la retórica conceptual, se traduce muchas veces en la reproducción de la ignorancia para ciertos temas.

Así por ejemplo uno se pregunta ¿porqué es más fácil encontrar conocimientos en la producción de soja que en procesos vinculados con la producción orgánica o algunos cultivos o producciones específicas? Es fácil encontrar muchísima información en la producción de leche bovina en Argentina, ¿por qué no es lo mismo para la producción de leche caprina o para los productos andinos, por ejemplo (la quinoa, la llama, etc.)? Así también, y en relación a los centros de generación y transferencia tecnológica, las innovaciones que consolidan el régimen socio-técnico de la modernidad serán desarrolladas e implementadas y aquellas que son consideradas menos relevantes no serán desarrolladas y permanecerán ocultas (Van der Ploeg, 2004).

Como menciona Bauman (2006), el diseño existe en la medida en que esté la idea de construir algo nuevo: hay que conocer la naturaleza (y la gente que la habita) para luego gobernarla a partir de un diseño. Las ciencias agrarias han intentado capturar a la naturaleza. También hay un diseño en el mundo agrario (“la racionalidad del imperio”, diría Van der Ploeg, 2006). Lo nuevo no puede nacer a menos que se deseche, se tire o se destruya algo. El campesino, las explotaciones familiares, el pequeño productor son actores residuales en este gran proyecto de la modernización: el residuo surge como consecuencia del diseño.

La agricultura familiar en Argentina: descubriendo su presencia y potencial productivo
La comparación entre los dos últimos censos nacionales agropecuarios (CNA 1998 y 2002) indica  para Argentina una caída del 21 % del total de explotaciones agropecuarias. Esta tendencia es coincidente con lo que sucede en economías más desarrolladas, que señalan para este último siglo un fuerte proceso de desaparición de las explotaciones agropecuarias[4].
Un proceso de desaparición continuado asociado a que tal desaparición se concentra en la franja de las explotaciones familiares con escasa extensión de tierra, constituye la principal característica de dicho proceso[5].

Sin embargo, como el Cuadro 1 lo muestra, el mayor impacto se observa en la región pampeana que explica el 65 % del total de explotaciones que desaparecieron, observándose en otras regiones una caída leve de las explotaciones.

Cuadro 1. Número de explotaciones, superficie promedio por explotación (en hectáreas)
y variación porcentual según regiones.

Región

EAPs
CNA 1988

EAPs
CNA 2002

Var %

Diferencia

%

Cuyo

46.222

37.959

-18%

-8.263

9,27

NEA

85.249

70.036

-18%

- 15.213

17,06

NOA

72.183

67.373

-7%

- 4.810

5,39

Pampeana

196.254

138.828

-29%

- 57.426

64,40

Patagonia

21.313

17.726

-17%

- 3.587

4,02

Total país

421.221

332.057

-21%

- 89.164

100,00

Fuente: Paz (2006a)

Es esperable suponer entonces que la desaparición de las pequeñas explotaciones en Argentina se encuentre fuertemente correlacionada con la eliminación de las explotaciones campesinas. Paz (2006a) a partir de una mirada hacia dos estructuras agrarias contrastantes, como lo son la de la región pampeana y la del noroeste argentino (NOA) permite corroborar esa hipótesis, llegando a la conclusión sobre la permanencia actual del campesino en la región del Noroeste Argentino.

Un claro ejemplo es Santiago del Estero, una de las provincias que comprende a la región NOA, donde se determinó la cantidad de explotaciones campesinas (Paz, 2006a) en un número de 14.321 según el CNA 1988 y de 14.215 para el CNA 2002, representando el 67,80 % del total de explotaciones agropecuarias. En el mismo trabajo[6] se concluye diciendo que el número de explotaciones campesinas prácticamente se ha mantenido constante para el período intercensal definido. El siguiente cuadro muestra lo anteriormente expuesto.

Cuadro 2. Número de explotaciones campesinas, discriminada por límites definidos
y sin definir y variación porcentual sobre la base del CNA 1998 y 2002 para la provincia de Santiago del Estero.


Tipos de explotaciones para Santiago del Estero

Total EAPs

CNA 88

CNA 02

Var %

Explotaciones Agropecuarias Totales (EAPs)

21.122

20.949

- 0,82

EAPs campesinas con límites definidos

4.992

4.096

- 17,5

EAPs campesinas sin límites definidos

9.329

10.119

8,47

EAPs campesinas totales

14.321

14.215

- 0,07

% EAPs campesinas con respecto al total

67,80

67,80

0,00

Fuente: Paz (2006a)

Desde una mirada más amplia, el trabajo de Obschatko et. al. (2006) determina un total de 218.868 explotaciones agropecuarias que comprenden al sector de la agricultura familiar, es decir cerca del 66% del total de explotaciones de Argentina. La participación de los pequeños productores en la producción de cultivos extensivos es del 16%, de frutales del 17%, de cultivos intensivos a campo del 36%, forestal del 14% y de productos pecuarios del 21%, aproximadamente. Por otro lado al cuantificar el aporte de empleo total (permanente y transitorio con contratación directa) a nivel nacional, se observa en el mismo trabajo valores del 53%. En provincias como Santiago del Estero, Misiones y Catamarca se encuentran valores del 85% para las dos primeras provincias y del 79% para Catamarca.


También en un trabajo reciente, Tsakoumagkos (2007) a través del uso de datos censales, establece la existencia en Argentina del 60% de explotaciones que componen el sector de la agricultura familiar con respecto al total de explotaciones agropecuarias en el país. El 21% de la superficie cultivada del país (una cuarta parte de la superficie con granos, un tercio de la que se destina a cultivos industriales y hortalizas, la quinta parte de la que se dedica a frutales y proporciones significativas en otros grupos de cultivos) y una participación superior al 40% en las existencias de caprinos, camélidos y especies granjeras (porcinos, conejos, etc.), cerca del 20% de los bovinos y más del 10% de los ovinos, provienen de este sector.
Los datos provenientes de los trabajos citados, muestran una agricultura familiar con un fuerte potencial productivo[7] y una intensa articulación con el mercado como oferente de la producción, refutando así la hipótesis de la falta de recursos para producir y de pobreza extrema.

Considerar a la agricultura familiar como un sector estratégico en el desarrollo local exige, en un primer momento, reconocer su importancia cuantitativa y de permanencia en el marco del sistema capitalista derivado de su propia lógica interna, para posteriormente, demostrar su capacidad productiva. Al reconocer estas dimensiones, se puede ubicar a la agricultura familiar como un sector capaz de desempeñar un papel relevante en la reestructuración de las economías regionales, contrariamente a la visión que postula la marginación y como corolario final, la inevitable desaparición de dicho sector en la conformación del nuevo orden económico.

Ciencias agrarias y agricultura familiar: una mirada alternativa
La presencia de una agricultura familiar importante en números, tanto en la participación de la estructura agraria argentina como en la generación de producción y creación de empleo, va modificado el paisaje agrario argentino y la visión con respecto a la imagen de las grandes pampas y las explotaciones agropecuarias de gran escala.

El trabajo de Tsakoumagkos (2007) muestra dos dimensiones relevantes de carácter fáctico vinculadas a la pequeña producción, que contradicen al neodualismo agrario. La hipótesis de este trabajo es la de la existencia de dos dimensiones relevantes vinculadas a la pequeña producción, que contradicen al neodualismo agrario (Murmis, 1993; Murmis, 1994). La primera dimensión habla de la existencia de escalas económicas de las unidades productivas, no reductibles a la dicotomía que es inherente al neodualismo imperante en las ciencias agrarias (incluídos/excluídos, procesos de campesinización/des-campesinización, explotaciones capitalistas viables/explotaciones campesinas inviables entre otros) a la que el autor denomina heterogeneidad económica o pluriinsertabilidad en el proceso de producción agraria. La segunda es la conformada por las diferentes estrategias familiares que modelan una pluralidad de pertenencias al proceso de reproducción social, la que llama heterogeneidad social, y que tampoco es reductible a la dicotomía mencionada.

El reconocimiento de una gran heterogeneidad económica en el sector de la agricultura familiar, la presencia de formas variadas y creativas de inserción por parte de estas explotaciones al sistema económico capitalista y su heterogeneidad social abre un abanico de nuevas posibilidades de desarrollo rural alternativo.

No son muchos los estudios tendientes a captar el propio estilo de producción en la agricultura familiar, las prácticas y lógicas involucradas en dicho estilo, las formas de combinar los recursos y sus articulaciones con los mercados, tratando de identificar su potencial en el marco de un desarrollo alternativo.

Haciendo una analogía con el campesino polibians de Kearney (1996), se podría decir que la agricultura familiar en general –y el campesino en particular– es una bacteria muy especial. En el mundo de las bacterias existen dos categorías bien definidas: las bacterias aeróbicas por excelencia, que son altamente eficientes en presencia de altas concentraciones de oxígeno pero que ante su ausencia mueren, y bacterias aeróbicas facultativas, que en un medio con oxígeno funcionan menos eficientemente que las anteriores, pero que ante su carencia siguen teniendo actividad. El campesino es una bacteria aeróbica facultativa que aprendió a sobrevivir en un medio sin capital, donde empresas capitalistas (aeróbicas por excelencia) mueren, el campesino sobrevive (Paz, 2006a).

Por otro lado, aquellos que participamos en la construcción y transferencia del conocimiento, ya sea desde las ciencias agropecuarias o desde las ciencias humanas, conformamos también el grupo de las bacterias aeróbicas por excelencia y nos sentimos claramente identificados con dicho sector (las empresas capitalistas). Esta empatía, que queda definida como la capacidad de ponerse en el lugar del otro, surge a partir del conocimiento profundo que se tiene de las empresas capitalistas: conocemos sus problemas y en consecuencia tenemos la solución técnico-administrativa para superarlos.

Por el contrario, en el marco de una formación aeróbica por excelencia, resulta difícil comprender los distintos mecanismos desplegados por la agricultura familiar, a los efectos de poder desarrollarse en un escenario carente o escaso de oxígeno (capital). La ciencia agraria convencional, en sí misma, es también aeróbica por excelencia y en sus modelos siempre están presentes leyes económicas o funciones de producción donde existen relaciones precisas entre los factores de producción y sus resultados (siempre medido en rendimientos y producción)[8]. Así aparece el punto óptimo económico o el punto de equilibrio, como también un camino determinado por las funciones de producción, en dirección a lograr la mayor eficiencia.
Esta construcción virtual, este determinismo tecnológico, hace abstracción de variados y diversos estilos de producción donde la total mercantilización, la articulación absoluta con los mercados y la combinación “adecuada” de los factores de producción, no se expresan con la magnitud esperada. Es por ello que aquellos procesos de campesinización o consolidación de la agricultura familiar, a partir de una combinación diferente a las propuestas tecnológicas derivadas de las funciones de producción, la resistencia campesina a partir del distanciamiento a los mercados o la intensificación de formas autónomas de producción, de búsquedas de adaptación y generación de nuevas oportunidades de crecimiento endógeno por parte de la agricultura familiar, donde las pequeñas explotaciones llegan a demostrar su capacidad de sobreponerse al embate de la lógica capitalista, frecuentemente son historias que no son tomadas en cuenta y no relatadas o estudiadas en profundidad ya que trastornan y alteran la ilusión del orden o la proyección de un futuro organizado de antemano donde prevalecerá siempre la explotación capitalista (Van der Ploeg, 2003 y 2004).

Es en esta percepción académico científica que resulta más fácil encontrar un marco conceptual que explique la desaparición de las pequeñas explotaciones o de la agricultura familiar, que el final de las grandes explotaciones capitalistas en el actual mundo globalizado: las ciencias agrarias acompañan esta visión.

Referencias

1. Como referencia, vale la pena citar la definición de agricultura familiar correspondiente a la Plataforma Tecnológica Regional sobre Agricultura Familiar del PROCISUR en tanto se trata de una definición consensuada entre equipos técnicos oficiales de los países del MERCOSUR y asociados: "La Agricultura Familiar es un tipo de producción donde la Unidad Doméstica y la Unidad Productiva están físicamente integradas, la agricultura es la principal ocupación y fuente de ingreso del núcleo familiar, la familia aporta la fracción predominante de la fuerza de trabajo utilizada en la explotación, y la producción se dirige al autoconsumo y al mercado conjuntamente" .(Extraído del Documento del Foro Nacional de la Agricultura Familiar: Año 2006, pág. 5). [Volver al texto]

2. La desaparición de un número de explotaciones capitalistas en la región pampeana generó una profunda preocupación que se materializó en los planteos de la Federación Agraria dirigida principalmente hacia la agricultura familiar. [Volver al texto]

3.  La concepción de la modernización es buscar el aumento de la productividad por medio del reemplazo de los “factores limitantes” por factores generados por el sector agroindustrial. [Volver al texto]

4. Por nombrar sólo algunos países, Francia muestra en éstas últimas tres décadas una caída de cerca del 54 % que representan alrededor de 830.000 explotaciones, Alemania para el mismo período (1970/1995) denota una disminución de casi 500.000 explotaciones que representan el 47 % del total. Italia, país donde menos disminuyeron, muestra una caída de 367.800 explotaciones, representando solo el 12,9 %. Procesos similares se dan para Estados Unidos donde para el mismo período analizado, desapareciendo 818.391 explotaciones (Azcuy, 2005). [Volver al texto]

5. Se hace un desarrollo exhaustivo en Paz (2007). [Volver al texto]

6. Lamentablemente no existen trabajos de esta naturaleza para las distintas provincias que comprenden las regiones extrapampeanas, a los efectos de establecer la posible disminución de este tipo de explotaciones. [Volver al texto]

7. En Paz et al (2000) se pueden observar algunos parámetros técnico-productivos de los sistemas caprinos cabriteros, uno de los más pobres del Noroeste argentino. [Volver al texto]

8. Es interesante leer el ejemplo de la función de producción y su relación entre la fertilización nitrogenada y la producción de forraje en “The virtual farmer” (Van der Ploeg, 2003). [Volver al texto]

Bibliografía
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