Hablar de las tesis es  ubicarse de lleno frente a un vocablo con pluralidad de significados, según se  las aborde como producciones, procesos educativos o momentos clave en la  formación de los científicos y en sus trayectorias académicas. Asimismo, se las  significa desde la palabras pero también desde las imágenes, de modo tal de  lograr una mayor y más completa comprensión de aquéllas. 
         
        Un primer y básico  significado hace referencia al último de los requisitos académicos para obtener  el título de licenciado, magister o doctor en la Argentina, aunque desde los  últimos años las universidades han optado por reemplazar la tesis de  licenciatura por el trabajo final (TF) o, por el trabajo final integrador  (TFI), y en algunos casos, esto ha sido solo un cambio de denominación y no de  sustancia.  
         
                En otros términos, las tesis  aparecen determinadas como productos incluidos en un género de escritura  específico.  Al respecto, Carlino  sostiene que la producción de la tesis es uno de los aprendizajes de prácticas  y procedimientos complejos y supone un gradual movimiento del ordenamiento  externo a la autorregulación. Además, implica un proceso de inmersión paulatina  en una nueva cultura, la cultura investigativa de una comunidad disciplinar  determinada que comprende métodos, formas de análisis, argumentación y  discursos específicos. Por ello, necesita no solo del compromiso personal de los  tesistas y de sus directores, sino también del soporte externo o institucional  que sostenga los procesos.   
                 
        A su  vez, Narvaja de Arnoux informa que la tesis es un género de escritura  desafiante para el estudiante debido a sus características genéricas globales y  específicas según las culturas disciplinares. Señala, además, que requiere de  aprendizajes específicos, de un nivel de teorización original, de una  integración superior de conocimientos y de una capacidad de organización y  regulación autónoma de la tarea; posibles de adquirir mediante un dominio de la  escritura pocas veces obtenido con anterioridad a la formación doctoral. Esto  pone al descubierto la ardua, exigente y desgastante tarea que implica realizar  una tesis de licenciatura en ciencias humanas y sociales en el marco de los  actuales condicionamientos operantes en el nivel de grado.  
         
        Se hace  necesario que el estudiante obtenga una representación del género a través del  contacto con quienes transitan los procesos de tesis y con quienes los  finalizaron. El taller (o seminario), como instancia formativa, resulta  esencial para la adopción del modelo genérico y la adecuación a los  requerimientos disciplinares.  
         
        Se habló de las tesis en  tanto producciones académicas vinculadas con la finalización de carreras de  grado y posgrado, es tiempo de abordarlas, ahora, como uno de los micro  procesos universitarios más reconocidos por sus exigencias y/o por sus  connotaciones negativas vinculadas a las dificultades,  limitaciones, quejas y obstáculos expresados,  con frecuencia, por sus protagonistas.  
         
        Es preciso destacar que, en  la formación universitaria de grado, existen otros procesos relevantes a escala  micro como los de lectura académica, escritura científica, práctica profesional  (entre otros); sin embargo, éstos han sido y son más estudiados, mientras que las  tesis incluidas en los planes de estudio como espacios curriculares  obligatorios, aparecen con un menor grado de institucionalización, y por  consiguiente,  de visibilidad en nuestras  universidades.  
         
        Además, dichos procesos de  tesis incluyen el reconocimiento de la diversidad de sujetos que junto a los  tesistas posibilitan, acompañan, lentifican y obturan su elaboración; se hace  mención de los directores, los responsables de áreas de gestión, los  coordinadores de carreras, los docentes de seminarios y talleres, los docentes,  los metodólogos, otros tesistas, los pares, los familiares, las parejas, entre  otros. Por más solitarias que se perciban las trayectorias, la realización de  las tesis “nunca constituyen un acto solitario” en tanto la escritura es experimentada  como un acto social intervenido por varias voces y que tiene coordenadas  espacio-temporales imprecisas, tal como lo manifiesta Colombo. 
         
        En ese sentido, los procesos  de tesis necesitan del compromiso y responsabilidad de los tesistas junto al de  todos y cada uno de los protagonistas institucionales. La eficacia de cualquier proceso  educativo (como la elaboración de la tesis) está relacionada con la mayor  participación del estudiante en los aprendizajes. Por eso, las aulas y las actividades que  en ella se producen son fundamentales para la retención o la persistencia. Los estudiantes  participan en la vida intelectual de la institución y las aulas (físicas o no)  acogen a las pequeñas comunidades de aprendizaje  en las que profesores y estudiantes trabajan. El  éxito de los programas de retención y de cualquier programa universitario  depende de la construcción de comunidades donde todos los estudiantes estén  involucrados en la vida social e intelectual de la institución, según Tinto, esto les permite adquirir  una voz valiosa durante el proceso educativo.  
         
        Se propone extender estos  conceptos a las micro comunidades de directores y tesistas, que son, en  general, tan poco visibles en la formación de grado de las universidades  argentinas en ciencias sociales y humanas, y que se traduce en la escasez o  inexistencia de lugares institucionales de reunión, en el no reconocimiento del  tiempo invertido en esos procesos educativos, en la inexistencia de registros  de ellos, entre otros.  
         
        Un matiz relevante que  esclarece y otorga un significado particular a las tesis proviene de recuperar  las experiencias de los tesistas, y ello es posible cuando se los mira a la  cara, se los escucha con atención y respeto, se juzga importantes sus relatos,  y se está convencido de que es posible mejorar nuestras prácticas en base a lo  aprendido.  
         
        Los procesos de tesis, a su  vez, muestran varias facetas relevantes, la vinculada con los tesistas con los  directores, con los evaluadores, con los actores institucionales y con los  gestores de políticas institucionales. Cada protagonista ofrece una perspectiva  de análisis diferente para los estudios, dado que se mira los procesos desde  roles y responsabilidades distintas. La convergencia de datos provenientes de  las diversas perspectivas permite comprenderlos de manera cabal y tomar las  decisiones más acertadas. Además, a mediano y largo plazo, pueden servir de  insumo para el diseño de políticas remediales y de las que promueven las tesis  como parte de la cultura de la investigación institucional. 
         
        Por  último, las tesis son momentos clave en la formación de los científicos (o  deberían serlo),  el espíritu científico debe  estar presente desde el nivel de grado y es aconsejable, la adopción del modelo  de la “universidad investigativa”, que permitiría a los estudiantes formarse  para la investigación académica y para la resolución de problemas profesionales,  de acuerdo con Camilloni. 
         
        Asimismo, la producción de  las tesis posibilita formar a los colegas investigadores con los que hacer la  ciencia en equipo. En dicha formación los “maestros” brindan los conocimientos  tangibles y los intangibles; los primeros incluyen a los sustantivos o  teórico-disciplinares, en tanto los segundos, son más sutiles y se refieren a  los estilos de pensamiento, los métodos no codificados de trabajo, el sentido  de cómo hacer las cosas, las orientaciones amplias. Clark intenta mostrar esta  distinción realizando una analogía con la música: lo tangible son “las  palabras, el libreto”; lo otro, como quiera llamársele, es “la música”, la  práctica misma de la investigación es un almacén de dicho conocimiento. 
         
        Es necesario conformar y  consolidar comunidades de estudiantes-investigadores y de  docentes-investigadores en las que se enseñe y aprenda el oficio en el hacer de  la ciencia, tal como sostiene Wainerman. Este modo de socialización profesional  es tradicional en las ciencias experimentales y resulta más marginal en las  ciencias sociales y humanas, en especial, en el nivel universitario de grado. 
         
        Entonces, las tesis de  licenciatura pueden convertirse en el primer paso para quienes elijan la  carrera académica, pero de no ser así, al menos puede ser un momento excelente  para la adquisición de herramientas y destrezas científicas necesarias en el  desarrollo profesional y en la realización de futuros posgrados.  
         
        Se  culmina este editorial con la esperanza de que se construyan espacios en los que  “aniden” los tesistas, los directores de tesis y los integrantes de los equipos  de investigación en el nivel universitario de grado, eso permitirá que los  procesos de tesis sean transitados con mayor acompañamiento y cobijo.         |