Los motivos que nos llevaron a explorar  sobre las trayectorias de los tesistas de grado, allá por 2008, fueron  diversos. Por un lado, la escucha frecuente de expresiones de los sujetos que  informaban sobre sus incertidumbres, angustias, parálisis, desmotivaciones, sentimientos  de orfandad, dificultades asociadas con la escritura académica y avatares  relacionados con el cursado en una universidad nueva (Uader), entre otros. 
         
Por otro lado, algunos de los  integrantes del equipo trabajábamos en docencia en materias metodológicas  (metodología de la investigación, seminario de tesis), en dirección y  evaluación y en áreas de gestión de tesis. Desde estos lugares también  advertíamos algunas problemáticas relacionadas con los tesistas y sus tesis. 
 
Además, no existían las políticas  institucionales ni la planificación de estrategias para encarar y resolver  dichas problemáticas. Aparecía como un tema encubierto del cual pocos hablaban  y “nadie se hacía cargo”. 
 
Explorar y describir los procesos de  tesis nos permitió visibilizar un entramado de diferentes dimensiones que los  atraviesan: los momentos, los protagonistas y los recorridos grupales.  
 
En 2013, elaboramos el informe del  estudio, principal antecedente de estos artículos, y destacamos, al menos, dos  cuestiones importantes. La primera es la comprobación de que los tesistas  sintieron malestar en relación con sus procesos de tesis; la segunda, y en  simultáneo, es la emergencia de las personas que se preocuparon y ocuparon para  que ellos transitaran  sus procesos más  acompañados y orientados y/o con menos dolor y desgaste. Las experiencias  narradas permitieron identificar entre esas personas a los directores,  docentes, pares, amigos, novios y familiares.  
 
Además, los entrevistados invistieron  ciertos momentos de los procesos de investigación en los que confluyeron y  oscilaron las emociones negativas y positivas. Del mismo modo, los aprendizajes  obtenidos posibilitaron las transformaciones subjetivas, institucionales y  contextuales, que en general, motivaron la apertura a nuevos horizontes. 
 
A su vez, consideramos que los  procesos de enseñanza y de aprendizaje universitarios deben orientarse hacia  las preguntas y no hacia las respuestas. En tal sentido, el deseo de saber de  los estudiantes motorizó, en general, los procesos de tesis, lo que se  evidenció en la utilización de la energía individual y de los recursos  subjetivos que cada uno de ellos puso en juego. Es menester recordar que hacer  una tesis es una instancia educativa exigente, y por ende, conlleva esfuerzo,  dedicación y compromiso. 
 
Sin embargo, cuando este deseo personal  está presente, necesita del andamiaje institucional para dar lugar a  experiencias educativas agradables y recordables. 
 
Luego de la investigación originaria,  surgieron tres tesis de licenciatura asociadas con los procesos de tesis y  también abordadas desde la perspectiva de los tesistas. Dos de ellas fueron defendidas  en Paraná, durante 2016, las de Marcela de León y la de Carmela Ferreira, la  restante, de Mariana Baravalle, se encuentra en proceso de realización. 
Además de esto, surgió un nuevo proyecto  de investigación institucional sobre la dirección de tesis en grado y posgrado  que recupera la voz de otro protagonista clave: el director. Otras tres tesis  finalizadas se desprendieron de dicho proyecto: la de Daniela Vivas, de  maestría, la de Romina Minoura y de Germán Neironi (tesis conjunta) y la de  Marianela Monti, ambas de licenciatura. 
 
Las ideas que comunicamos  estuvieron inspiradas y guiadas por el respeto y el cariño hacia los tesistas y  fueron la base de nuestro trabajo anterior y del actual que ofrecemos a los  lectores. Como toda indagación, la nuestra, puede considerarse provisoria, pero  este estatuto de provisorio también puede significarse como punto de partida  para nuevas reflexiones y, para encarar nuevos estudios en relación con  temáticas educativas que ponen en primer plano la experiencia de los y las  estudiantes universitarios.   
 
Por último, estamos  convencidas de que la clave, para desarrollar los procesos educativos,  atraviesa por el compromiso y la  responsabilidad de quienes habitamos las universidades y las reinventamos,  permanentemente, para que sean cálidos espacios humanos de construcción  personal y colectiva.        |