Revista Argentina de Humanidades y Ciencias Sociales
ISSN 1669-1555
Volumen 16 nº 2 (2018)

EDITORIAL

Las convergencias de una dispersión: prácticas académicas, positivismo y crítica en acto
por Sonia Sanahuja

Doctorante en Ciencias Sociales en la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, con estancia de investigación en la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo.
sonia.sanahuja@gmail.com

 
 
Para citar este artículo: Rev. Arg. Hum. Cienc. Soc. 2018; 16(2). Disponible en internet:
http://www.sai.com.ar/metodologia/rahycs/rahycs_v16_n2_00.htm
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Este número se gestó bajo el yugo de dos condiciones (¿será posible que algunos yugos anticipen circunstancias o espacios de libertad? ¿será que sin opresión no hay liberación, más allá o más acá de lugares comunes?): se reunirían textos de mujeres investigadoras, por un lado; por el otro, propuestas que se constituyeran de hecho en cierta forma de crítica de algunos dispositivos positivistas, es decir en acto, sin que fuera requisito desplegar una discusión epistemológica en el cuerpo de los textos o exponer metodologías sin corsets, alivianadas y humanas, conscientes del error y la impostura, así como reflexivas y críticas. No era necesario, entonces, explicitar los modos de esquivar o conjurar las argucias y metamorfosis de las tan diversas formas en las que las posturas y lógicas positivistas, quizás detractadas en los mismos trabajos en cuyas páginas siguen colándose entre líneas, por debajo, por detrás o por el costado de las dinámicas y lógicas de la investigación propuesta; posturas que logran como cucarachas sobrevivir el embate de un pisotón que las atonta, pero no las elimina. Como todo, esto tiene una historia.

No son pocos los espacios académicos en los que futuros posgraduados con título, tanto de programas de maestría como doctorales, son hostigados de manera sistemática y en extremo naturalizada. Esto expone al menos dos cuestiones que se emplazan en los pliegues de la piel más humana de las academias: muchos de quienes ya son doctores (que son los encargados de aceitar los engranajes del hostigamiento), lamentablemente una gran mayoría, actúan como si el haber conseguido un título de este tipo los pusiera en un lugar de absoluta e indiscutible sapiencia, misma que además se inviste de una cierta gestualidad grandilocuente y severa, acompañada del inefable entrecejo fruncido, probablemente por el esfuerzo de pensar de manera tan elevada y compleja, así como de las señas lingüísticas, faciales y de outfit que son verdaderos indicadores empíricos de estar ubicado exactamente en la cuadrícula personal donde se exhiben las evidencias de un saber supremo, precisamente aquel del que ya nunca serán desposeídos, porque ahí se quedará,  yacente,  formando fósiles.

Como ya será evidente al lector atento, este cúmulo de detalles que define la silueta inconfundible de señores y señoras doctoras, es pasible de leerse existencialmente como la geografía humana más acabada de una suprema contradicción respecto de pretendidas dinámicas no positivistas, que muchos de ellos dicen asumir y propiciar… Los detalles de gesticulación y las maneras afectadas, son parte del preciosismo de las escenografías académicas de una vanidad inextinguible (como las cucarachas) que más bien tiene que ver con cierta condición humana y no escasa bajeza personal.

Entonces, asomándose entre la maleza de un positivismo que se resiste a desaparecer y que va cambiando máscaras sin cambiar el rostro -ni borrar el rastro-, las incertezas de ciertos trazos en las propuestas que dieron lugar a estos artículos que aquí hoy se presentan, develan una rica diversidad de temas que van floreciendo en el terreno fértil de tesis potenciales o ya presentadas. Las mismas que en su empeño, han sobrevivido al maleficio positivista de una performance evaluativa realizada por doctos que dictaminan la insuficiencia de “rigores científicos” en los trabajos presentados en diversos coloquios y numerosas exposiciones.

Al inicio, hablé de dos condiciones de selección de artículos; una era la que acabo de referir acerca del autoritarismo dogmático (paradoja de la empresa científica que sigue esquivando pisotones), inherente a toda empresa positivista; la otra condición mencionada tiene que ver con que se integrarían artículos escritos por investigadoras, no para darles voz porque como podrán apreciar al leer sus trabajos, ellas tienen la propia, sino como una forma de militancia reinvindicatoria frente a una historia de la ciencia que se narra en masculino. Así, sin más preámbulos, anticipo en lo que sigue los trabajos que este número integra.

Con argumentos que, como señalan sus autoras, “se sostienen a partir de la teoría de género expuesta por Judith Butler y Simone de Beauvoir, desde donde se explica que la desigual condición y posición de las mujeres impacta en todos los aspectos de su vida incluyendo el laboral y el deportivo”, y por recurso a la conexión situada en el vértice generado por una teoría del género y operaciones de análisis discursivo, Beatriz Méndez de Dios y Azul Castelli Olvera exponen el caso de las jugadoras integrantes de las selecciones femeniles actuales en contextos de opresión, en los que la misoginia imperante impacta corrosivamente en su vida personal y su realización deportiva.

En el artículo que le sigue, se expone un análisis en el que, desde la lectura de Pierre Bourdieu, un clásico ya de la sociología contemporánea, Sandra Dimas Márquez concilia dicotomías que dejan ver la necesaria constitución de un punto de vista crítico del positivismo, toda vez que señala aquello que éste niega de raíz y de plano: la idea de ciencia y conocimiento, puesto que al ubicarla en un lugar de reflexión y crítica, desubica, saca de ubicación, la certeza positivista de una ciencia que no puede ser idea porque es “la” ciencia; es decir, es lo que es, una existencia positiva ante la cual la idea de ser una idea es una imposibilidad básica y fundante.  En sus palabras, se trata de “[…] uno de los tantos problemas a los que se enfrenta hoy en día la producción de conocimiento en las ciencias sociales, lo cual se encuentra estrechamente relacionado con: la idea que se tiene sobre ciencia y conocimiento, ya que ésta viene importada desde los iniciales planteamientos investigativos de las ciencias naturales con el positivismo, y que a la fecha mantienen vigencia en las ciencias sociales, reduciendo el campo de análisis a una mera explicación causal, fetichizando el estatuto de cientificidad de las ciencias sociales y desacreditando otras formas de hacer ciencia social […]”.

A continuación, Jennifer Quiroz en “Paisajes teóricos: identidad propia, identidad de los demás y los planteos de la individuación”, despliega un ejercicio constructivo-deconstructivo, en su trabajo por definir puntos de acceso a un concepto elusivo, referido a un proceso no conclusivo, en el que se gesta la convergencia compleja y no contradictoria de lo social y la individuación como componentes dinámicos de la identidad; identidad que es abordada en su doble vida de proceso y de entidad conceptual. Así, la autora parte de pensarla como constante y cambiante; como moviéndose en la cadencia de una definición del sí mismo que siempre ocurre a partir del otro, señalando que “se modifica en el encuentro con el Otro, cuya mirada tiene un efecto sobre ella. La identidad se sitúa siempre en un juego de influencias con los otros”. La cosificación del concepto queda herida, inaugurando en su coraza una apertura posible que la autora explora para hallar maneras alternativas de pensar la identidad.

Para finalizar la selección de textos y desde una propuesta metodológica “que parte del paradigma de inferencias indiciales al analizar variantes e invariantes de series fotográficas visualizando su relación hipertextual y estética”, Rosalía Guerrero Escudero nos presenta un análisis que “se desarrolla teóricamente de acuerdo con la historia social del arte y el marco referencial de la cibercultura” y que constituye su objeto de estudio en la “dialéctica existente entre los usuarios, la interfaz y la imagen que se presenta en el ciberespacio”. Su propuesta se asienta en los terrenos empíricos del uso de Facebook para la producción y consumo de fotografías, en el marco de la propuesta estética y la cibercultura que dispone esta red social.

Tal como Foucault lo plantea, no hay continuidad, sino discontinuidades diversas que van tejiendo espacios nuevos donde aquello que se considera certeza vuelve a ser cuestionado evidenciando las condiciones mismas de su constitución en problema, exactamente allí donde ciertos regímenes de verdad pretenden imponerse desde la permanencia y, precisamente, la continuidad. La dispersión de estos relatos también inaugura convergencias, como las que nos ocupa y acerca de las cuales los doctos que ya hemos mencionado, prefieren la reiteración y la quietud, en un espacio ascético, objetivo, incuestionable. Esta integración de artículos es un ejercicio, uno entre muchos posibles, uno en su propia dispersión…

 

 
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