Revista Argentina de Humanidades y Ciencias Sociales
ISSN 1669-1555
Volumen 11, nº 2 (2013)

La noción de participación en el campo de la comunicación

por María Eugenia Iturralde

Licenciada en Comunicación Social, Facultad de Ciencias Sociales (FACSO), Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires (UNICEN).

eugeniaiturralde@yahoo.com.ar
 
Resumen

A mediados del siglo XX surgen diferentes enfoques teóricos en materia de comunicación y desarrollo, que pueden ser clasificados en dos corrientes: el difusionismo y el modelo participativo.
En el siguiente trabajo analizaremos el modelo participativo, destacando que entiende a la comunicación como un proceso de interacción, en el que se intercambian información y experiencias. Es por esto que no sólo estudia a los medios de comunicación sino que amplía su mirada a la instancia de recepción, tomando como elementos de análisis a la identidad cultural, la democratización y la participación. 
Estas reflexiones fueron sostenidas por organismos internacionales durante la década de 1970 y acalladas a partir de 1980 con el avance del neoliberalismo. Pero a casi treinta años el debate sigue vigente y sus postulados pueden ser analizados en relación a la “Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual”, Nº 26.522 de la República Argentina, sancionada en el año 2009.

 
Palabras clave
Comunicación, desarrollo, participación.
 

The notion of participation in the field of communication
 
Abstract

Diffusionism and participatory model mid-twentieth century different theoretical approaches to communication and development, which can be classified into two streams arise.
In this paper we analyze the participatory model, emphasizing that understands communication as a process of interaction, in which information and experiences are exchanged. That is why we not only studied media but broadens his gaze to the receiving instance, on the elements of analysis to cultural identity, democratization and participation.
These reflections were supported by international agencies during the 1970s and silenced after 1980 with the rise of neoliberalism. But nearly thirty years, the debate continues and its principles can be analyzed in relation to the "Law on Audiovisual Communication Services", No. 26,522 of Argentina, enacted in 2009.

 

Key words

Comunicación, development, participation.
 
 
Para citar este artículo: Rev. Arg. Hum Cienc. Soc. 2013; 11(2). Disponible en internet: http://www.sai.com.ar/metodologia/rahycs/rahycs_v11_n2_07.htm
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Introducción

La primera mitad del siglo XX  será testigo del surgimiento de la radio y la televisión, medios de comunicación generadores de profundos cambios en la vida social, y también de reflexiones en el mundo político y en el intelectual. A partir de  la segunda mitad del siglo una parte de esos análisis sobre medios se han centrado en la comunicación y el desarrollo, constituyendo enfoques teóricos que suelen ser clasificados en dos corrientes: el difusionismo y el modelo participativo.

En el presente trabajo analizaremos el modelo participativo, poniendo el acento específicamente en las propuestas impulsadas por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) sobre acceso, participación y autogestión. 

El objetivo es indagar en esas reflexiones sostenidas por organismos internacionales durante la década de 1970, para ponerlos en relación con la “Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual” Nº 26.522 de la República Argentina, sancionada en el año 2009.

Progreso y desarrollo
Progreso implica cambio, transformación, superación de una situación actual en la cual la humanidad a través de la puesta en marcha de ciertas acciones estará mejor en el  futuro. Esta idea es propia del mundo occidental moderno, Hanna Arendt afirma que la noción de que existiera el progreso de la humanidad fue desconocida hasta después del siglo XVII, en el siglo XVIII era parte de la opinión corriente de los hombres de letras, para transformarse en un dogma en el XIX (1).

El progreso moderno se apoya en las ideas de la razón y el conocimiento,  en el cuestionamiento a las explicaciones divinas. El proceso de secularización es propio del paradigma moderno, donde se presume que el poder de la razón permitiría dominar y modificar la naturaleza con el fin de resolver problemas teórico-prácticos surgidos de los cambios sociales provocados por el posicionamiento logrado por la burguesía. Uno de los ideales en los que se sustenta el paradigma moderno es en la creencia en el progreso social como consecuencia inexorable del desarrollo de la ciencia. Es decir, el avance del conocimiento científico daría lugar a una sociedad mejor y más justa. La ciencia sería la clave del progreso en las sociedades modernas, la confianza se posaba en la razón iluminista y en el desarrollo de tecnologías(2).

En el siglo XIX los recién conformados Estados nacionales concebían a la ciencia y la técnica como principios racionales para la modernización y el desarrollo de las fuerzas productivas. Es en este contexto en el que se entiende a la universalidad de la escolarización como una medida necesaria para lograr la legitimación de los criterios racionales.

Décadas más tarde, el modelo dominante en sociología clasificaba a los países en “desarrollados” y “subdesarrollados”. Los primeros, postulados como modelo a seguir, son los que han conseguido un alto nivel de industrialización y se organizan en sociedades caracterizadas como racionales y democráticas. Los subdesarrollados  son aquellos que aun no han logrado progresar, poseen sociedades con una estructura agraria tradicional, bajos niveles de ingreso per cápita, concentración poblacional en zonas rurales y deficiente organización del gobierno. Esta perspectiva considera que los últimos carecen de criterio racional y espíritu de empresa y se encuentran en una etapa ya superada por los países desarrollados. La sociedad industrial es sinónimo de progreso y ese es el único camino posible, sólo es cuestión de esperar a que los subdesarrollados superen las etapas necesarias para alcanzar la organización racional (3). El camino a la industrialización es presentado como única opción, más tarde o más temprano la razón llevará a los países subdesarrollados a conseguir el progreso.            

En el siglo XX la razón moderna es interpelada, algunos intelectuales comienzan a preguntarse si todas las consecuencias de las investigaciones científicas son positivas y si conllevan un progreso social universal. El ideal de progreso moderno, que decantaría en una sociedad mejor y más justa, tiene que sostenerse frente al empleo de bombas atómicas, la creación de campos de concentración y centros de exterminio (4). Las expectativas de emancipación depositadas en la razón iluminista se rendían frente a la razón instrumental puesta al servicio de la acumulación de capital (5).    

En las primeras décadas del siglo XX los Estados se ocuparan de proponer y hacer cumplir normas para la organización social, pero también de orientar la economía para que el progreso no detenga su marcha. La lógica de acumulación de capital y la división internacional del trabajo marcaron progresos diferenciados de los Estados: las potencias coloniales como Inglaterra, Francia y Alemania desarrollaron tempranamente sus industrias, a diferencia por ejemplo de América Latina que encontró su lugar en el mercado internacional como proveedora de materias primas. En este momento histórico la noción de progreso da lugar al concepto de desarrollo, y en ese sentido los Estados nacionales basados en la legitimidad otorgada por la representación llevan adelante acciones que involucran al  colectivo social. El desarrollo complejiza al progreso porque implica una intervención -legitimada por la representatividad- efectuada por el Estado en función del bien común (6). Las ideas respecto del progreso -pensado como etapas en las cuales algunos países logran la industrialización tempranamente, mientras que los otros la lograran más tarde impulsados por la razón moderna- son revisadas y se incluye la noción de intervención. La figura del Estado como interventor necesario para lograr el progreso da paso al concepto de desarrollo.         

El desarrollo se fue modificando con el correr de los años, Cimadevilla ubica el surgimiento de esta idea fuerza en la década de 1930, en la primera etapa se hace referencia al desarrollo económico, en la década de 1960 a desarrollo económico y social, en 1980 a desarrollo integrado, en 1990 a desarrollo neoliberal en el que el Estado se repliega para no interferir en la economía, y más tarde aparecen el desarrollo humano, otro desarrollo y desarrollo sustentable o sostenible (6).
Este recorrido nos permite afirmar que las nociones de progreso y desarrollo son construcciones históricas que se crean y se modifican de acuerdo al contexto sociopolítico en el que se encuentran inmersas. El progreso como ideal de la modernidad, de formas peores a mejores, quedó en evidencia ante la primacía del mercado por sobre la liberación que prometía la razón Iluminista. ¿Progreso para quién y a qué precio? Las desigualdades sociales y económicas existentes entre diversos países muestran desde dónde se fijan los valores del progreso.

La idea de desarrollo cobra fuerza hacia la mitad del siglo XX y su estrecho vínculo con el Estado hace que se modifique de acuerdo al modelo de Estado vigente. Otro aspecto a tener en cuenta es que el correr del tiempo y los análisis agregaron otro factor: la diversidad. Mientras que el progreso y el desarrollo en sus inicios eran presentados como universales, el transcurso de las décadas evidenció la importancia de los factores espaciales, coyunturales y socioculturales. En lo que respecta a la espacialidad, por ejemplo, se hace referencia a desarrollo nacional, desarrollo regional y desarrollo local.

Este recorrido evidencia la necesidad de desentrañar desde qué sectores se sostienen las afirmaciones universales, en el caso de la investigación científica no se puede hablar de un progreso dado sólo por el desarrollo de la misma sino se pone en relación al impacto social que sus acciones generan.             

Comunicación y desarrollo en América Latina
Los ideales de progreso ilimitado propios de la Modernidad y el culto a la razón como herramientas para el desarrollo científico-tecnológico, se materializaron en diversos inventos que, en el siglo XIX y principios del siglo XX,  dieron lugar al surgimiento de los medios audiovisuales. A los fines del presente trabajo hacemos referencia a medios audiovisuales pero centramos nuestra atención  en  la radio y la televisión puesto que son los regulados por la ley analizada, sin desconocer que existen muchos más bajo esa categorización -cine, fotografía, diapositivas, entre otros.

Primero fue la radio, en el caso de Argentina es en el año 1920 cuando “Los locos de la azotea” transmitieron “Parsifal”, el festival sacro de Ricardo Wagner, desde el Teatro Coliseo de Buenos Aires.  La televisión llegaría años más tarde, en la década de 1930 en Europa. En Argentina la primera transmisión televisiva se efectuó el 17 de octubre de 1951, una fotografía de Eva Duarte apareció en las pantallas e inmediatamente después el acto del Día de la Lealtad Peronista.
El siglo XX se verá marcado por la irrupción de la radio y la televisión, y frente a estos nuevos elementos técnicos surgen proyectos y diversas reflexiones que intentan desnudar el impacto que los mismos tienen en la sociedad y la cultura. Algunos de estos análisis abordaron el tema del desarrollo y los medios de comunicación.

Luis Ramiro Beltrán afirma que la práctica antecedió a la teoría y describe tres iniciativas de las décadas de 1940 y 1950 en América Latina, que precedieron a las reflexiones en torno de la comunicación y el desarrollo: las radios escuelas de Colombia desde las que el párroco Joaquín Salcedo brindaba apoyo educativo a los campesinos con el objetivo de lograr el desarrollo rural, las radios mineras de Bolivia autogestionadas por los trabajadores indígenas para comunicarse mejor entre sí, y servicios públicos en educación agrícola, sanitaria y audiovisual copatrocinados por los gobiernos de Estados Unidos y de países latinoamericanos. Una década después del surgimiento de estos proyectos aparece la teorización en Estados Unidos (7). Existen diferentes enfoques teóricos en materia de comunicación y desarrollo, el autor Aldo Vásquez Ríos, citando a Jan Servaes, analiza y describe dos: el difusionismo y el modelo participativo (8).

El difusionismo es un modelo de comunicación para la modernización que centra su análisis en los medios de comunicación. Los siguientes autores son inscriptos dentro de este modelo: Shannon, Weaver, Lasswell, Schramm, Lazarsfeld, y Rogers. De acuerdo a este enfoque la transferencia de innovaciones tecnológicas generaría predisposición para que los “países subdesarrollados” salgan de esa situación. Es decir, algunos Estados se encuentran de paso desde la tradición  hacia modos de vida más complejos, y la tecnología es pensada como un elemento fundamental para lograr ese cambio (8).
El modelo de la participación, no sólo analiza los medios de comunicación sino también, toma en cuenta la instancia de recepción. La comunicación es entendida como una relación, un intercambio de significados. Estos estudios toman como elementos de análisis a la identidad cultural, la democratización y la participación. El autor inscribe tres corrientes dentro del modelo de la participación:

  • Pedagogía dialógica, de Paulo Freire
  • Propuestas impulsadas por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) sobre acceso, participación y autogestión.
  • Teoría del aprendizaje/ enfoque culturista (8)   

A fines de la década de 1940 se implanta en Latinoamérica el modelo de desarrollo vigente en los países hegemónicos, acompañado de asistencia técnica y económica de Estados Unidos. Los gobiernos locales lo adoptan sin titubear, pero a inicios de la década de 1960 empieza a ser blanco de críticas por parte de intelectuales de la región.  En respuesta al modelo difusionista, surge un movimiento crítico conocido como “Teoría de la Dependencia”, desde el cual se denuncia que los países Latinoamericanos son proveedores de materias primas baratas utilizadas para la obtención de productos manufacturados que luego Estados Unidos vende en la región a un precio elevado. Estas denuncias desnudan la estructura de dependencia que no permite el efectivo desarrollo de la región, sino que favorece al país que se muestra como colaborador mientras logra negocios por demás rentables. Las Teorías de la Dependencia darán paso a los modelos de la participación respecto a la comunicación y el desarrollo.    

A los fines de este trabajo, en lo que respecta al modelo de la participación, analizaremos las propuestas impulsadas por la UNESCO.

Propuestas impulsadas por la UNESCO

En la década de 1970 el terreno político se encontraba marcado por la disputa que enfrentaba a Estados Unidos con la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas: la denominada Guerra Fría. Las dos superpotencias de ese entonces, sostuvieron una carrera armamentística, un enfrentamiento económico e ideológico para imponer su posición a nivel global. Años atrás se había conformado el Movimiento de Países No Alineados (MNOAL), con el objetivo de diferenciar las posiciones del “Tercer Mundo” con las de los países centrales. A partir de ese momento comienzan las denuncias ante organismos internacionales sobre dominación y desequilibrio informativo. Frente a este escenario, los países del denominado “Tercer Mundo” eran numéricamente superiores, puesto que a ellos se sumaban los Estados que, de manera reciente, habían logrado su independencia política (países de Asia, África y América Latina). El Movimiento de Países No Alineados exigía la implementación de un Nuevo Orden Económico Internacional (NOEI) que contemple a sus estados florecientes. Este reclamo fue acompañado por el pedido de un Nuevo Orden Internacional de la Información y la Comunicación (NOIIC), con el objetivo de favorecer las condiciones de descolonización informativa y cultural respecto a los países más poderosos (9).

Las denuncias del Tercer Mundo, fueron escuchadas por organismos internacionales como la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y la UNESCO, quienes encargaron un informe a la Comisión Internacional de Estudio sobre los Problemas de la Comunicación, presidida por Sean MacBride. En 1980 es presentado el trabajo titulado “Un solo mundo, voces múltiples”, más conocido como el Informe MacBride, en el que se evidencian los desequilibrios y la dominación respecto a la cultura y la información (10). En respuesta a dicho informe, en el año 1981, empresarios de Medios de Comunicación de diversos países se reúnen en Francia y firman la Declaración de Talloires titulada “Voces de Libertad” (11).

Durante la década de 1980 avanza el neoliberalismo y las denuncias del Movimiento de Países No Alineados dejan de ser parte de la agenda política internacional, no porque el desequilibrio informativo haya sido terminado, sino porque los países pobres son aplastados por los intereses de las crecientes deudas externas y silenciados con la retirada de la UNESCO de países como Estados Unidos, Japón e Inglaterra con los fondos que proveían a dicha organización.

Este debate no ha sido saldado, incluso fue silenciado y olvidado por los mismos organismos que lo alentaban. Pero a casi treinta años parece reanudarse en la Argentina, a la luz de las discusiones en torno a la “Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual” (LSCA), sancionada en 2009.

Participación en medios de comunicación
La República Argentina se encuentra gobernada bajo la forma denominada democracia representativa. En la misma algunas personas gobiernan (los y las representantes) en lugar de otras. Mediante el voto, los ciudadanos y las ciudadanas eligen a quienes ocupan los cargos gubernamentales. La participación ciudadana es importante para sortear la brecha que existe entre gobernantes y gobernados/as, permitiendo fortalecer la relación de representación y la construcción de una democracia sólida. La participación logra ejercer influencia y control sobre las decisiones del gobierno. Durante la década de 1990, en Argentina, se consolidaron organizaciones de la Sociedad Civil que lentamente introdujeron cambios en la forma de concebir y ejercer la ciudadanía, tendientes a obtener respuestas favorables a sus demandas y problemáticas específicas (12).

La sanción de la Ley de servicios de Comunicación Audiovisual en Argentina  forma parte de un proceso iniciado en la década de 1970 a nivel mundial. Desde ese momento la discusión sobre políticas nacionales de comunicación y el desequilibrio informativo existente entre países centrales y de la periferia, ha tenido períodos de mayor visibilidad en las agendas públicas, tanto de organismos multilaterales como de los centros académicos. Si bien estos temas son discutidos y analizados desde hace décadas, uno de los déficits detectados por quienes pretenden cambios en el terreno de las comunicaciones, es que la ciudadanía no se ha familiarizado con los argumentos que denuncian el desequilibrio informativo (13). Es por ello que centraremos nuestro análisis en la participación en medios de comunicación.

Durante la década de 1970 el Movimiento de Países No Alineados, denuncia la existencia de desequilibrio informativo internacional. Años después estas denuncias llegan a organismos internacionales, y tanto la ONU y como la UNESCO emitieron documentos referidos a dos temas esenciales: la economía y la información. Es en este contexto donde comienzan las discusiones en torno a la aplicación de Políticas Nacionales de Comunicación (PNC) y de un Nuevo Orden Mundial de la Información y la Comunicación (NOMIC), al día de hoy algunos autores sostienen la vigencia de esos reclamos, pero teniendo en cuenta que el escenario actual es distinto al de ese momento histórico (14). Es en esa década cuando se acuñan los conceptos de acceso y participación dentro de los estudios de la sociopolítica de las comunicaciones, estableciendo indicadores que permiten determinar el estado de la democratización de la comunicación.

En el año 1977 la UNESCO elabora un informe final a raíz de la “Reunión sobre la autogestión, el acceso y la participación en materia de comunicación”. El documento señala que el acceso implica “la capacidad del público de tener un contacto más estrecho con los sistemas de comunicación, y más concretamente puede referirse a dos niveles: el de la elección y el de la retroacción”. El nivel de la elección consiste en el derecho de todo individuo a acceder a todo material de la comunicación y que el mismo sea amplio. El nivel de la retroacción implica la interacción entre productores y receptores, participación del público durante las transmisiones, derecho a formular críticas y comentarios, existencia de herramientas para estar en contacto con productores, administradores y directores de medios de comunicación (15).

El informe también hace referencia a las primeras conceptualizaciones sobre comunicación, en las que esta noción era considerada como mera transmisión de mensajes, su papel era el de informar e influenciar a las personas. Décadas después se entiende a la comunicación como un proceso de interacción, en el que se intercambian información y experiencias. En esta última concepción aparece la instancia de recepción, la audiencia, y con ella los reclamos respecto de la participación de la sociedad civil en la comunicación en la producción, en la adopción de decisiones y en la planificación.

De acuerdo a lo postulado por el documento la participación referida a medios de comunicación puede ser analizada en tres niveles: por la intervención de la población en la producción de mensajes; por la injerencia en la toma de decisiones; y por la contribución para la formulación de planes y políticas. Tomando en cuenta estos tres niveles observaremos la participación ciudadana en el texto la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual 26.522 de la República Argentina.

Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual de la República Argentina
Cristina Fernández asumió la presidencia de la República Argentina el 10 de diciembre del año 2007, durante su primer gobierno se expresa la necesidad de contar con una nueva ley de servicios de comunicación sancionada en democracia y se le asigna al licenciado Gabriel Mariotto -interventor del Comité Federal de Radiodifusión (COMFER)- la tarea de elaborar una propuesta de ley convocando a un grupo de expertos.

En el inicio de las sesiones del Poder Legislativo en el año 2009, la Presidenta anuncia que será enviada la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual al Congreso. El 18 de marzo es presentada la propuesta en el Teatro Argentino de La Plata y se anuncia que recorrerá el país a fin de ser discutida en Foros Participativos de Consulta Pública. Muchos de los puntos fundamentales del anteproyecto son producto de reclamos históricos de diversas organizaciones sociales.
Previamente, en el año 2004, se conformó la Coalición por una Radiodifusión Democrática, en la que se agruparon diferentes actores de la Sociedad Civil que defendían la sanción de una nueva normativa referida a los servicios de comunicación. De esta unión surge el documento “21 puntos básicos por el derecho a la comunicación”, que posteriormente se convertiría en fuente del proyecto de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual.

El proyecto de ley recorrió diversas ciudades del país y fue presentado en 24 foros. En los mismos se encontraban presentes, entre otros, público en general, miembros de diferentes organizaciones, políticos locales, estudiantes y profesores universitarios, periodistas, empresarios de medios de comunicación y miembros del COMFER. Finalmente la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual (26.522), fue promulgada por la Cámara de Senadores en la madrugada del día 10 de octubre de 2009.

La Ley 26.522 expresa en sus artículos la necesidad de promover el desarrollo de las producciones audiovisuales con una orientación federal y también la de crear ámbitos de participación. El artículo N° 2 en uno de sus párrafos dice lo siguiente:

“El objeto primordial de la actividad brindada por los servicios regulados en la presente es la promoción de la diversidad y la universalidad en el acceso y la participación, implicando ello igualdad de oportunidades de todos los habitantes de la Nación para acceder a los beneficios de su prestación”(16).

A diferencia de lo ocurrido en la década de 1970, que las iniciativas parecieran surgir de los Estados respecto de las políticas de la comunicación, en Argentina la LSCA comienza a tomar forma a partir de la conformación de la Coalición por una Radiodifusión Democrática, y luego será el gobierno quien se encargue de diseñar una propuesta de ley.

En el texto de la norma también se explicita el interés en la participación ciudadana en los medios de comunicación. Una muestra de ello es la reserva del 33% de las localizaciones radioeléctricas planificadas, en todas las bandas de radiodifusión sonora y de televisión terrestres, en todas las áreas de cobertura, para entidades sin fines de lucro y la creación de la Defensoría del Público de Servicios de Comunicación Audiovisual (16). De lo antes expuesto se desprende que, desde la creación del proyecto de ley existe la intención de abrir espacios de discusión y participación en lo que respecta a la sanción y cumplimiento de la norma que desplazó al Decreto-Ley 22.285 firmado durante la última dictadura cívico-militar (1976-1983). 

Conclusiones
La noción de progreso marcaba el camino desde el atraso hacia la industrialización. Todos los países alcanzarían el progreso, sin ningún tipo de mediación o regulación, algunos rápidamente y otros más tarde. Cuando esta idea es criticada y se denuncia que el progreso de algunos países es fruto del atraso de los demás, emerge la figura del Estado y con ella el concepto de desarrollo. Las primeras conceptualizaciones sobre desarrollo guardan relación con la noción de progreso, porque se medía sólo desde variables económicas. Desde esta mirada se sostenía que llevando tecnología a los sectores sin acceso a la misma se lograría el progreso. Las Teorías de la Dependencia denuncian las intenciones escondidas detrás de los programas impulsados desde los “países desarrollados”, y postulan otro modo de entender al desarrollo en América Latina.
Durante la década de 1970 el Movimiento de Países No Alineados, denuncia la existencia de desequilibrio informativo internacional. Años después estas denuncias llegan a organismos internacionales, y tanto la ONU y como la UNESCO emitieron documentos referidos a dos temas esenciales: la economía y la información. Es en este contexto donde comienzan las discusiones en torno a la aplicación de Políticas Nacionales de Comunicación (PNC) y de un Nuevo Orden Mundial de la Información y la Comunicación (NOMIC), también en este momento se discute en torno a  los conceptos de participación y acceso.

Estas discusiones abandonan los espacios gubernamentales en América Latina con los golpes de Estado y los gobiernos neoliberales. En Argentina en el año 2004 queda conformada la Coalición por una Radiodifusión Democrática. La necesidad de modificar la normativa vigente para alcanzar progresos en materia de medios de comunicación social existía, el cambio se percibía como una posibilidad de mejora. Es el año 2009 cuando los organismos del Estado se hacen eco de estos reclamos y tomando como base los postulados teóricos sobre la comunicación y el desarrollo elaboran el proyecto de ley que se discutió en los Foros Participativos de Consulta Pública. Conceptos como acceso y participación aparecen en el texto de la ley, nutridos por el modelo de la participación y teniendo en cuenta los niveles establecidos por la UNESCO para analizar la democratización de los medios de comunicación.

La Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual existe como la norma que dio estatuto legal a reclamos históricos de diversos sectores de la sociedad argentina, ahora es necesario detenerse a observar cuáles son los procesos participativos que surgen con la aplicación de la Ley, porque si la participación ciudadana es concebida como un proceso y una instancia fundamental de construcción democrática, es imposible agotar su análisis en la sanción de la norma. El ejercicio democrático continúa, entre otros aspectos, en la instancia de aplicación de la Ley, en la construcción de nuevos mapas mediáticos locales, en la producción de contenidos propios de las ciudades de rango medio y en las herramientas que permiten a ciudadanos y ciudadanas contribuir en la planificación de políticas de comunicación (17).


Referencias


1. Arendt, Hannah. Sobre la violencia. Madrid: Alianza, 2006. Volver al texto


2
. Pardo, Rubén. “Verdad e historicidad: el conocimiento científico y sus fracturas”. En: Díaz, Esther (ed.). Posciencia. Buenos Aires: Biblos, 2000. Volver al texto


3. Ibarrola, María de. “Enfoques sociológicos para el estudio de la educación”. En: Torres, A. y González, G. Sociología de la educación: corrientes contemporáneas. Buenos Aires: Miño y Dávila, 1994. Volver al texto

4. Mumford, Lewis. Técnicas autoritarias y democráticas. En: Anthropos, Barcelona, no. 14 (abr. 1989). Volver al texto


5.
Adorno, T.; Horkheimer, M. Dialéctica del iluminismo. Buenos Aires: Sudamericana, 1988. Volver al texto


6.
Cimadevilla, Gustavo. “Tocarle la cola al león: una lectura del desarrollo a través de sus condiciones de intervención”. En: Aprea, Gustavo (comp.). Problemas de comunicación y desarrollo. Los Polvorines:Universidad Nacional de General Sarmiento; Buenos Aires: Prometeo, 2004. Volver al texto


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8. Vásquez Ríos, Aldo. “Enfoques teóricos en la comunicación para el desarrollo: perspectivas”. Cultura, ISSN-1817-0285. Lima: Universidad de San Martín de Porres, año 22, nº 18 (2004). Volver al texto


9. Argumedo, Alcira. Los laberintos de la crisis: América Latina: poder transnacional y comunicaciones. Buenos Aires: Puntosur-ILET, 1987. Volver al texto


10. Mac Bride, S. et al. Un solo mundo, voces múltiples: comunicación e información en nuestro tiempo. México: Fondo de Cultura Económica, 1993. Volver al texto


11. “Voces de Libertad 83: Prensa libre, pueblo libre”, cocumento final de la reunión de Talloires. En: Cuadernos de Información, Santiago de Chile: Universidad Católica de Chile. Facultad de Comunicaciones, no. 1 (1984). Volver al texto


12. Gravano, Ariel. “La proyección del enfoque etnográfico hacia la facilitación organizacional en procesos participativos de planificación urbana”. Horizontes Antropológicos, Porto Alegre, año 15, no. 32 (2009), p. 81-114. Volver al texto

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15. Informe Final de la Reunión sobre la autogestión, el acceso y la participación en materia de comunicación. Organización de las naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura.  Belgrado (Yugoslavia), 18-21 de octubre de 1977. Volver al texto

16. La Ley de Comunicación Democrática. Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual 26.522, Bernal: Universidad Nacional de Quilmes; Defensoría del Público, 2013. Volver al texto

17. Becerra, M.; Mastrini, G.; Marino, S. “El proceso de regulación democrática de la comunicación en Argentina”. En: Derecho a Comunicar: revista científica de la Asociación Mexicana de Derecho a la Información, México, año 1, no. 1 (2011). Volver al texto
 
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