Siendo  el análisis de discurso un campo disciplinar relativamente nuevo y habiéndose  constituido desde el aporte de diversos enfoques teóricos, es de suponer que  sus procedimientos metodológicos también participen de esa diversidad. Así lo  señala Teun van Dijk, cuando afirma que se trata de “un campo de estudio nuevo,  interdisciplinario, que ha surgido a partir de algunas otras disciplinas de  las  humanidades y de las ciencias  sociales, como la lingüística, los estudios literarios, la antropología, la  semiótica, la sociología y la comunicación oral” (1990, pág. 35).   
En  este artículo reflexiono acerca de esta característica del análisis de  discurso, específicamente sobre algunas de sus particularidades metodológicas,  como antesala de un trabajo ya en relativo estado de avance en el que  caracterizo los procesos y procedimientos efectivamente desplegados por  analistas en un corpus de trabajos de análisis del discurso que han sido  publicados en una revista académica[1].  
Presento  en el punto siguiente una síntesis de algunas conceptualizaciones del análisis  de discurso que, a riesgo de haber sido simplificadas en exceso, considero como  un punto de partida obligado para luego introducir la reflexión sobre los  procedimientos operativos empleados por los analistas en este campo de estudio.  
        Algunas precisiones conceptuales sobre el análisis del  discurso  
          Las  precisiones conceptuales sobre el análisis del discurso tienen una plataforma  de anclaje necesaria en el concepto mismo de discurso. En este sentido, la  pregunta acerca de qué es el discurso habilita a su vez no pocos debates y una  extensa producción teórica, de la cual no podemos dar cuenta en este artículo,  puesto que nos alejaría del objetivo central del mismo. Sin embargo, mencionaré  algunas consideraciones teóricas que tienen un impacto o, mejor dicho, un  correlato particular en la producción actual de trabajos con inscripción en el  vasto campo del análisis del discurso.  
Así,  Ernesto Laclau presenta uno de los planteos actuales que redefinen y retoman  ejes considerados centrales en la delimitación conceptual acerca de lo que es  “discurso”. Al fijar su postura, el mencionado autor puntualiza que lejos de  quedar restringido al habla y a la escritura, el discurso “constituye el  terreno primario de la objetividad como tal” (2004, p. 92).  
Sintetizando,  como ya anticipé,  con el riesgo de  simplificar excesivamente la complejidad de este planteo, lo discursivo es para  Laclau una cuestión ontológica, es decir, del orden mismo del ser. Es por ello  que este autor aborda el discurso como un lugar de instauración del sujeto y su  identidad; desde esa perspectiva el análisis del discurso se convierte así en  el campo epistémico desde el cual Laclau genera conocimiento sobre las  relaciones sociales y sobre la acción social en sí misma.  
Una  perspectiva diferente, concibe al análisis del discurso como un método y una  teoría, o como señala Fairclough (2003, pág. 179) como una perspectiva  teorética, pero también un elemento o “momento del proceso social material”  --formulación en la que sigue el pensamiento de Williams[2]--, que da lugar o  propone formas de analizar el lenguaje y la semiosis, mismas que se insertan en  otras instancias de análisis del proceso social de carácter general. De este  modo, la semiosis entendida como el total de las formas de creación de  significado y por lo tanto como “parte irreducible de los procesos sociales  materiales” (2004: 180), es la base de su definición de análisis crítico del  discurso. La distancia con la postura de Laclau, viene marcada, precisamente,  por la consideración de Faircloguh de que lo discursivo (en términos de  semiosis) es un momento o elemento de la práctica social y no un terreno  constitutivo. Esta afirmación tiene lógicamente implicaciones en lo que hace a  la metodología del análisis del discurso. 
En  diálogo con esta perspectiva, Jäger (2003), afirma que el análisis del  discurso, en sus versiones cualitativas, “cubre el espectro de todo lo que  puede decirse y de las formas en que emerge lo que puede decirse, y por  consiguiente, el análisis de discurso puede, por regla general, realizar  afirmaciones válidas sobre una o varias facetas del discurso” (2003, p. 69).  
Este  autor propone definir al discurso como la totalidad del conocimiento acumulado,  así como el fluir mismo de ese conocimiento, a lo largo de la historia. Es  visto, en este sentido, como una práctica que determina los hechos individuales  y colectivos, así como las acciones que moldean la sociedad, lo que a su vez  exhibe la forma en que el discurso ejerce el poder. De allí que el mismo puede  ser comprendido como una “realidad material sui generis” (2004, p. 63). Esta  formulación es correlato del tratamiento que recibe el discurso, expuesto por  Foucault en “La arqueología del saber”, que puede sintetizarse en la afirmación  de que los discursos son prácticas que constituyen los objetos acerca de los  que hablan.  
El  discurso, entonces, considerado como una práctica que constituye los objetos de  los que habla o como un terreno primario, en el sentido de originario y  constitutivo, presenta a nivel conceptual una complejidad que  va más allá de palabras y oraciones, que  trasciende su propia realidad lingüística y que de esta forma requiere, por  consiguiente, un tratamiento inter y multidisciplinario. La vasta cantidad de  dimensiones que el discurso abarca, tiene “efectos” que imprimen a su análisis  características propias tanto desde la teoría, como desde la metodología con la  cual ésta se encuentra estrecha y lógicamente relacionada. 
         
        Las particularidades metodológicas del análisis del discurso  
        De  acuerdo con Wodak y Meyer (2003),  la  investigación social empírica establece una distinción  entre los métodos de extracción y los métodos de evaluación, lo que lleva a  distinguir entre las formas en que se obtiene el dato, por un lado, y los  procedimientos que se despliegan para el análisis de los datos obtenidos, por  el otro. Sería  posible, entonces,  diferenciar dos momentos en una investigación, entre los cuales existiría una  determinada relación lógica, pero también cronológica, a partir de la cual uno  comienza cuando ha concluido el anterior. Sin embargo, en el análisis del  discurso, no es necesario, ni deseable, finalizar la fase de obtención del dato  para comenzar la del análisis. Y en este sentido, la metodología del análisis  del discurso, como afirman los autores previamente citados y en términos  generales, se acerca a la Teoría Fundamental, formulada por Glaser y Strauss  (1967), puesto que la obtención del dato y su análisis, son procesos que se dan  en simultáneo y en una relación de mutua determinación.   
Si  como afirma Pfleger, “el análisis del discurso va más allá de una determinada  configuración textual de superficie y se concibe como la herramienta para  detectar regularidades de procesos cognitivos y construcciones de significación  que se encuentran en el trasfondo de la manifestación de la superficie  discursiva” (Pfleger, 2010), entonces y teniendo en cuenta que el análisis  deviene en texto, es posible identificar aquellos procesos que se desplegaron  en función de las intervenciones metodológicas del analista, puesto que  subyacen a la superficie textual del trabajo de análisis que es objeto aquí, de  la presente reflexión.  
De  este modo, develar las condiciones y regularidades de la naturaleza  metodológica del análisis del discurso, nos permite problematizar la  articulación entre la construcción del objeto de estudio, su relación con el  marco teórico y los procedimientos aplicados.  
En  lo que hace a la construcción del corpus, es central valorar la capacidad del  mismo para exhibir “rasgos significativos con respecto al asunto que analiza”  (Carbó, 2001). Estos rasgos –regularidades, diferencias- conectan al corpus con  el universo del que se extrae, en términos de un fragmento representativo que  ha sido construido a partir de decisiones del analista, tanto teóricas, como  metodológicas. En esta toma de decisiones, operativamente, el analista se  orienta a la comprensión de fenómenos de orden discursivo, procediendo a su  análisis  mediante la aplicación de  procedimientos a un texto o a un cuerpo de textos y en función de una pregunta,  la cual habilita el despliegue de estrategias descriptivo-interpretativas, en  el marco de un posicionamiento teórico, es decir, desde una determinada  perspectiva de análisis.  
Queda  instalado, así, el tema del corpus en el análisis del discurso, lo que  introduce, a su vez, el problema  metodológico de la representatividad. En este sentido, Eva Salgado (2003),  señala que el corpus debe posibilitar un  tratamiento de los datos que permita arrojar conclusiones válidas y aplicables  al resto de las producciones discursivas de la misma categoría [3].  
Existe  una bibliografía muy amplia en la que se aborda el tema del corpus, así como  una gran cantidad de trabajos metodológicos acerca de la problemática de la  representatividad, vigentes hoy en día. En función de ello es que resulta  pertinente y relevante analizar la convergencia metodológica entre corpus y  representatividad, así como también valorar los procedimientos que devienen de  esa convergencia y que se traducen en operaciones de análisis e interpretación  de un discurso o cuerpo de discursos. 
Entonces,  se considera válido dar cuenta de cómo procede el analista frente a su objeto  de estudio, de qué modo y bajo qué criterios decide seleccionar, recortar, del  universo discursivo, su corpus, orientando las reflexiones hacia la relación  entre esta decisión del analista del discurso y el resto de sus decisiones  metodológicas. En este sentido, en la medida en que la indagación planteada  pretende caracterizar los procedimientos concretos de un analista del discurso,  podría generar también un aporte empírico al debate actual sobre las  metodologías cualitativas en casos específicos de aplicación concreta,  precisamente. Es por estas razones que se considera edificante tanto para la  teoría, como para la metodología del análisis del discurso, trabajar con la  práctica analítica, para reorientar o incluso superar la mera reflexión teórica  al respecto.  
          
        Por qué analizar los procedimientos del analista 
          No  es nueva y más bien ya un lugar común, la discusión en torno a la validez de  las dos grandes modalidades de investigación, a saber la cualitativa y la  cuantitativa, así como tampoco es novedoso el cuestionamiento sobre los  aspectos epistemológicos, metodológicos y teóricos inherentes a la producción  científica en general.   
En  un planteo sobre las características del proceso de investigación en cuanto a  la validez de los procedimientos científicos y la eficacia de los mismos para  generar nuevos conocimientos, Juan Samaja recupera esta discusión de manera  breve, señalando que el debate entre los defensores de métodos cualitativos y  los de métodos cuantitativos, resultaría esclarecido si se comprendiera adecuadamente  la dialéctica entre el descubrimiento y la validación, como momentos distintos  de una misma, como la denomina el autor, “praxis científica”. Así, este epistemólogo  señala que los argumentos a favor de los enfoques cualitativos frecuentemente  se basan en su fecundidad para descubrir nuevos conocimientos, en tanto muchos  argumentos a favor de la perspectiva cuantitativa tienen que ver con su  eficacia a la hora de validar. Desde el punto de vista de Samaja, las  instancias de descubrimiento se relacionan con las acciones o tareas  investigativas valoradas desde su eficacia para hacer avanzar el conocimiento,  en tanto las de validación se agrupan en las mismas acciones o tareas pero para  este caso, evaluadas desde las instancias de control de cientificidad vigentes  en lo que hace a normas conceptuales, empíricas, operativas y de exposición o  retóricas [4].    
Las  discusiones y el debate acerca de estos temas,   tienen  una vigencia particular  en el campo disciplinar del análisis del discurso. En un trabajo reciente,  González Reyna (2011) reflexiona sobre un capítulo singular de este debate,  señalando para el caso del análisis del discurso, algunas definiciones  centrales en relación con la metodología. Afirma que “es preciso aclarar que no  existe una metodología, como tampoco una teoría para realizar el análisis”,  atendiendo a que la concepción multidisciplinaria del análisis del discurso,  determina, precisamente, una multiplicidad de opciones teóricas y  metodológicas.  
Prosiguiendo  con la temática general de la metodología del análisis del discurso, pero  puntualizando en la selección del material a ser analizado, Wodak y Meyer  (2003, pág. 41), reflexionan sobre la “toma de muestras” en el análisis crítico  del discurso, considerando esta decisión metodológica, como “particularmente  merecedora de debate”. Esta afirmación rebasa, a mi juicio, la corriente  particular del análisis crítico y se instala como un problema metodológico  propio del análisis del discurso en general. También Carbó (2001) se interroga  sobre cuestiones metodológicas centrales en esta materia, puntualmente sobre la  construcción del corpus, retomando “antiguos” debates inconclusos, y señalando  la necesidad de generar reflexiones sobre la forma en que el analista construye  su objeto de estudio.  
Así,  preguntarse acerca de los procedimientos efectivos y concretos con los cuales  se hace el análisis del discurso en coordenadas socio-históricas precisas, se  erige como un modo de acceso a las prácticas reales a partir de las que el  campo disciplinar se constituye como tal, evidencia un estatuto metodológico  “real” y genera una producción teórica concreta. Calsamiglia y Tusón señalan:  
        
          
            “La  diversidad de enfoques puede parecer fuente de dispersión teórica, pero la  realidad es otra (…) si se parte de las necesidades que aparecen cuando se  quiere dar cuenta de una pieza discursiva concreta se ve que los propios datos  empíricos exigen la concurrencia de  diversos instrumentos que puedan explicar la articulación de todos los factores  (lingüísticos, socioculturales y cognitivos) que constituyen la realidad  discursiva” (2003, pág. 25).  
           
         
        De  este modo responden a las críticas que recibe el análisis del discurso, tanto  en su dimensión teórica, como metodológica; de allí, un aspecto que considero  central en cuanto a la relevancia de este trabajo: indagar sobre las  intervenciones concretas de los analistas, permite acceder a un conjunto de  decisiones que se han tomado para dar cuenta de una o varias piezas  discursivas, posibilitando identificar los procedimientos concretamente  involucrados en la producción del dato. La identificación, entonces, de las  regularidades metodológicas que se articulan en la producción de un análisis,  se constituye en una posibilidad concreta de valorar las estrategias efectuadas  por el analista, y no las prescripciones metodológicas o previsiones teóricas a  las que “formalmente” o “idealmente” se debe atender.  
        Para  finalizar, siguiendo la preocupación de Juan Samaja (1999) en torno a la  comprensión de los procesos de investigación en general [5], se considera  oportuno señalar que a fin de evitar la transmisión o la búsqueda de “preceptos  metodológicos” que garanticen la labor de investigación, de lo que se trata es  de aprehender el proceso investigativo desde la naturaleza de su producto, el funcionamiento  de sus procedimientos y las condiciones de realización en las que se produce.  Es esta la dirección en la que caminan los objetivos de esta indagación, con la  pretensión de lograr a posteriori una sistematización que oriente la valoración  de las acciones, intervenciones y procesos concretos que estructuran el campo  disciplinar del análisis del discurso. 
        En torno a lo que se  hace en el análisis 
          En  el trabajo de tesis que es co-texto y con-texto de esta presentación, el corpus  de análisis está conformado por tres artículos publicados en una revista  académica, que más allá de la diversidad (que en dos de los casos, no es tan  pronunciada) de sus temáticas, comparten las siguientes características: se  trata de análisis de discurso efectivamente realizados y no artículos de corte  teórico;  los tres se enmarcan  conceptualmente en la pragmática, lo cual posibilita trabajar desde un plano  que permita comparar los casos, al menos relativamente y los tres enuncian sus  procedimientos de manera explícita o exponen referencias a la metodología  utilizada, lo que permite la descripción y el análisis de las operaciones y  procedimientos de los analistas. En el marco del acervo revisado a los fines de  integrar el corpus, un cuarto criterio fue el de actualidad, es decir que  habiéndose respetado los tres primeros criterios, se seleccionaron los tres más  actuales.  
          Voy  a comentar a modo de ejemplo, uno de los casos, a fin de graficar parte del  trabajo que mi estudio involucra. En el artículo titulado “Discursos de ellos y  ellas en la clase de lenguas extranjeras: estrategias discursivas en el uso de  directivos”[6], se describen, de acuerdo a lo que mencionan los autores, las  estrategias discursivas en forma de patrones de petición relacionándolas con el  género de los profesores interactuantes. Ya desde la presentación del trabajo,  se anticipa que el género de los maestros parece ser una variable que no  influye en el proceso discursivo.  
          El  estudio de caso es el procedimiento que los autores utilizan para dar cuenta de  su problema de investigación, a saber:  “¿Cómo se realizan estratégicamente los actos de habla directivos,  específicamente las peticiones, en las prácticas pedagógicas observadas según  el género de los interlocutores profesor/a y alumno/a?”(2001, pág. 60). Así,  conforman cuatro grupos (dos profesores, uno brasileño y uno portugués con sus  respectivos alumnos; dos profesoras, una mexicana y otra brasileña, cada una  con sus estudiantes); cada grupo será examinado como caso, y en este sentido  será visto “como una instancia de verificación de la pregunta de investigación”  que fundamenta el estudio de Da Silva Gomes y Herrera González, en lugar de ser  comparados entre sí. Siguiendo a los analistas, cada uno de los 4 casos  (grupos) permitirá la generalización analítica de los datos, respecto de las  propuestas teóricas asumidas.  
          Voy  detallar lo que desde mi propio análisis señalo como inconsistencias tanto  entre el enfoque teórico y los procedimientos metodológicos, como de los  procedimientos entre sí.  
          Aún  a pesar de que Da Silva Gomes y Herrera González al detallar su propia perspectiva teórica,  mencionan que existen referentes histórico y  sociales que son el “punto de partida” para analizar diferencias entre discurso  femenino y masculino, no hacen mención alguna de dichas diferencias en relación  con el género de los profesores que conforman sus “casos” de estudio. Incluso  la elección de sus procedimientos de estudio, al no permitir la comparación,  anula la posibilidad de construir los cruces entre género y recursos discursivos.  
          De esta forma,  parte del enfoque teórico no tiene ningún peso a la hora del análisis, puesto  que los conceptos que se articulan en la perspectiva teórica, se diluyen cuando  despliegan sus estrategias de análisis. Por otro lado, si lo que define el  problema enunciado por los mismos autores, son “las estrategias discursivas en  forma de patrones de petición” relacionadas con el género de los  interactuantes, recurrir a un estudio de caso que no habilita la comparación,  no parece ser el procedimiento de análisis más adecuado, ni desde el punto de  vista lógico, ni desde la congruencia entre el marco teórico por el cual se ha  optado, la pregunta de investigación y el procedimiento seleccionado para dar  cuenta de la misma.  
          Es posible ver  en este ejemplo que ha sido resumido y acotado a un solo punto brevemente  desarrollado en función de este artículo, que a la hora de desplegar la  perspectiva teórica, se articulan conceptos que luego no son trabajados desde  el punto de vista operativo. Para el caso analizado, Da Silva Gomes y Herrera  González, introducen una noción de género que tendría una actualización de  orden discursivo y un correlato cultural en cuanto a la interacción de roles  masculinos y femeninos, pero finalmente se restringen a analizar enunciados que  se realizan en forma de peticiones: los sustraen de la “muestra” (10 horas de  grabación de clases en los 4 casos considerados), los analizan por recurso a un  instrumento relativamente sofisticado que permite dividirlos en componentes,  los clasifican y ordenan en una tabla, pero no realizan cruces con el género de  los interactuantes, para concluir en que no existe al parecer una influencia  del mismo en la producción/elaboración de actos de habla directivos expresados  como peticiones.  
        Conclusiones  
          Entonces,  esta propuesta de reflexión se define por la posibilidad de indagar acerca del  estatuto metodológico del análisis del discurso, retomando cuestiones que le  otorgan relevancia y vigencia en dos sentidos:  
        
          - permite realizar un  aporte singular al tema de las metodologías cualitativas, puesto que reflexiona  sobre una aplicación concreta en un campo definido (el del análisis del  discurso);
 
          -  posibilita revisar las metodologías del  análisis del discurso, trabajando no en un plano teórico, sino en un plano  práctico, pues se problematiza ya no lo que dice el analista que hará en su  análisis, sino lo que concretamente hizo al intervenir analíticamente en el  discurso. 
 
         
        Se  asume, de este modo, que es relevante reflexionar sobre el  proceso mediante el cual, el análisis del  discurso construye sus datos  y a partir  de ello, sus  afirmaciones, tanto  teóricas, como metodológicas.  
          Esta  propuesta de indagación sobre análisis del discurso posibilita caracterizar las  tensiones o distancias entre lo que se prescribe o se prevé en la teoría y lo  que sucede a la hora de realizar el análisis; en este ejercicio también surge  la posibilidad de valorar la consistencia de las categorías metodológicas que  sostienen un trabajo de análisis de discurso y por lo tanto problematizar el  estatuto epistemológico del mismo, aportando de manera lateral a la reflexión  general sobre las metodologías cualitativas. 
          
        
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