Revista Argentina de Humanidades y Ciencias Sociales |
Volumen 16, nº 2 (2018) |
Paisajes teóricos: identidad propia, identidad de los demás y los planteos de la individuación |
por Jennifer Quiroz Fragoso |
jennifer_quiroz_f@icloud.com |
Para citar este artículo: Rev. Arg. Hum. Cienc. Soc. 2018; 16(2). Disponible en internet: http://www.sai.com.ar/metodologia/rahycs/rahycs_v16_n2_01.htm |
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Resumen |
La concepción de identidad fue incorporada al campo de las ciencias sociales a partir de las obras de Erickson a mediados del siglo XX, esto debido a que empleó el término “egoidentidad” en los estudios que realizó sobre los problemas que enfrentan los adolescentes y las formas en que pueden superar las crisis propias de su edad. Erickson concibe a la identidad, como “un sentimiento de mismidad y continuidad que experimenta un individuo en cuanto tal” (Erickson, 1977: 586) (1) lo que se traduce en la percepción que tiene el individuo de sí mismo y que surge cuando se cuestiona ¿quien soy? |
Abstract |
The conception of identity was incorporated into the field of social sciences from the works of Erickson in the mid-twentieth century, this because he used the term "egoidentidad" in the studies he did on the problems faced by adolescents and the forms in which they can overcome the crises of their age. Erickson conceives identity as "a feeling of sameness and continuity that an individual experiences as such" (Erickson, 1977: 586); what is translated in the perception that the individual has of himself and that arises when questioned, who am I? |
Introducción al concepto de identidad |
Para Valenzuela (2000) (2) el concepto de identidad es uno de los más polisémicos y utilizados hoy en día en el lenguaje cotidiano. La noción de identidad se puede referir a: el estado o hecho de permanecer igual bajo condiciones diferentes; la condición de ser uno mismo y no otra persona diferente; una persona interesante, famosa, con autoridad moral; las diferentes dimensiones distintivas de las personas o cosas; el estado o hecho de ser uno mismo a lo largo del tiempo; la semejanza exacta en naturaleza o cualidades, y un ejemplo o punto de igualdad o semejanza. De igual forma para Gergen (1997) (3), desde una postura posmoderna, se llega a cuestionar la existencia de “algo” a lo que se podría llamar identidad, y se propone como más conveniente hablar de la disolución del Yo y la identidad. En otras palabras, la identidad de género o sexo, por ejemplo, no gira alrededor de su realidad biológica y material sino de la manera en que se entiende o se le da significado a través de los discursos que existen en una cultura particular. La construcción de la identidad es un proceso colectivo, debido a que se requiere reflexionar intersubjetivamente acerca de diversas representaciones, experiencias y saberes especializados. Esta reflexión les permite ejercitar su autonomía intelectual, describir sus experiencias, descubrir entre todos lo que les es común y lo que los diferencia, lo que esperan de su profesión y lo que hacen. De este modo, es a partir de este proceso de reflexión intersubjetiva que se generan colectivos críticos que articulan los procesos subjetivos [a] acerca de sus representaciones y se construye socialmente la identidad (Prieto, 2004) (4). Además, la identidad según el Dossier para una educación intercultural (octubre de 2002), puede ser definida como conjunto articulado de rasgos específicos (edad, estado civil, religión, etc.), pero también como un sistema de símbolos y valores que permite afrontar situaciones cotidianas. Opera como filtro, para decodificar e interactuar a partir de ello. El repertorio de formas de pensar, sentir o actuar, está en continua recreación, y presenta, además, ciertas características como: |
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La identidad puede ser construida desde la singularidad, por lo que su función desde de lo colectivo sería preservar la herencia del pasado (Bartolomé Pinar, 2002) (6); debe considerarse, además de esta postura del autor, que la identidad debe construirse en la colectividad, es decir que ésta no existe sin el otro, debe construirse en la dialéctica con el otro, si bien representa la conservación de la herencia, no sería idóneo mantener una tradición equívoca, carente de significación. La identidad se construye activamente y retomando a Almudena (2002)(7) la construcción de ésta consiste en desarrollar diversos mecanismos cognitivos que permitan tener la sensación de control suficiente en la realidad, independientemente del control real que, en sí mismo, el individuo posea. Entonces, ¿cómo se realiza la selección de la realidad y la interpretación del mundo? Vera y Valenzuela (2012) (8) retoman de Brewer los diferentes tipos de usos del concepto identidad: el que agrupa definiciones localizadas en el auto-concepto, como la identidad de género, la identidad racial y étnica, y la identidad cultural; que se deriva de las relaciones interpersonales entre roles; la percepción del “yo” como parte integral de la unidad social, implica la participación activa del individuo en la construcción de la identidad de la unidad o agrupación. Además, los autores hacen hincapié en el capital de la identidad, el cual es una adquisición: en un momento dado es el conjunto de activos que un individuo ha acumulado biográficamente a partir de sus intercambios sociales y, el estilo de identidad; un constructo que se refiere al uso preferencial de una estrategia de solución de problemas o un mecanismo de afrontamiento, es decir, representa un modo usado por la persona para enfrentarse a situaciones cotidianas que tienen un impacto significativo sobre su identidad personal y su biografía. Los mismos autores situaron la identidad en cuatro vertientes: |
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Como se ha podido apreciar la construcción de la identidad es compleja. Cada ser humano en los roles que desempeña, tiene que pasar por los procesos de aprehensión, ordenación y representación de la realidad para su construcción. De acuerdo con Taguenca (2016) (9) la identidad debe ser entendida no como un todo constituido de una vez y para siempre, sino como una combinación de elementos que se adecuan a las circunstancias estratégicamente al poseer los individuos una caja de herramientas culturales apropiadas para cada situación y lugar. También nos posibilita comprender que las singularidades son fruto de múltiples combinaciones sociales que las reproducen constantemente, aunque de maneras diferentes. |
La identidad propia y la identidad de los demás |
En primer lugar, se abordará la identidad basada en la obra de Dubar (2000) (10) en la que hace referencia a tres tipos de identidades: identidad individual, la identidad de los demás y la identidad colectiva. Según el autor, la identidad es el producto de una sucesiva socialización, porque la socialización significa participar de una serie de transacciones entre los cuerpos individuales y sociales que la rodean; de allí que se postula la existencia de una socialización primaria (familiar) y una secundaria. Para Bauman (2007) (12) la teorización de la identidad no está agotada y, antes bien, su discurso en la medida que bucea en lo profundo del tema aspira a revelarnos más acerca de la situación actual de la humanidad. Para el autor el proceso de la individualización, aparejado a la modernidad, no es otra cosa que la consecuencia de la liberación humana de sus destinos sociales y la confrontación con la tarea ardua y solitaria de construirse otra identidad humana con las responsabilidades y consecuencias de su realización. La modernidad reemplaza, pues, la pre-determinación de una posición social por una autodeterminación compulsiva y obligatoria. Según Bauman (2007) (12), las afirmaciones planteadas sobre la identidad, más o menos en términos homólogos a los descritos por los clásicos de la sociología, son válidas para todas las épocas y todos los estamentos sociales. De esta forma, la clase social, por un lado, y el género por otro -adicionalmente, la ideología propia del nacimiento del Estado nación, que conformaba un discurso de ámbito socioterritorial sobre el que gravitaban aquellos estamentos- determinaban la elección individual y, además, parecían increíblemente dados por sentado, naturales, por lo que no eran cuestionados, de modo que “la tarea que les quedaba a los individuos no era otra que encajar, incrustarse en el nicho asignado comportándose como lo hacían sus residentes ya establecidos”. En la “modernidad líquida” no sólo las colocaciones individuales sino también los nichos o espacios de identificación socio/cultural a los que los individuos pueden tener acceso y en los cuales pueden desear establecerse, se están fundiendo a toda velocidad y difícilmente pueden adecuarse a objetivos del tipo “proyectos de vida”. En La sociedad individualizada (2007) (12) Bauman insiste sobre dos ideas para una mayor precisión respecto de la naturaleza del tema identitario. Por un lado, retoma a Beck y Castells, asentando su convicción de que no está el hombre moderno en condiciones de dar respuestas individuales ante una situación cuyas causas lo desbordan por su alto grado de abstracción y diferenciación; lo que además se relaciona con la creación de condiciones que generan vacío de contenido de las instituciones democráticas y la privatización del ámbito público, por lo que la acción individual resulta incapaz de hacer frente a las fuerzas desintegradoras y abstractas, al tiempo que deja de ser un acto racional. Por otro lado, el autor señala más que hablar de identidades es mejor hablar de identificación, para dar cuenta de su carácter inacabado, incompleto o inconcluso en permanente construcción y siempre abierto; su vigencia debe asumirse no como un residuo de la primera modernidad, ni como defecto que se arrastra venido de las eternas interrogantes sobre el sentido del hombre, sino como compañero natural de la globalización. Así, “las guerras de la identificación no son contrarias a la tendencia globalizadora ni se interponen en el camino: son un vástago legítimo y un compañero natural de la globalización y, lejos de detenerla, le engrasan las ruedas” (Bauman, 2007 p. 171) (12). Berger y Kellner en Un mundo sin hogar (1979) (13), exponen que la identidad deja de ser un hecho dado objetiva y subjetivamente y pasa a ser un proyecto difícil, inacabado, en crisis permanente por las fuerzas que presionan sobre él a ritmos globalizados. Para Berger y Kellner (13) la identidad moderna es: |
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Identidad individual |
Desde mi punto de vista y en función de los conceptos expuestos aquí, la identidad es la capacidad de la persona de ser objeto de sí misma, esta identidad se forja en el transcurrir de la vida cotidiana, es el constante desempeño de roles; estos roles que desempeñamos, las experiencias que vivimos, las imágenes que recibimos de los demás e incluso de nosotros mismos son múltiples y complejos; la identidad es aquello que organiza e integra un todo, es un interminable proceso y es lo que da sentido a la experiencia. Taylor (1993) (14) afirma que la identidad se designa como algo equivalente a la interpretación que hace una persona acerca de quién es y de sus características definitorias fundamentales como ser humano. Nuestra identidad se moldea en parte por el reconocimiento o por falta de éste; a menudo también por el falso reconocimiento de otros.
Entender quién se es implica tratar de comprender, desde la categoría de la identidad, la forma en que cada uno se ve a sí mismo, la interpretación que hace de su persona, moldeada mediante el diálogo permanente entre uno mismo y la sociedad. Es decir que la acción -y la vida de las personas-, es moldeada cotidianamente a medida que la persona observa que su conducta es un reflejo de las acciones de quienes le rodean. Para Taylor (1993) (14) “la identidad se forma por procesos sociales. Una vez cristalizada, es mantenida, modificada o aun reformada por las relaciones sociales... recíprocamente, las identidades producidas por el interjuego del organismo, conciencia individual y estructura social, reaccionan sobre la estructura social dada, manteniéndola, modificándola o aun reformándola”. |
Identidad colectiva |
Considero que existen grados de coherencia colectiva donde con las acciones actúa la conciencia en las personas, es por eso que la condición más importante para que la identidad personal se desarrolle sin perturbaciones es la misma cohesión grupal, si no se cumple este requisito, aumentan las probabilidades de que ocurran crisis de sentido de pertenencia al mismo. |
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Para finalizar |
“La identidad tomada objeto de análisis sociológico significa el resultado provisorio, subjetivo y social, biográfico y estructural originado en diversos procesos de socialización”; estas palabras de Dubar (1997) (10) permiten la reflexión y problematización de la noción de identidad [d]. El autor propone además un cuerpo teórico y conceptual [e] que puede ser considerado como base para la investigación de los procesos de construcción y deconstrucción de identidad sociales. El reconocimiento de la identidad en el ser humano como resultado de una hermenéutica del sí mismo (sentido de continuidad y discontinuidad / carácter personal y social), revela el poder que tiene sobre las motivaciones (o desmotivaciones) más íntimas de las personas. Appiah [f] (2007) (26) reconoce que la configuración de una vida se produce a partir del carácter, las circunstancias, la constitución psicológica, las creencias y las preferencias, las cuales no son restricciones, sino materiales para elegir, por tanto, la identidad es una respuesta interpretativa a nuestros talentos e incapacidades y al cambiante contexto social. Tiene un movimiento dialéctico, pues, al final, esas capacidades y circunstancias también son producto de lo que la identidad lleva a hacer. Es la autodeterminación a la que hace mención Bauman (2008) (27), la supuesta supremacía de la libertad individual y la autonomía ajena a toda atadura para forjarse su proyecto vital con su horizonte abierto, pero también con su soledad, la preocupación por la identidad en los tiempos modernos, se vinculan a la perdurabilidad mientras que, en la posmodernidad, por el contrario, lo que prevalece es cómo evitar su fijación. La estrategia está motorizada por el horror a los límites y la inmovilidad (Bauman, 2008) (27). |
Notas |
[a] Lidia Girola (2012) (5) establece que si la objetivación implica seleccionar y separar elementos que permiten construir lo que Moscovici llama el “núcleo figurativo” de la representación, el anclaje liga la representación social con el marco cultural de referencia de la colectividad. Según Morán, las representaciones tienen tres condiciones de emergencia: la dispersión de la información; la focalización y la presión a la inferencia. El aspecto constructivo es constituyente y el aspecto construido es constitutivo. Conceptos vinculados a la representación son: opinión, actitud, ideología, creencia, estereotipo e imagen. |
[b] Para Dongo (2009) (19) los factores sociales tienen que ver con la transmisión educativa y cultural: “tienen que ver con las tradiciones culturales educativas que varían de una sociedad para otra. Es en esas presiones sociales diferenciadas que se piensa cuando se habla en “factores sociales”. Es en esta forma de factor que se piensa cuando las competencias cognitivas varían de una sociedad a otra, particularmente de las diversas lenguas capaces de ejercer una acción importante tanto en la estructura de las propias operaciones como sobre el contenido de ellas”. |
[c] Para Oliveira (2014) (21), Chapelier (2014) (2011) (22), Penso (2011) (23), Valliant (2007) (24) y Gergen (1997) (25) entender la construcción de la identidad tiene que ver con perpetuar patrones de enseñanza y aprendizaje que permitiría evaluar desde una perspectiva diferente la forma como los actores de este fenómeno construyen identidad. |
[d] Para Dubar (1997) (10), una identidad profesional representa una construcción social más o menos estable según la temporalidad, que surge tanto de un legado histórico como de una transacción. Es decir, se trata de la identidad que resulta del sistema de relaciones entre participantes de un mismo sistema de acción y, siempre según Dubar (1997), de un proceso histórico de transmisión generacional, de reconocimiento institucional y de interiorización individual de las condiciones sociales que organizan cada biografía. Esta identidad individual y colectiva hace referencia a un proceso de socialización vinculado con la noción de profesión. |
[e] En Dubar (1997) (10) la identidad no es otra que el resultado a la vez estable y provisorio, individual y colectivo, subjetivo y objetivo, biográfico y estructural, de los diversos procesos de socialización que, conjuntamente, construyen los individuos y definen las instituciones. |
[f] Dubet y Martuccelli (1998) (28) por ejemplo hacen referencia al proceso de socialización e individualización de forma paralela, afirmando que la experiencia se desarrolla en tres lógicas de interacción: la socialización (explicada como la interiorización de normas o roles, en este caso la etiqueta –siguiendo a Appiah (2007) (26)-, la subjetivación (refiriendo al desarrollo de la subjetividad personal: gustos, intereses, deseos, lo que conlleva a las y los sujetos a establecer una línea que separe su él yo del nosotros) y por último la actuación instrumental (es decir, la utilidad de la inversión con visión a futuros proyectos, considerando recursos y experiencia). |
Referencias |
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