Buenos Aires. El pasado 25 de octubre se realizó en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires el festejo por los 30 años de creación de UNIRED: la red de bibliotecas en ciencias sociales. Estuvieron presentes tres de sus fundadores: Rodolfo Lohë, Silvia Texidor y Araceli García Acosta, quienes compartieron anécdotas y dieron testimonio de las primeras épocas del sistema.

Los actuales coordinadores de UNIRED realizaron una semblanza de Analía Trouvé, exmiembro fallecida hace unos años; presentaron un video alusivo y rindieron homenaje a los excoordinadores con un presente que se les entregó personalmente.

La última parte de la jornada estuvo a cargo de Reciaria, la asociación nacional de redes de información que lleva veinte años de cooperación con todos los sistemas similares que unen bibliotecas especializadas en diferentes temáticas. En el cierre, un brindis merecido con los colegas presentes.

Campana (Buenos Aires). El día 29 de octubre pasado se llevó a cabo en esta ciudad la jornada “Las bibliotecas digitales del ámbito educativo en el contexto de la sociedad líquida”, que tuvo como expositor principal a Juan Manuel Pineda, especialista en información digital. Los títulos de sus conferencias fueron: “Bibliotecas electrónicas, virtuales y digitales” e “Internet y redes sociales”.

El evento estuvo organizado y se realizó en la sede del Instituto Superior de Formación Docente y Técnica Nº 15 “Berta Luisa Marquehosse” de la ciudad de Campana. La concurrencia fue de 60 personas aproximadamente y el evento contó también con la charla de María Luján Furreré, presidente de la Biblioteca Popular Nuestra América de la localidad de Matheu, que participará en el programa “Bibliotecas en acción” y formará parte del Mapa IFLA sobre ODS 2030.

Santa Fe. El viernes 18 de octubre se realizó la presentación ante las autoridades del proyecto generado por alumnos para la instauración de la biblioteca del Colegio Profesional de Asistentes Sociales de esta ciudad. Se trata de una actividad conjunta entre las carreras de Bibliotecología y de Ambientación y Decoración de Interiores que se imparten en el Instituto Superior 12 “Gastón Gori” de capital santafesina.

Los alumnos avanzados fueron guiados por los profesores Soraya Zurbriggen, Gustavo Wedertz y Adriana Tomatis con su idea de organizar grupos de trabajo que interactúen entre sí con los temas y conceptos teóricos aprendidos y aplicarlos a prácticas reales.

Lo interesante de esta actividad fue que se conformaron cinco grupos de alumnos provenientes de las dos carreras para interactuar sobre lo aprendido y ellos mismos compartieron diferentes propuestas para organizar una biblioteca real. Así, dialogaron sobre las condiciones edilicias que debe tener una biblioteca, los agentes de deterioro de los materiales, los requisitos para el edificio y los muebles contenedores, las formas de recuperación documental, etc. En definitiva, conjugar lo aprendido en las aulas de diferentes disciplinas, juntarlas y sacar conclusiones para aplicar en forma real. Los alumnos trabajaron en conjunto siguiendo un protocolo de los profesores y presentaron distintas propuestas de diseños, distribución de mobiliario y espacios, accesibilidad, ambiente laboral y procesos técnicos para que la biblioteca funcione como tal.

Se armó tal dinámica entusiasta entre los estudiantes que concluyó en la puesta en valor de la Biblioteca del Colegio Profesional de Asistentes Sociales y poder así darle visibilidad a la amplia colección especializada que posee.

Este fue el primer desafío de trabajo entre dos carreras de la misma entidad que anima y entusiasma a docentes y alumnos a procurar integrar a otras disciplinas del propio Instituto 12 para el año próximo.

Filadelfia (Estados Unidos). La nueva biblioteca central de la Universidad de Temple acaba de inaugurarse y está lista para convertirse en el nuevo corazón académico pero también social del campus. Bautizada con el nombre de Steven Charles, uno de los consejeros de esa casa de estudios, quien donó 10 millones de dólares para su construcción, espera recibir más de cinco millones de visitantes anuales. Es producto del estudio de arquitectura noruego Snøhetta, desarrollado en colaboración con Stantec, y supera el concepto tradicional de biblioteca como mero contenedor de libros integrando en el edificio multitud de espacios de aprendizaje e intercambio, no solo para los estudiantes sino para la comunidad en su conjunto.

Madera, granito y cristal dan forma a esta gran estructura de alrededor de 20.500 m2, diseñada con criterios sostenibles y que cuenta con un gran techo ‘verde’ que cubre el 70% del edificio (alrededor de 4.400 m2), e incluye jardines con más de 15 especies de plantas, así como un novedoso sistema para recoger el agua de lluvia. Al igual que la biblioteca de Calgary —diseño de los mismos arquitectos—, la biblioteca se articula en torno de un gran atrio central al que se accede por una escultural puerta con un arco que parece tallado en la propia madera.

De cuatro plantas de altura, la base del edificio está revestida en secciones verticales de granito en un guiño a los materiales del entorno. Los accesos de madera contrarrestan el efecto de la piedra e invitan al interior. Más arriba, las extensiones de vidrio rematan el edificio generando un efecto de transparencia y ligereza. En la entrada principal, los altos arcos penetran en el interior formando un dramático vestíbulo con una cúpula que se eleva hasta tres pisos de altura.

El corazón de la biblioteca
El atrio abovedado del vestíbulo ofrece vistas a todas las esquinas del edificio y sirve para ubicar al usuario (y también colocarlo en el centro de la actividad de la biblioteca).
Un espectacular tragaluz llamado oculus en la cúpula revestida de madera de cedro permite la entrada de la luz desde el extremo superior, conectando así principio y fin del edificio. En este espacio, abierto las 24 horas del día los siete días de la semana, hay una cafetería, una zona abierta, un área de exhibición, un espacio para eventos, una sala de lectura y oficinas.

En el primer piso, el personal de la biblioteca facilita el acceso a los fondos y colecciones que, mediante un sistema automatizado denominado Bookbot que se extiende a lo alto de 17,37 metros y tres pisos, almacena actualmente 1,5 millones de volúmenes (con capacidad para 2 millones). Al reducir el espacio que se necesita para guardar los libros, señalan desde Snøhetta, que “Bookbot permite un mayor espacio para el aprendizaje colaborativo, los recursos académicos y el espacio de estudio individual".

Tepoztlán, Morelos (Estados Unidos). En un espacioso predio cercano a esta ciudad el abogado y economista Pedro López Elías construyó la que es considerada la primera biblioteca sustentable en México, un espacio que aspira también a impulsar la cultura en este ayuntamiento en donde el 49,6% de sus habitantes vivía en pobreza en 2010.

El Centro Cultural Pedro López Elías se asemeja a una elegante mansión con muros blancos, enormes ventanales, variedad de plantas verdes, todo un bello conjunto bajo el cielo transparente de Tepoztlán. Con la ayuda de dos arquitectos, el fundador del recinto construyó una biblioteca que se diferencia de las más de 7.500 que existen en México, gracias a la autogeneración de agua, luz y un sistema de aire que mantiene fresco el lugar.

El suelo del exterior está conformado de piedras cortadas como un gran rompecabezas que, junto con algunos conductos que recogen el líquido en los techos, termina por trasladar el agua hacia una cisterna de 36 metros de largo, 6 metros de ancho y 3 metros de fondo, con una capacidad para 650.000 litros. El agua que se recoge va a los baños, a la biblioteca y para consumo potable, a través de los bebederos instalados en el jardín, junto al área infantil. Algunos metros por encima de la cisterna, sobre el techo, hay 42 paneles solares que generan más energía eléctrica que la que consume el Centro Cultural Pedro López Elías. Los lectores, niños o adultos, también pueden aprovechar la luz natural que durante todo el día entra a la biblioteca.

En un principio, López Elías pensó en construir una biblioteca privada para albergar los títulos que tenía porque la colección en su hogar fue creciendo tanto que su esposa le lanzó la advertencia: "Cabemos nosotros, pero no tus libros". Cuando le comunicó al arquitecto que quería una biblioteca con capacidad para 100.000 libros, el ingeniero no lo recibió bien; pero López Elías, terco como él mismo se define, logró que finalmente se construyera, pese al "calvario" que fue durante el diseño y los primeros cimientos, según cuenta.

El centro cultural tiene dos tesoros: uno abierto que no permanece resguardado ni tiene un valor histórico, convertido en un espacio de encuentro para los niños de la comunidad; el otro, resguardado y con acceso restringido, con mapas antiguos de México del siglo XV al XIX, monedas de la época romana y griega y algunos ejemplares históricos, ocho incunables, todos permanecen en un cuarto acondicionado para mantenerlos en óptimas condiciones.

El Archivo de Internet (The Internet Archive) ha añadido a su biblioteca 2.500 nuevos videojuegos clásicos. Desde ahora, títulos como Alone in the dark o The elder Scrolls: Redguard o The secret of Monkey Island están disponibles de forma gratuita desde su página web.

Se trata de la "mayor actualización realizada hasta la fecha e incluye títulos que van "desde pequeñas producciones independientes recientes hasta lanzamientos destacados largamente olvidados desde hace décadas", explican sus directivos en un comunicado. Los juegos disponibles son títulos de los años 80 y 90, que en su día se jugaban en PC en MS-DOS, y pueden usarse de forma gratuita desde la propia web del Archivo de Internet sin tener que descargarlos.

The Internet Archive es una organización sin fines de lucro que constituye una biblioteca digital. Su nacimiento, de la mano de Brewster Kahle, se remonta a 1996. Su proyecto buscaba otorgar al público "acceso universal a todo el conocimiento". Durante seis años archivó en forma privada más de 10 mil millones de páginas web, desde centros de 'GeoCities' hasta reseñas de la película Titanic. Durante 22 años ha estado preservando la historia en línea: millones de páginas web, tuits, noticias, vídeos y memes, entre otros. En su archivo se pueden encontrar un total de 330 billones de páginas web, 20 millones de libros y textos, 4,5 millones de grabaciones de voz (incluyendo 180.000 conciertos en vivo), 4 millones de vídeos (entre ellos 1,6 millones de programas de noticias de televisión), 3 millones de imágenes y 200.000 programas de software.

Sus responsables trabajan con más de 450 bibliotecas y otros colaboradores para identificar las páginas web más importantes. La iniciativa funciona gracias a donaciones particulares de sus usuarios, las cuales superaron el pasado año los 6 millones de dólares.

El 29 de octubre de 1969, a las diez y media de la noche, se puso en marcha Arpanet, la predecesora de internet. A las 22.30 de ese día, el estudiante de la Universidad de California en Los Ángeles Charley Kline envió el primer mensaje por una red que había recibido el nombre de Arpanet. El receptor fue un programador llamado Bill Duvall, del Stanford Research Institute, en Menlo Park, a unos 500 kilómetros al noroeste. Arpanet acababa de despertar.

Esto causó, previsiblemente, un pasmo nacional que terminó, entre otras cosas, con la creación de una agencia de proyectos de investigación avanzada, ARPA, por sus siglas en inglés. De allí, el nombre de la primera red que estrenaba un concepto nuevo en eso que hoy llamamos conectividad. Arpanet conmutaba paquetes, en lugar de conmutar líneas, como la telefonía convencional. La puesta en práctica de ese concepto cumplirá medio siglo el martes. Asombra porque los efectos que la red tuvo sobre la civilización fueron revolucionarios. Y también porque, muy a pesar de los avances que hemos visto en estos 50 años, todavía estamos en los albores de la revolución digital.

Hay una diferencia sustancial entre Arpanet e internet: la primera comunicaba computadoras (en una forma muy grosera de explicación), mientras que la segunda conecta redes. Dicho simple, cuando tu computadora o tu teléfono se vincula con el proveedor de servicio (hoy esa conexión es más o menos constante, pero no siempre fue así), pasás a formar parte de la red de ese proveedor, que a su vez está vinculada, mediante internet, a muchas otras redes.

En la práctica, Arpanet no nació con el espíritu que hoy tiene internet (por un número de motivos; en otros, que en 1969 no existían computadoras pequeñas y económicas), pero ese espíritu precede a su nacimiento y por eso Carl Robnett Licklider es considerado el padre de todo esto. Por supuesto, también hicieron un aporte fundamental los ingenieros que diseñaron la conmutación de paquetes (Paul Baran, Donald Davies, Leonard Kleinrock), los que crearon los protocolos de internet (Bob Kahn y Vinton Cerf) y un sinnúmero de otras personas (estudiantes, ingenieros, programadores) que crearon esto que hoy conocemos como la red de redes. Tim Berners-Lee, por ejemplo, creador de la web, o Ray Tomlinson, que concibió el correo electrónico. A decir verdad, la lista de las personas que gestaron internet podría llenar fácilmente todas las páginas de un pequeño periódico.

Los interesados pueden leer una historia pormenorizada de Arpanet ingresando en este enlace