Revista Argentina de Humanidades y Ciencias Sociales
ISSN 1669-1555
Volumen 16, nº 2 (2018)

Paisajes teóricos: identidad propia, identidad de los demás y los planteos de la individuación
por Jennifer Quiroz Fragoso

Universidad Politécnica Metropolitana de Hidalgo

jennifer_quiroz_f@icloud.com
 
 
Para citar este artículo: Rev. Arg. Hum. Cienc. Soc. 2018; 16(2). Disponible en internet:
http://www.sai.com.ar/metodologia/rahycs/rahycs_v16_n2_01.htm
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Resumen

La concepción de identidad fue incorporada al campo de las ciencias sociales a partir de las obras de Erickson a mediados del siglo XX, esto debido a que empleó el término “egoidentidad” en los estudios que realizó sobre los problemas que enfrentan los adolescentes y las formas en que pueden superar las crisis propias de su edad. Erickson concibe a la identidad, como “un sentimiento de mismidad y continuidad que experimenta un individuo en cuanto tal” (Erickson, 1977: 586) (1) lo que se traduce en la percepción que tiene el individuo de sí mismo y que surge cuando se cuestiona ¿quien soy?
La identidad supondrá entonces un ejercicio de autorreflexión, a través del cual el individuo pondera sus capacidades y potencialidades, tiene conciencia de lo que es como persona; sin embargo, como el individuo no está solo, sino que vive en sociedad, el autoconocimiento implica reconocerse como miembro de un grupo, lo cual, a su vez, le permite diferenciarse de los miembros de otros grupos.
Palabras clave: identidad, tutoría, etiqueta.

 

Abstract

The conception of identity was incorporated into the field of social sciences from the works of Erickson in the mid-twentieth century, this because he used the term "egoidentidad" in the studies he did on the problems faced by adolescents and the forms in which they can overcome the crises of their age. Erickson conceives identity as "a feeling of sameness and continuity that an individual experiences as such" (Erickson, 1977: 586); what is translated in the perception that the individual has of himself and that arises when questioned, who am I?
The identity will then be an exercise of self-reflection, through which the individual ponders their capabilities and potential, is aware of what is as a person; However, as the individual is not alone, but lives in society, self-knowledge implies recognizing oneself as a member of a group; which, in turn, allows you to differentiate yourself from members of other groups.
Keywords: Identity, tutoring, etiquette.

 
 

Introducción al concepto de identidad

Para Valenzuela (2000) (2) el concepto de identidad es uno de los más polisémicos y utilizados hoy en día en el lenguaje cotidiano. La noción de identidad se puede referir a: el estado o hecho de permanecer igual bajo condiciones diferentes; la condición de ser uno mismo y no otra persona diferente; una persona interesante, famosa, con autoridad moral; las diferentes dimensiones distintivas de las personas o cosas; el estado o hecho de ser uno mismo a lo largo del tiempo; la semejanza exacta en naturaleza o cualidades, y un ejemplo o punto de igualdad o semejanza.

De igual forma para Gergen (1997) (3), desde una postura posmoderna, se llega a cuestionar la existencia de “algo” a lo que se podría llamar identidad, y se propone como más conveniente hablar de la disolución del Yo y la identidad. En otras palabras, la identidad de género o sexo, por ejemplo, no gira alrededor de su realidad biológica y material sino de la manera en que se entiende o se le da significado a través de los discursos que existen en una cultura particular. La construcción de la identidad es un proceso colectivo, debido a que se requiere reflexionar intersubjetivamente acerca de diversas representaciones, experiencias y saberes especializados. Esta reflexión les permite ejercitar su autonomía intelectual, describir sus experiencias, descubrir entre todos lo que les es común y lo que los diferencia, lo que esperan de su profesión y lo que hacen. De este modo, es a partir de este proceso de reflexión intersubjetiva que se generan colectivos críticos que articulan los procesos subjetivos [a] acerca de sus representaciones y se construye socialmente la identidad (Prieto, 2004) (4). Además, la identidad según el Dossier para una educación intercultural (octubre de 2002), puede ser definida como conjunto articulado de rasgos específicos (edad, estado civil, religión, etc.), pero también como un sistema de símbolos y valores que permite afrontar situaciones cotidianas. Opera como filtro, para decodificar e interactuar a partir de ello.  El repertorio de formas de pensar, sentir o actuar, está en continua recreación, y presenta, además, ciertas características como:

    • La identidad es compuesta: está relacionada con grandes corrientes culturales y también limitada a ella, estos subconjuntos (la pertenencia a ellos) que operan sobre la identidad pueden ser: clase social, profesión, sexo, religión, etc. La identidad es la síntesis que cada uno hace de los valores y de los indicadores de comportamientos transmitidos por los diferentes medios a los que pertenece. Integra esos valores y esas prescripciones según sus características individuales y su propia trayectoria de vida.
    • La identidad es dinámica: como permanencia aparece ligada a la identidad. Se confunde la identidad con lo que en una persona se mantiene estable en el tiempo. Sin embargo, el entorno, el paso del tiempo, por ejemplo, operan cambios en la identidad, de modo que es constante y cambiante a un mismo tiempo. El sentimiento de identidad permanece en tanto que el sujeto consigue dar a la alteración el sentido de continuidad. La adolescencia es un buen ejemplo. Los cambios que se producen en esta etapa de la vida son tan fuertes, profundos y visibles que todos los seres humanos tienen más o menos dificultades para pasar este escollo. Las dificultades acaban cuando el joven llega a reconocerse como la misma persona, aunque diferente.
    • La identidad es dialéctica: lo que sugiere que la construcción de la identidad no es un trabajo solitario e individual. Se modifica en el encuentro con el Otro, cuya mirada tiene un efecto sobre ella. La identidad se sitúa siempre en un juego de influencias con los otros: "estoy influido por la identidad del Otro y mi identidad influye en la suya". En un constante movimiento de ida y vuelta, los otros me definen y yo me defino con relación a ellos. Estas mutuas definiciones revisten la vía de señales con mensajes verbales y no verbales, como la elección de un vestido o de un peinado.

La identidad puede ser construida desde la singularidad, por lo que su función desde de lo colectivo sería preservar la herencia del pasado (Bartolomé Pinar, 2002) (6); debe considerarse, además de esta postura del autor, que la identidad debe construirse en la colectividad, es decir que ésta no existe sin el otro, debe construirse en la dialéctica con el otro, si bien representa la conservación de la herencia, no sería idóneo mantener una tradición equívoca, carente de significación. La identidad se construye activamente y retomando a Almudena (2002)(7) la construcción de ésta consiste en desarrollar diversos mecanismos cognitivos que permitan tener la sensación de control suficiente en la realidad, independientemente del control real que, en sí mismo, el individuo posea. Entonces, ¿cómo se realiza la selección de la realidad y la interpretación del mundo?

Vera y Valenzuela (2012) (8) retoman de Brewer los diferentes tipos de usos del concepto identidad: el que agrupa definiciones localizadas en el auto-concepto, como la identidad de género, la identidad racial y étnica, y la identidad cultural; que se deriva de las relaciones interpersonales entre roles; la percepción del “yo” como parte integral de la unidad social, implica la participación activa del individuo en la construcción de la identidad de la unidad o agrupación. Además, los autores hacen hincapié en el capital de la identidad, el cual es una adquisición: en un momento dado es el conjunto de activos que un individuo ha acumulado biográficamente a partir de sus intercambios sociales y, el estilo de identidad; un constructo que se refiere al uso preferencial de una estrategia de solución de problemas o un mecanismo de afrontamiento, es decir, representa un modo usado por la persona para enfrentarse a situaciones cotidianas que tienen un impacto significativo sobre su identidad personal y su biografía. Los mismos autores situaron la identidad en cuatro vertientes:

    • Identidad consolidada: implica la exploración y compromisos personales realizados, con resultados adaptativos asociados con el logro.
    • Moratoria o demorada: es decir, con exploración presente, pero no compromiso; se permanece en constante búsqueda a pesar de la incertidumbre.
    • Identidad enajenada: implica no exploración personal y compromiso ajeno asumido; asociada con pensamiento conservador y rigidez.
    • Identidad difusa: no exploración y no compromiso asumidos; asociado con apatía y distanciamiento emocional.


Siguiendo a Almudena (2002) (7) existen dos factores que se atribuyan a los fenómenos de la naturaleza y el modo de representación que utilice esa ordenación. En primer lugar, la mente necesita imponer orden a la realidad a través del tiempo y el espacio, debido a que estos establecen relaciones posicionales entre hechos observables; colocan en relación a los hechos desordenados de la experiencia, de forma que ésta se convierta en un conjunto ordenado, coherente y con sentido el tiempo; y elegir referencias caracterizadas por un movimiento recurrente, lo que sirve como elemento de orden y de referencia de una realidad desordenada. El segundo factor implicaría la conexión que se establece entre la mente humana y el mundo, lo que se da a través de la representación que de él se hace.

Como se ha podido apreciar la construcción de la identidad es compleja. Cada ser humano en los roles que desempeña, tiene que pasar por los procesos de aprehensión, ordenación y representación de la realidad para su construcción. De acuerdo con Taguenca (2016) (9) la identidad debe ser entendida no como un todo constituido de una vez y para siempre, sino como una combinación de elementos que se adecuan a las circunstancias estratégicamente al poseer los individuos una caja de herramientas culturales apropiadas para cada situación y lugar. También nos posibilita comprender que las singularidades son fruto de múltiples combinaciones sociales que las reproducen constantemente, aunque de maneras diferentes.

 

La identidad propia y la identidad de los demás

En primer lugar, se abordará la identidad basada en la obra de Dubar (2000) (10) en la que hace referencia a tres tipos de identidades: identidad individual, la identidad de los demás y la identidad colectiva. Según el autor, la identidad es el producto de una sucesiva socialización, porque la socialización significa participar de una serie de transacciones entre los cuerpos individuales y sociales que la rodean; de allí que se postula la existencia de una socialización primaria (familiar) y una secundaria.

Se puede definir la socialización como la internalización de las normas y referencias que permite llegar a ser un miembro de un grupo social, al verse a sí mismo como tal, y actuar de manera adecuada en este grupo. Dubar (2000) (10) habla de socialización primaria para referir a la que se da dentro de la unidad familiar y conforma el centro de la identidad. En cuanto a la socialización secundaria, es la que continúa durante toda la vida y que se funda en los diferentes ámbitos sociales en los que el sujeto se inscribe o por los que transita, como por ejemplo los círculos profesionales.

La socialización temprana tiene referencias en la psicología genética. Desde esa perspectiva, Piaget establece etapas de desarrollo, vinculadas conceptualmente a las relaciones entre explicaciones sociológicas, psicológicas y biológicas, para enfocar y categorizar los hechos de socialización. Estas explicaciones basadas en diferentes órdenes, siguiendo ahora a Dubar (2000) (10), refieren a los estados de desarrollo a través de los cuales el niño construye su identidad.

Entonces, de acuerdo con Dubar (2000) (10), la identidad se forma a partir de los procesos de socialización primarios y la socialización secundaria en adultos, la cual se desarrolla principalmente en contextos de la vida laboral. De allí que el autor hable de una doble identidad: la de uno mismo y la de otros. La identidad de los demás es el resultado del proceso de asignación de identidades por instituciones o actores que interactúan con el individuo. La identidad por sí mismo se refiere al trabajo de interiorización de los rasgos de identidad de los individuos por ellos mismos.

Cuando estas dos definiciones de identidad están en desacuerdo, las estrategias para la construcción de identidad se sitúan en dos vertientes: en primer lugar, el objetivo de hacer frente a las transacciones del individuo con su entorno asignado entre una identidad y la identidad de los trabajos requieren de ajuste por sí mismo. La transacción-objetivo o externa está unida a la identidad relacional. Es la dependencia entre la identidad deseo de un individuo y la identidad asignada a la misma: el individuo tiende a ajustarse a la identidad relacional. En segundo lugar, en cuanto a la transacción subjetiva o interna, que está relacionada con la identidad biográfica, la resultante entre la propia identidad profesional para el individuo y la que le es asignada, surge de la operación subjetiva y objetiva que son componentes de la identidad del individuo que, por su acción, le permitirá construir su identidad. De esta forma, el enfoque de Dubar (2000) (10) permite entender el concepto de identidad a través de su origen y a través de los fenómenos de socialización,

Según Larrain (2003) (11) no pueden existir las identidades personales sin las identidades sociales y viceversa. Existe una distinción analítica, pero eso no significa que puedan darse sino recíprocamente; además, las identidades personales son formadas por identidades colectivas culturalmente definidas, pero éstas no pueden existir separadamente de los individuos. Existen diferencias entre identidades individuales y colectivas: una primera diferencia tiene que ver con que las identidades individuales tienen contenidos psicológicos, desde los cuales pueden describirse; en cambio, las identidades colectivas no se pueden describir por medio de estos contenidos. Otra diferencia consiste en que mientras que las identidades individuales normalmente tienen un solo relato identitario más o menos integrado, las colectivas poseen varios discursos identitarios.

Para Bauman (2007) (12) la teorización de la identidad no está agotada y, antes bien, su discurso en la medida que bucea en lo profundo del tema aspira a revelarnos más acerca de la situación actual de la humanidad. Para el autor el proceso de la individualización, aparejado a la modernidad, no es otra cosa que la consecuencia de la liberación humana de sus destinos sociales y la confrontación con la tarea ardua y solitaria de construirse otra identidad humana con las responsabilidades y consecuencias de su realización. La modernidad reemplaza, pues, la pre-determinación de una posición social por una autodeterminación compulsiva y obligatoria.

Según Bauman (2007) (12), las afirmaciones planteadas sobre la identidad, más o menos en términos homólogos a los descritos por los clásicos de la sociología, son válidas para todas las épocas y todos los estamentos sociales. De esta forma, la clase social, por un lado, y el género por otro -adicionalmente, la ideología propia del nacimiento del Estado nación, que conformaba un discurso de ámbito socioterritorial sobre el que gravitaban aquellos estamentos- determinaban la elección individual y, además, parecían increíblemente dados por sentado, naturales, por lo que no eran cuestionados, de modo que  “la tarea que les quedaba a los individuos no era otra que encajar, incrustarse en el nicho asignado comportándose como lo hacían sus residentes ya establecidos”.

En la “modernidad líquida” no sólo las colocaciones individuales sino también los nichos o espacios de identificación socio/cultural a los que los individuos pueden tener acceso y en los cuales pueden desear establecerse, se están fundiendo a toda velocidad y difícilmente pueden adecuarse a objetivos del tipo “proyectos de vida”. En La sociedad individualizada (2007) (12) Bauman insiste sobre dos ideas para una mayor precisión respecto de la naturaleza del tema identitario. Por un lado, retoma a Beck y Castells, asentando su convicción de que no está el hombre moderno en condiciones de dar respuestas individuales ante una situación cuyas causas lo desbordan por su alto grado de abstracción y diferenciación; lo que además se relaciona con la creación de condiciones que generan vacío de contenido de las instituciones democráticas y la privatización del ámbito público, por lo que la acción individual resulta incapaz de hacer frente a las fuerzas desintegradoras y abstractas, al tiempo que deja de ser un acto racional.

Por otro lado, el autor señala más que hablar de identidades es mejor hablar de identificación, para dar cuenta de su carácter inacabado, incompleto o inconcluso en permanente construcción y siempre abierto; su vigencia debe asumirse no como un residuo de la primera modernidad, ni como defecto que se arrastra venido de las eternas interrogantes sobre el sentido del hombre, sino como compañero natural de la globalización. Así, “las guerras de la identificación no son contrarias a la tendencia globalizadora ni se interponen en el camino: son un vástago legítimo y un compañero natural de la globalización y, lejos de detenerla, le engrasan las ruedas” (Bauman, 2007 p. 171) (12).

Berger y Kellner en Un mundo sin hogar (1979) (13), exponen que la identidad deja de ser un hecho dado objetiva y subjetivamente y pasa a ser un proyecto difícil, inacabado, en crisis permanente por las fuerzas que presionan sobre él a ritmos globalizados. Para Berger y Kellner (13) la identidad moderna es:

    • Especialmente abierta: la biografía del hombre moderno es una constante migración de mundos de vida social y, al mismo tiempo, es la realización sucesiva de una serie de posibles identidades.
    • Especialmente diferenciada: las estructuras de cada mundo de vida social se experimentan como inestables y poco fidedignas.
    • Especialmente reflexiva: reflexividad que no sólo ocurre sobre el mundo exterior, sino y particularmente hacia la subjetividad del individuo y particularmente sobre su identidad y, especialmente individuada.

     

Identidad individual

Desde mi punto de vista y en función de los conceptos expuestos aquí, la identidad es la capacidad de la persona de ser objeto de sí misma, esta identidad se forja en el transcurrir de la vida cotidiana, es el constante desempeño de roles; estos roles que desempeñamos, las experiencias que vivimos, las imágenes que recibimos de los demás e incluso de nosotros mismos son múltiples y complejos; la identidad es aquello que organiza e integra un todo, es un interminable proceso y es lo que da sentido a la experiencia. Taylor (1993) (14) afirma que la identidad se designa como algo equivalente a la interpretación que hace una persona acerca de quién es y de sus características definitorias fundamentales como ser humano. Nuestra identidad se moldea en parte por el reconocimiento o por falta de éste; a menudo también por el falso reconocimiento de otros.

La identidad personal es una construcción continua y el intento por conservar algo, la forma de sí mismo y su contenido varía histórica y culturalmente; es una construcción social. Así lo maneja Valenzuela (2000) (15) en sus cuatro configuraciones identitarias:

• Identidad segregada, cuando el actor se identifica y afirma su diferencia independiente de todo reconocimiento por parte de otros.
• Identidad hétero-dirigida, cuando el actor es identificado y reconocido como diferente por los demás, pero él mismo posee una débil capacidad de reconocimiento autónomo.
• Identidad etiquetada, cuando el actor se auto identifica en forma autónoma, aunque su diversidad ha sido fijada por otros.
• Identidad desviante, en cuyo caso existe una adhesión completa a las normas y modelos de comportamiento que proceden de afuera, de los demás; sin embargo, la imposibilidad de ponerlos en práctica induce a rechazarlos mediante la exasperación de la diversidad.

Entender quién se es implica tratar de comprender, desde la categoría de la identidad, la forma en que cada uno se ve a sí mismo, la interpretación que hace de su persona, moldeada mediante el diálogo permanente entre uno mismo y la sociedad. Es decir que la acción -y la vida de las personas-, es moldeada cotidianamente a medida que la persona observa que su conducta es un reflejo de las acciones de quienes le rodean. Para Taylor (1993) (14) “la identidad se forma por procesos sociales. Una vez cristalizada, es mantenida, modificada o aun reformada por las relaciones sociales... recíprocamente, las identidades producidas por el interjuego del organismo, conciencia individual y estructura social, reaccionan sobre la estructura social dada, manteniéndola, modificándola o aun reformándola”.

El sentido, según Berger y Luckmann (2001) (16), se constituye dentro de la conciencia humana: en la conciencia del individuo, que está individuado en un cuerpo y ha sido socializado como persona. La conciencia, la individuación, la especificidad del cuerpo, la sociedad y la constitución histórico-social de la identidad personal son características de nuestra especie. La conciencia en sí sola no es nada, es siempre conciencia de algo, existe sólo en la medida en que dirija su atención hacia un objeto, hacia un propósito, la conciencia no existe en forma independiente y el sentido es una forma más compleja de la conciencia, pues existe una dependencia mutua.

La identidad es un proceso social de construcción individual de personalidades, donde existe el respeto a la pertenencia de grupo, debiéndose reconocer dentro de cada grupo social las aspiraciones, potencialidades y así poder reforzar la cohesión e identidad colectiva. La identidad como tal, se conforma personalmente, en diálogo de experiencias con la sociedad y, en especial, con los grupos sociales dentro de los que el individuo convive con otros y se siente parte.

La noción de identidad situacional lleva a la idea de que los sujetos introyectan una experiencia vinculada a diferentes espacios, escenarios o lugares sociales, lo cual define ideas de quién se es, quién se ha sido y cuáles son las posibilidades objetivas de ser. Así todos y cada uno de los individuos que convivimos dentro de una sociedad en común desempeñamos papeles muy importantes y nuestra forma de involucrarnos en el desarrollo de la comunidad es determinante, porque esto genera consecuencias, positivas o negativas para los que nos rodean.

Los factores socioculturales están presentes en la construcción identitaria desde la familia, la misma universidad, la escuela [b] en donde se fue formado; la sociedad, la cultura, la profesión y la situación histórica. De acuerdo con Jolivet (1963) (17), la construcción identitaria entonces resulta producto de la socialización, debido a que los sujetos atraviesan durante sus trayectos vitales por diferentes situaciones, caracterizadas por diferentes factores; a su vez, pertenecieron a diversos grupos que desarrollaron otros factores. Entonces, ¿qué factores son los que más tributan en la construcción identitaria? ¿Cuáles se retoman? ¿Cuáles se desechan?

 

Identidad colectiva

Considero que existen grados de coherencia colectiva donde con las acciones actúa la conciencia en las personas, es por eso que la condición más importante para que la identidad personal se desarrolle sin perturbaciones es la misma cohesión grupal, si no se cumple este requisito, aumentan las probabilidades de que ocurran crisis de sentido de pertenencia al mismo.

Con frecuencia las crisis de sentido son tanto subjetivas como intersubjetivas, lo que lleva a su vez a considerables consecuencias de características estructurales dentro de las sociedades modernas. Respecto de las crisis de identidad, se puede ejemplificar perfectamente con las cifras ascendentes en las estadísticas de divorcio, refiriéndose esto como consecuencia de una crisis del sentido al matrimonio. La identidad social según refiere Reguillo (1995) (18), se construye en la interacción con otros sujetos que participan de características comunes en función de su posicionamiento social: nosotras las mujeres, nosotros los obreros, nosotros los jóvenes, etc. Son recortes construidos que atienden a los modos de relación en el sistema social de producción y organización.

Por lo anterior es explicable que las estructuras de las sociedades modernas se basen en el sentido de pertenencia, valores y condiciones de los individuos que se encuentren inmersos en estas, por lo mismo hay congruencia entre los sujetos y la sociedad en común. Socialmente se garantiza la formación de la identidad personal y hay un alto porcentaje de sentidos compartidos en las comunidades de vida.

Para Dubet (2007) (20) cada actor [c] dentro de una institución, entonces, se posiciona en una lógica un tanto estratégica en la que defiende sus objetivos, lo cuales pueden presentarse de manera similar a los de los demás, la crisis se situaría institucionalmente en la capacidad de poder, en tanto poder de influir en los demás y en el choque de intereses y poderes del colectivo con similar estatus y rol. Como lo afirma Dubet (2007) (20), la institución a la que se integra o pertenece el actor, le precede, puesto que éste no elige las normas, ni los valores, ni los roles que se le asignan o que están pensados antes de su arribo. ¿La identidad de los actores está pensada, preconcebida? ¿Es un factor de control construido para su apropiación? El actor social para este autor nunca es un sujeto real, sino que es definido por su deseo de ser el sujeto de su vida, aunque nunca lo logre totalmente.

 

Para finalizar

“La identidad tomada objeto de análisis sociológico significa el resultado provisorio, subjetivo y social, biográfico y estructural originado en diversos procesos de socialización”; estas palabras de Dubar (1997) (10) permiten la reflexión y problematización de la noción de identidad [d].  El autor propone además un cuerpo teórico y conceptual [e] que puede ser considerado como base para la investigación de los procesos de construcción y deconstrucción de identidad sociales.

El reconocimiento de la identidad en el ser humano como resultado de una hermenéutica del sí mismo (sentido de continuidad y discontinuidad / carácter personal y social), revela el poder que tiene sobre las motivaciones (o desmotivaciones) más íntimas de las personas.  Appiah [f] (2007) (26) reconoce que la configuración de una vida se produce a partir del carácter, las circunstancias, la constitución psicológica, las creencias y las preferencias, las cuales no son restricciones, sino materiales para elegir, por tanto, la identidad es una respuesta interpretativa a nuestros talentos e incapacidades y al cambiante contexto social.  Tiene un movimiento dialéctico, pues, al final, esas capacidades y circunstancias también son producto de lo que la identidad lleva a hacer.

Es la autodeterminación a la que hace mención Bauman (2008) (27), la supuesta supremacía de la libertad individual y la autonomía ajena a toda atadura para forjarse su proyecto vital con su horizonte abierto, pero también con su soledad, la preocupación por la identidad en los tiempos modernos, se vinculan a la perdurabilidad mientras que, en la posmodernidad, por el contrario, lo que prevalece es cómo evitar su fijación. La estrategia está motorizada por el horror a los límites y la inmovilidad (Bauman, 2008) (27). 
 

Notas

[a] Lidia Girola (2012) (5) establece que si la objetivación implica seleccionar y separar elementos que permiten construir lo que Moscovici llama el “núcleo figurativo” de la representación, el anclaje liga la representación social con el marco cultural de referencia de la colectividad. Según Morán, las representaciones tienen tres condiciones de emergencia: la dispersión de la información; la focalización y la presión a la inferencia. El aspecto constructivo es constituyente y el aspecto construido es constitutivo. Conceptos vinculados a la representación son: opinión, actitud, ideología, creencia, estereotipo e imagen.
[b] Para Dongo (2009) (19) los factores sociales tienen que ver con la transmisión educativa y cultural: “tienen que ver con las tradiciones culturales educativas que varían de una sociedad para otra. Es en esas presiones sociales diferenciadas que se piensa cuando se habla en “factores sociales”. Es en esta forma de factor que se piensa cuando las competencias cognitivas varían de una sociedad a otra, particularmente de las diversas lenguas capaces de ejercer una acción importante tanto en la estructura de las propias operaciones como sobre el contenido de ellas”.
[c] Para Oliveira (2014) (21), Chapelier (2014) (2011) (22), Penso (2011) (23), Valliant (2007) (24) y Gergen (1997) (25) entender la construcción de la identidad tiene que ver con perpetuar patrones de enseñanza y aprendizaje que permitiría evaluar desde una perspectiva diferente la forma como los actores de este fenómeno construyen identidad.
[d] Para Dubar (1997) (10), una identidad profesional representa una construcción social más o menos estable según la temporalidad, que surge tanto de un legado histórico como de una transacción. Es decir, se trata de la identidad que resulta del sistema de relaciones entre participantes de un mismo sistema de acción y, siempre según Dubar (1997), de un proceso histórico de transmisión generacional, de reconocimiento institucional y de interiorización individual de las condiciones sociales que organizan cada biografía. Esta identidad individual y colectiva hace referencia a un proceso de socialización vinculado con la noción de profesión.
[e] En Dubar (1997) (10) la identidad no es otra que el resultado a la vez estable y provisorio, individual y colectivo, subjetivo y objetivo, biográfico y estructural, de los diversos procesos de socialización que, conjuntamente, construyen los individuos y definen las instituciones.
[f] Dubet y Martuccelli (1998) (28) por ejemplo hacen referencia al proceso de socialización e individualización de forma paralela, afirmando que la experiencia se desarrolla en tres lógicas de interacción: la socialización (explicada como la interiorización de normas o roles, en este caso la etiqueta –siguiendo a Appiah (2007) (26)-, la subjetivación (refiriendo al desarrollo de la subjetividad personal: gustos, intereses, deseos, lo que conlleva a las y los sujetos a establecer una línea que separe su él yo del nosotros) y por último la actuación instrumental (es decir, la utilidad de la inversión con visión a futuros proyectos, considerando recursos y experiencia).
 

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  27. BAUMAN Z. (2008). Modernidad líquida. México: Fondo de Cultura Económica.
  28. DUBET, F. y D. MARTUCCELLI (1998). En la escuela. Sociología de la experiencia escolar, Buenos Aires.
 
 
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