Es muy jodido perder la memoria, así es como Marcos Kurtycz (artista visual y de performance) puntualiza este lamentable hecho de olvidar aquello que se ha vivido. Ante esta realidad, el presente número trata de articular un ejercicio de reconstrucción de memoria a través del arte. Quizá, como la biblioteca de Alejandría, cualquier archivo está fundado en el desastre (o su amenaza), destinado a convertirse en una ruina que no puede eludir para siempre (Hal Foster, 2004). Ante una realidad del siglo XXI que podemos clasificar como “desechable” y que se nos presenta mediante un formato fast food, el arte –más que nunca- se proyecta como ese artífice para revertir el desastre del que nos habla Foster. La resistencia está contra el presente, contra “este” tiempo y construye en presente el tiempo por venir, que se abre en el acto mismo resistente, surge como posibilidad, como sueño y deseo, como gesto que se aventura hacia un mañana (Maria Inés García Canal 2004). Este número se aventura a ser un acto de resistencia.
El primer artículo nos habla de una memoria interactiva, contenida por los museos. Estos espacios en donde los discursos curatoriales, las tendencias contemporáneas y los nuevos coleccionistas se entrelazan para formar identidades que traspasen fronteras. En el otro extremo, encontramos intolerancia frente al arte, misma que se hace presente al remembrar los actos fundamentalistas que han atacado al arte en pleno siglo XXI. Finalmente, Carla Prat (autora del artículo) nos habla de la memoria no sólo desde el pasado, sino como un elemento para descifrar el presente y para construir el futuro.
En la segunda entrega nos topamos con un texto que abre un diálogo entre el teatro, la resistencia cultural y el regreso al poder del partido hegemónico en México. El autor narra el trabajo de una compañía teatral universitaria que a través de su montaje trata de revisar los 71 años ininterrumpidos del Partido Revolucionario Institucional (PRI) en el poder, así como su regreso en 2012 tras 12 años de “alternancia”. La obra teatral nos reta desde el título: Derretiré con un cerillo la nieve de un volcán, y Christian Gómez acepta dicho reto desde una visión particular, la cual se refleja en su artículo.
La literatura se presenta como contendedor natural de memoria. Revisando autores de perspectivas tan diversas como Umberto Eco, Roland Barthes, Ernest Hemingway, entre otros, Gilberto Pérez nos recuerda las razones que nos acercan a la lectura. En este trabajo, se recolectan diversas obras literarias que han resistido –sí, volvemos a la resistencia- el paso de los años y que nos permiten entender el tiempo y el espacio en las cuales se escribieron.
Este número cierra con un artículo que realiza una instantánea de una nación que sigue sangrando y cuyas heridas aún punzan. Maribel Escobar analiza en su artículo la realidad de un México que sigue resistiendo, a través de acciones culturales que tratan de enfrentarse pacíficamente a la violencia diaria. Dos movimientos específicos: Bordados por la paz y 43 Papalotes, rememoran hechos ocurridos en Cuernavaca, Tlataya, Ayotzinapa, y muchos otros sitios dentro de un país en donde la violencia ha permeado. Para no olvidar que todos los cuerpos sin nombre son nuestros cuerpos perdidos (Uribe, 2012).
Estos cuatro artículos nos recuerdan que la memoria no sólo se construye por medio de los mass media o las redes sociales, sino por medio de expresiones artísticas. El arte tiene una capacidad intrínseca para ser un arte de lo posible, de lo imaginario y para ayudarnos a recuperar el futuro cuando aparece como una anticipación, como aquello que trae el cambio y lo anuncia (Bago & Majaca, 2012). |
Patronato de Arte Contemporáneo (PAC) (2004). Resistencia: memoria del SITAC 3. México.
Bago, Ivana; Majaca, Antonia (2012), Andando hacia adelante, contando hacia atrás. México: MUAC.
Uribe, Sara (2012). Antígona González. México: Sur+ediciones. |