Revista Argentina de Humanidades y Ciencias Sociales |
Volumen 10, nº 1 (2012) |
Violencia contra trabajadoras del sexo en la ciudad de Toluca: una reflexión en torno de las políticas públicas |
por Eduardo Pérez Archundia |
Doctor en ciencias sociales y políticas por la Universidad Iberoamericana (México). |
Resumen |
En este trabajo se presentan los resultados de una investigación realizada en la ciudad de Toluca, México, con actores transgénero que se dedican al trabajo sexual. El estudio tuvo un enfoque cualitativo; por medio de entrevistas a profundidad y observación participante se pretendía describir las condiciones de violencia que viven estos actores para ser analizadas desde la óptica de las políticas públicas. La discusión está guiada por tres posturas que podemos encontrar en torno a las políticas públicas en materia de prostitución: el discurso prohibicionista, el abolicionista y el reglamentarista y laboralista. Se identificaron actos violentos hacia las trabajadoras provenientes de las autoridades y la sociedad, no así de los clientes. Las condiciones que operan en el ámbito del trabajo sexual hacen que la opción más adecuada, mas no la más aceptada, sea la que reglamenta el comercio sexual y lo eleva al nivel de trabajo formal. |
Palabras clave |
Prostitución, políticas públicas, violencia, transgénero. |
Violence against sex workers in Toluca city: a reflection on public policy |
Abstract |
This paper presents the results of research conducted in Toluca city, on transgender actors engaged in sex work. The study took a qualitative approach, through in-depth interviews and participant observation was intended to describe the conditions of violence experienced by these actors to be analyzed from the standpoint of public policy. The discussion is guided by three positions around public policy regarding prostitution: the discourse prohibitionist, abolitionist, regulatory and labor. Directed violence was found to workers from the authorities and society, not from customers. Operating conditions in the field of sex work make the right choice, but not the most accepted, is regulating the sex trade and raises the level of formal employment. |
Key words |
Prostitution, public policy, violence, transgender. |
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Recibido: 12 de abril de 2012 |
Aceptado: 6 de junio de 2012 |
Citación: Rev. Arg. Hum Cienc. Soc. 2012; 10(1) |
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Introducción |
La ciudad de Toluca, en el Estado de México, y los municipios aledaños como Metepec, San Mateo Atenco y Zinacantepec, han visto un incremento sustancial del comercio sexual en los últimos años, principalmente en cuanto al número de negocios que ofrecen espectáculos de table dance; no obstante, también han tenido un crecimiento considerable los servicios sexuales en salas de masaje, casas de citas y prostitución en la calle. Eso hace que se dirija la atención hacia un problema que conlleva el trabajo sexual en todos los lugares en que opera, pero que no siempre se quiere reconocer, esto es la violencia que se ejerce contra las y los que desempeñan este oficio. La investigación se desarrolló con un enfoque cualitativo, que utilizó como técnicas de recopilación de información las entrevistas a profundidad y la observación participante. Se estudiaron trabajadoras sexuales que laboran desde hace ya varios años en la zona centro de la ciudad de Toluca, este grupo ofrece sus servicios en la calle y tiene como característica especial que todas son trabajadoras transgénero[a]. La entrevista aplicada siguió un formato semidirigido, de manera que en algunos casos se tuvieron que omitir o agregar preguntas para corresponder al curso de la misma, la duración de cada sesión de entrevista fue de 30 a 60 minutos, se tuvieron una o dos sesiones con cada participante y no pudieron grabarse las entrevistas ante la negativa de las trabajadoras. Violencia contra las trabajadoras del sexo Existen investigaciones realizadas en el plano internacional que pueden ilustrar la forma que toma la violencia ejercida por los clientes hacia las trabajadoras del sexo. De acuerdo con una investigación realizada en Tailandia (5), uno de los principales factores que detonan la agresión por parte de los clientes es la presión para no usar condón, primero puede presentarse como solicitud o persuasión pero ante la negativa de la trabajadora esto puede transformarse en violencia. El mismo panorama encontró Willman(14) en Nicaragua, quien reporta que cuando un cliente exige en la relación comercial no usar condón, la trabajadora tiene que decidir si prefiere evitar el riesgo inmediato de agresión por parte del cliente ante la negativa o prefiere evitar la contracción de una enfermedad; si decide no tener la relación afronta una pérdida económica y de tiempo, por lo que la presión económica se suma en su contra. Las trabajadoras transgénero han desarrollado estrategias para cuidarse, entre las que encontramos: priorizar un esquema de agrupación, es decir, se asocian para rentar departamentos en donde brinden sus servicios y así tener control sobre quién entra y qué ocurre durante el servicio. Memorizan las placas del automóvil de los clientes que durante la negociación parecen sospechosos. Evitan ir a lugares lejanos cuando el cliente las recoge de la calle. Otra acción que toman es que el primer servicio al cliente que contactan por teléfono tiene que ser en el departamento de la trabajadora para conocerlo y si se vuelve un cliente asiduo y de confianza entonces aceptan brindar el servicio en un hotel o en la casa del cliente. Por otra parte, evitan al máximo el servicio en el domicilio del cliente cuando están trabajando en la calle pero cuando no se puede sortear las compañeras llaman al teléfono celular de la trabajadora que fue levantada cuando ésta ha tardado más tiempo de lo normal en regresar. Por otra parte, cuando el servicio es brindado en la casona de la calle en que trabajan y sufren alguna agresión o mal trato, llaman a gritos o silbidos a las demás para que entre todas se defiendan, como ocurre cuando alguien al pasar en su vehículo las agrede. ¿Qué se puede hacer en materia de políticas públicas? Hacer frente a la violencia que viven las trabajadoras del sexo implica asumir una postura en torno al trabajo sexual, lo cual lleva a las autoridades a trazar políticas públicas que ponen de relieve una moral. En el caso particular del comercio sexual esto es algo que no puede disociarse, el actuar público del funcionario y la moral individual y social del mismo. Por eso, la primera tarea es exponer las tres posturas principales en torno al trabajo sexual que a su vez presenta Elvira Villa(12) en su artículo “Estudio antropológico en torno a la prostitución”. La primera es denominada “El cuerpo como delito”. Desde este discurso, el intercambio mercantil de servicios sexuales atenta contra valores éticos: la gestión sexual del cuerpo femenino resulta ser oficialmente un delito de carácter moral y legal, que provocaría la perdición y corrupción de los valores tradicionales. Aplicar este enfoque ante el fenómeno de la prostitución significa que el Estado adopte un papel de guardián de la moral, que normalmente está determinado por las creencias religiosas. Por tanto, esta actividad ha de ser erradicada por ley, prohibiendo su ejercicio y penalizando a aquellas personas relacionadas con ella, especialmente a las prostitutas. Estas teorías político-sociales se denominan prohibicionistas(12). La segunda postura es nombrada “El cuerpo como negocio”. Un sector importante de la sociedad exige una regulación comercial de los negocios sexuales por parte del Estado. Desde aquí encontramos dos discursos, los reglamentaristas y los laboralistas, que suponen el reconocimiento de la existencia de dicha actividad. Sin embargo, proponen cosas diferentes. La reglamentación indica la existencia de excepciones al derecho penal para aquellos sectores de la industria sexual que cumplan ciertas condiciones. Mientras que, el discurso laboralista supone equiparar los derechos laborales de las prostitutas con los derechos de cualquier otra profesión formalmente reconocida, con la misma protección social y jurídica. Por último, “El cuerpo como mercancía y como víctima”, esta mirada de la prostitución la entiende siempre como una forma de esclavitud sexual. Es una forma de violencia contra las mujeres que atenta contra su integridad y dignidad. En este sentido, la prostituta es la víctima de un proceso que no controla, pues su decisión está limitada por condiciones sociales estructurales (pobreza, marginación, falta de oportunidades, abuso sexual). Este enfoque se denomina abolicionista y defiende la erradicación de la prostitución con medidas legales que no actúan sobre la trabajadora sexual en sí, sino que se dirigen a las personas relacionadas con su organización y explotación. Estas medidas legales penalizan el tráfico y el proxenetismo (coercitivo o no), y a las personas consumidoras de los servicios sexuales. A su vez, defiende la aplicación de medidas que ayuden a la rehabilitación de las víctimas del tráfico y de la prostitución(12). Como puede apreciarse, cada una de estas posturas señala una forma de actuar con respecto a la prostitución y por tanto a la violencia que opera en ese ámbito, que cabe señalar, no afecta sólo a las trabajadoras transgénero sino también se presenta con las mujeres que se dedican a la prostitución y por tanto habría que tomar medidas que abarquen todas las modalidades de comercio sexual. Si partimos del enfoque prohibicionista no tendría que atenderse el problema de la violencia pues el trabajo sexual, de inicio, no debería existir; así que no hay porque pensar en soluciones para proteger a las trabajadoras sexuales, hay que criminalizarlas e impedir que sigan ejerciendo su oficio. Ahora bien, si aplicáramos una visión abolicionista tendríamos que pensar en implementar programas de reinserción social para las trabajadoras del sexo, que consideren antes que nada, protección física, económica y jurídica, para que éstas puedan abandonar la prostitución sin la preocupación de ser agredidas por su proxeneta, así como tener recursos económicos garantizados para solventar sus necesidades y, no menos importante, la certeza jurídica de que no habrá ninguna acción legal contra ellas. Sin embargo, para lograr la reinserción, se requiere de capacitación laboral para que puedan ejercer un oficio distinto, atención psicoterapéutica para aquellas que lo requieran y acceso a seguridad social. La opción de los reglamentaristas y laboralistas conlleva elevar a trabajo formal el oficio de la prostitución y eso demanda que se cree una instancia que registre, monitoree y certifique a las trabajadoras, de manera que tengan que cumplir con atención médica, controles sanitarios, obligaciones fiscales y una normativa precisa en torno a las condiciones y características de los servicios que se brinden, o hasta pensar en la creación de una zona roja que permita un mayor control sobre la operación del comercio sexual. Todo esto en su conjunto protege a las trabajadoras del sexo pero también limita su capacidad de acción y afecta intereses de terceros, como los y las proxenetas, los dueños de hoteles, bares y table dance, entre otros. Ésta tampoco es una opción sencilla en su diseño y su instrumentación, no obstante, aparece como la más congruente con los actores y el contexto social en el que se presenta la problemática. Las trabajadoras del sexo manifiestan abiertamente su intención por seguir desempeñando ese oficio, hay quienes no se ven a sí mismas realizando otro trabajo y refieren: voy a seguir en la calle hasta que ya no le guste a los clientes. Por otra parte, algunas ven el trabajo sexual como una actividad temporal que realizarán hasta que ahorren lo suficiente para poner su propio negocio, como una estética o cocina económica, mientras que otra de las participantes expresó que trabajará en esto hasta que logre ganar lo necesario para hacer su operación de cambio de sexo. Para ninguna de las entrevistadas es desagradable su trabajo, la mayoría refieren que les gusta y todas manifiestan que cuando el cliente les gusta lo disfrutan como si no fuera trabajo, llega a darse el caso de no cobrar porque les pareció atractivo el cliente. Por otra parte, como ya había sido expuesto al inicio del documento, el comercio sexual ha incrementado en la ciudad de Toluca. La demanda por estos servicios va en aumento de acuerdo con el testimonio de las participantes, las características de los clientes son muy variadas, acuden jóvenes, adultos y senectos de todos los estratos sociales y de diversas profesiones y ocupaciones. Por el crecimiento de los corredores y parques industriales del Valle de Toluca que trae consigo el arribo de gente proveniente de otros estados que radica temporal o permanentemente en la zona, además de los cambios culturales y sociales que han generado que el trabajo sexual sea más demandado, se vuelve casi imposible la prohibición de la prostitución. Debe haber claridad en el sentido de que “la prostitución no genera un nuevo marco para la sexualidad, sino que reproduce y magnifica el existente”(12). Condenarla exige sancionarla y así se quedaría en el lugar que ocupa actualmente, como una actividad que se pretende erradicar en el discurso pero que un sector de la misma sociedad busca desde el anonimato. Resulta entonces evidente que las acciones para detener la prostitución no han funcionado y esto se debe a que dentro de la misma comunidad que condena existe una solicitud de servicios sexuales comerciales. Si no existiera demanda no habría oferta, así la prohibición no puede funcionar. Pero tampoco se ve viable una política abolicionista, ya que no todas las trabajadoras del sexo tienen el deseo de abandonar el oficio y el rescate de la trabajadora sólo prospera cuando el actor quiere ser rescatado. Estas condiciones obligan a tomar una postura laboralista y reglamentarista que, más allá de los valores individuales o comunitarios y de las actitudes personales, es la que propone el esquema de atención más adecuado para los problemas de violencia que enfrentan las trabajadoras entrevistadas, pero también permitiría implementar medidas preventivas para la contracción de VIH/SIDA y otras Infecciones de Transmisión Sexual (ITS). Tal vez el problema de violencia contra las trabajadoras pueda ser indiferente para muchas personas o hasta se entienda por el sector más conservador de la sociedad como un resultado merecido por practicar ese oficio, sin embargo, existe un problema de salud pública que debe ser atendido, el VIH/SIDA y las ITS, que no sólo afecta a quienes se dedican a la prostitución sino también a los clientes y a sus esposas cuando éstos las contagian. La reglamentación de la prostitución en el Valle de Toluca no es un tema que pueda posponerse por mucho tiempo. La inconformidad de los habitantes de la zona donde trabajan las transgénero es otro factor que imprime presión sobre las autoridades que, si bien ya consideran la creación de una zona roja, no están considerando medidas totalitarias para ordenar el comercio sexual. Trasladar los actores de un lugar a otro no resuelve el problema. Pareciera que el peso de lo moral es siempre decisivo cuando se trata de decisiones que atañen a la prostitución, ya lo refiere Fondevila(7), como una noción conflictiva porque a pesar de considerar este oficio en la mayoría de los casos como una actividad permitida (es decir, no prohibida por ninguna norma del sistema), los jueces se sienten obligados a expresar su rechazo moral a dicha actividad. Es una relación problemática entre legalidad y moralidad donde se transparenta, a pesar de no ser necesario, la concepción moral que el sistema judicial tiene del comportamiento sexual correcto que debe guardar la sociedad. Entonces, si el comercio sexual es impropio tendría que castigarse a todos los actores que tomen parte del acto: la trabajadora, el trabajador, el cliente, la clienta. El castigo tendría que aplicarse sin distingos de ningún tipo pero no es así, se criminaliza a quien ofrece sus servicios pero no al que los contrata, así vemos una doble moral que convierte en víctima al cliente y le perdona sus actos. Las ciencias sociales y la administración pública no pueden seguir entrampados en una discusión moralista sobre la prostitución, como lo citaban Gomezjara, Barrera y Pérez(8) desde hace casi cuatro décadas: “La investigación social en México sobrevive en el invernadero de los cubículos ascepticos y de espaldas a las incoherencias y vulgaridades de la vida cotidiana. Es una ciencia social decente, ascética y llena de parsimonia […] no le queda más opción que apelar a un lenguaje impersonal, acrítico y políticamente hueco, porque en el fondo se halla identificada con el orden establecido”. Se debe cambiar la mirada de la moral hacia la de salud pública. En último término, el derecho laboral fue concebido como una fórmula de protección para los trabajadores. Por tanto, “al elevar a estas mujeres a esta categoría las estamos dotando de un armamento legal con que defenderse, tanto de empresarios como de clientes y de mafias; sin victimizarlas ni infantilizarlas”(12).
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[a] Se trabajó con transgénero y no transexuales, la diferencia entre estas identidades puede entenderse a partir de los términos que define González(9), los transexuales o capadas son gays que ya han tenido operaciones para cambiar sus genitales masculinos por femeninos. En el grupo que se estudió hay cinco participantes que ya se han operado para poner implantes en los senos, sólo dos de ellas se han puesto también implantes en los glúteos y piernas; las demás participantes sólo consumen hormonas para tener rasgos más femeninos, que de acuerdo con el mismo autor serían nombradas hormoneadas, pero ninguna se ha hecho una operación para cambiar sus genitales, en este sentido, sólo una manifestó sus deseos por hacer su cambio total. Volver al texto [b] Esta casona era rentada por dos de las participantes cuando se realizó el estudio, la cual era prestada a algunas otras para realizar su trabajo. Volver al texto [c] Durante las entrevistas las trabajadoras referían que una condición del gobierno municipal para permitirles trabajar en esa zona es que no hubiera actos lascivos en la vía pública, no obstante, durante el tiempo de observación participante fui testigo de cómo los automóviles se estacionaban a una cuadra de donde recogían a las participantes del estudio, bajo luminarias que no servían, para llevar a cabo el servicio sexual y en una ocasión un cliente fue llevado bajo la marquesina de un negocio para recibir el servicio oral en plena vía pública. Volver al texto
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Referencias |
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3.Choi, So Young; Holroyd, Eleanor. The influence of power, poverty and agency in the negotiation of condom use for female sex workers in mainland China. Culture, health & sexuality. Oxfordshire: Taylor & Francis, vol. 9, no. 5 (2007), p. 489-503. Volver al texto |
4.Cusick, Linda. Non-use of condoms by prostitute women. AIDS care. Oxfordshire: Taylor & Francis, vol. 10, no. 2 (1998), p. 133-146. Volver al texto |
5.Decker, Michele, et. al. Violence victimisation, sexual risk and sexually transmitted infection symptoms among female sex workers in Thailand. Sexually transmitted infections. London: BMJ, vol. 86, no. 3 (2010), p. 236-240. Volver al texto |
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8. Gomezjara, Francisco; Barrera, Estanislao; Pérez, Nicolás. Sociología de la prostitución. México, D.F.: Ediciones Nueva Sociología, 1978, p. 7. Volver al texto |
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10. Pyett, Priscilla; Warr, Deborah. Women at risk in sex work: strategies for survival. Journal of sociology. Victoria: Australian Sociological Association, vol. 35, no. 2 (1999), p. 183-197. Volver al texto |
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12.Villa, Elvira. Estudio antropológico en torno a la prostitución. Cuicuilco. México, D.F.: Escuela Nacional de Antropología e Historia, vol. 17, no. 49 (2010), p. 157-179. Volver al texto |
13.Yi, Hee, et al. A profile of HIV risk factors in the context of sex work environments among migrant female sex workers in Beijing, China. Psychology, health & medicine. Oxfordshire: Taylor & Francis, vol. 15 no. 2 (2010), p. 172-187. Volver al texto |
14. Willman, Alys. Safety first, then condoms: commercial sex, risky behavior, and the spread of HIV-AIDS in Managua, Nicaragua. Feminist economics. Oxfordshire: Taylor & Francis, vol. 14, no. 4 (2008), p. 37-65. Volver al texto |
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