Comenzada mi labor como psicoanalista y luego de algunas lecturas  que me acompañaron, pero fundamentalmente a partir de un sueño que escuché de  uno de mis primeros pacientes, en el año 2005 se instaló en mí un interrogante  que ahora comparto y que se vio plasmado en una investigación que formó  parte de mi Trabajo Final de Maestría en Psicopatología y Salud Mental  presentada en el Instituto Universitario de Salud Mental (IUSAM). Dicha tesis  se tituló; La elaboración del tiempo. El  uso del tiempo verbal en el sueño manifiesto[3]; si lo inconsciente es  atemporal y el deseo se encuentra ligado a huellas mnémicas indestructibles  (como nos enseña Freud desde el comienzo de su obra); ¿cómo se presenta el deseo en la consciencia? El deseo inconsciente es  atemporal, se manifiesta en la consciencia en tiempo verbal presente, en el  presente atemporal. 
         
Han pasado poco más de  cien años del nacimiento del psicoanálisis y en todo este tiempo quienes  estudiamos lo inconsciente y nos servimos del concepto, ya que lo oímos a  diario en nuestra clínica (todas las líneas teóricas) y lo vivimos en nuestro  propio análisis, no hemos podido conocer aún cómo sucede el pasaje de inconsciente atemporal a la consciencia  donde sí existe el tiempo. ¿El tiempo es una construcción, una creación de  nuestro psiquismo? ¿De qué manera sucede? 
 
Freud señala en su texto La interpretación de los sueños (1900)  que, para elaborar su primera idea de aparato psíquico, le fue decisiva la  argumentación desarrollada por Schopenhauer en 1851 .Lo que sigue es la cita que hace el mismo Freud respecto del  filósofo; “La imagen del mundo nace en  nosotros porque nuestro intelecto moldea las impresiones que le vienen desde  afuera en las formas del tiempo, el espacio y la causalidad”[4]. La  filosofía hizo pensar a Freud, quien hoy nos hace pensar a nosotros, por  ejemplo al preguntarnos ¿cómo se crea (construye, elabora o representa) el  tiempo?  
Eltiempo organiza lo que es caos  (atemporal) en “orden”. Los órganos sensoriales emiten pequeñas  cantidades de descargas hacia el mundo exterior, y también al interior, con el  fin de brindar cierta “estructura lógica” a los elementos y comprender algo de  lo que sucede con el fin de protegerse. El tiempo entonces comienza como una  descarga, un latido, que al inicio de la obra freudiana es comprendido como período y luego ritmo para luego ser pensado por Freud como una unidad de tiempo que brinda cualidad o representación. 
 
Cuando Freud habla del tiempo lo llama representación tiempo. Así se refiere al  tema cada vez que lo propone. Un elemento afectivo se diferencia de la representación porque ésta puede  “transformarse” en una idea. La temporalidad, entonces, es lo representado (lo  que puede ser ideado). Esto nos conduce a un nuevo interrogante ¿A qué sistema  del aparato pertenece el tiempo? O, en otros términos ¿dónde es que se representa  (o construye? La representación cosa (imagen mnémica de la cosa que puede adquirir el estatus de cualidad al  asociarse a la imagen verbal) forma parte de un proceso que se lleva adelante  por el trabajo del Sistema  Percepción-Consciencia, como señala Freud en 1897 en el Manuscrito M, pero también existe la representación de palabra (la  verbalización) y esta función corresponde al Sistema Preconsciente [5].  Las investiduras, actualizaciones psíquicas, alcanzan lo preconsciente y se  transforman en representación de palabra;  por lo tanto la temporalización se relaciona de manera directa con la palabra.  Así, lo que antes carecía de palabras ahora se escucha en un decir que implica  también una acción que si es nombrada se lo hace por el uso de un determinado  tiempo verbal. 
 
Ahora bien, como ya se dijo el tiempo es una  representación. El representante es, en última instancia, representante de la pulsión, o representante representativo, lo que  nos conduce a interrogarnos también acerca del objeto. Las asociaciones de  contigüidad y semejanza transforman al representante  de la pulsión en representación fin, ya que en definitiva ésta se orienta hacia la representación de deseo, y, por lo tanto, al objeto que se busca eternamente. 
 
Este sería uno de los fundamentos de mi investigación: el  deseo inconsciente y la periodicidad de la excitación discontinua brindan el  sentido del tiempo, a través de la palabra (preconsciente) a nivel consciente.  
 
Fue así como llegó el momento de preguntarme ¿cómo se podría investigar la construcción del tiempo? La  forma que he optado es hacerlo a través de una manifestación en la consciencia  que atraviesa lo preconsciente y es una formación inconsciente. Los sueños son “la vía regia de acceso al  descubrimiento de lo inconsciente… y se manifiestan  verbalmente en la clínica como… un  fenómeno de pleno derecho, más precisamente un cumplimiento de deseo”[6].  
 
El deseo es lo que mueve a las formaciones inconscientes  y lo mismo sucede con la fantasía, que como sabemos también son parte del sueño  y colaboran en la forma de temporalizar. Justamente hablando de ellas Freud  dice; “Pasado, presente y futuro son  cuentas de un collar engarzado por el deseo”[7]. Otro interrogante que se desprende de esta  investigación es que al existir diferentes formas de manifestarse el deseo,  según la tipología clínica, también podrían existir diferentes formas de  temporalizar. Así, nos encontramos con que en la histeria, por ejemplo,  el sujeto se acerca al objeto, pero al hacerlo se deja automáticamente de ser  el objeto de su deseo. En el caso de la neurosis obsesiva, en cambio, el  esfuerzo por alcanzar al objeto se vuelve imposible y hasta lo considera  inaccesible. Entonces en la Histeria la descarga parece ser inmediata mientras  que en las obsesiones se necesita de la espera (de más tiempo) y, por lo tanto,  de los rituales. Entonces, la singularidad temporal, en la histeria y la  neurosis obsesiva, no es la misma y depende de las formas subjetivas de rodear  al deseo. Pero esto puede extenderse a otras formas clínicas. Además de las  neurosis de transferencia, ¿qué sucede con el resto de las nosologías? También temporalizan  de manera diferente, incluso en algunas de ellas no lo logran (sobre todo  aquellas en las que prevalece el proceso primario o, si se quiere, en las que  no existe una suficiente discriminación yo/no yo y entre los afectos): en la  manía, por ejemplo, se vive en un presente estrecho que ubica al sujeto  rápidamente en el futuro, mientras que la melancolía lo arrastra hacia el  eterno pasado. En el caso de la esquizofrenia la representación de palabra es tratada como proceso primario, o sea  como representación de cosa, por lo  que no existe temporalización y esto se continúa en las palabras. Así como lo  hacen los niños en este tipo de psicosis se habla en presente, pero no por el  deseo. En el caso de tipología paranoica, sucede lo mismo pero con una  diferencia; la memoria (un tema crucial relacionado con el tiempo). 
 
Revisando la literatura psicoanalítica me sorprendió  encontrarme con que existen teorías implícitas acerca del tiempo en los aportes  de otros psicoanalistas aunque desde una perspectiva bastante diferente de la  que aquí se propone. No hablan del deseo ya que investigan fundamentalmente lo  que llaman patología grave, por lo que a los fines de esta presentación sólo  los voy a nombrar. Entre ellos contamos  con Paul Federn quien, de una manera similar a la de Herbert Silberer,  propone que la despersonalización sucede ante la falta del sentimiento  de unidad del yo respecto del tiempo.Luego, Donald W. Winnicott postula que quien  hace correr el tiempo es la madre (en su función de yo auxiliar) y si el objeto transicional permite la capacidad de  jugar y se entra en la experiencia cultural. De no suceder el self se congela temporalmente con el  consecuente derrumbe mental, incluso  generando un falso self. Por lo tanto, es el objeto quien permite la  construcción del tiempo, la personificación y la continuidad del ser. Siguiendo  una línea semejante, Heinz Kohut considera que la persona  sana deriva de su sentido de unidad e identidad a lo largo del eje temporal,  pero si esa identidad se seca aparece  el trastorno narcisista de la  personalidad. 
 
El argentino David Liberman considera  que la  temporalidad se desarrolla a partir de la espacialidad, en relación con los  ritmos, tanto biológicos como aquellos derivados de las relaciones de objeto.  Ésta se altera en pacientes que recurren a mecanismos  esquizoides.  
 
Otro gran tema es el del  autismo y la retracción que sufren al interferir con “toda” realidad externa.  No hay temporalidad y tampoco posibilidad de construirla. 
 
Hecha esta breve  introducción y alguna forma de recorrido respecto de los antecedentes, y  habiendo recolectado sueños desde el año 2005, llegó el momento de sistematizar  la investigación comenzando por formular las preguntas de investigación: si lo inconsciente es  universalmente atemporal y en el sueño hay cumplimiento de uno o varios deseos  (que son inconscientes y siempre presentes por estar ligado a eso  indestructibles) ¿cómo se presenta el  deseo en una sesión en la que se relata uno o varios sueño/s? ¿Podría existir en  la neurosis una modalidad discursiva también universal para expresarlo, por  ejemplo en tiempo verbal presente? Esto me condujo a otras preguntas: brindar  la cualidad de tiempo a los pensamientos oníricos ¿podría ser otra forma de  deformar el contenido latente?, ¿podría ser la deformación misma una manera de construcción  del tiempo? 
 
El propósito de este  estudio (objetivo general), es compartir con  mis colegas psicoanalistas y profesionales de la Salud Mental mi experiencia,  mi escucha, respecto de creación de la temporalidad. Esto permitiría una mayor  compresión del sueño, pero fundamentalmente del deseo y la forma discursiva de  manifestarse en la clínica. De lo anterior se desprende el objetivo específico de la investigación; determinar la  prevalencia de casos en que el deseo aparece en tiempo verbal presente y si la  misma es significativa respecto de la muestra general.  
 
Hipótesis de investigación; existiría cierta correlación  entre el tiempo verbal formulado en presente (modo indicativo  -fundamentalmente-, subjuntivo e imperativo) y la manifestación inconsciente de  deseo (cumplimiento de deseo). Se plantea que, al ser lo inconsciente atemporal  y también el deseo, la manifestación del mismo, quizás, también pueda serlo.  
En lo manifiesto el  deseo se formularía en tiempo verbal presente. 
 
Como método de investigación que someta a la  aprobación o no la hipótesis, con certeza relativa, fueron necesarios criterios de operacionalización de variables en un  intento de complementar la investigación con estudios cuantitativos de tipo  observacional y retrospectivos. La elección de este diseño fue con el fin de  realizar el cálculo de la proporción que establece si en el momento de medición  se encuentra o no el evento (entendido como relación entre deseo y tiempo  verbal presente).  
 
Respecto del instrumento. La cantidad de sueños recolectados es un número superior  al utilizado, ya que la muestra comenzó a ser recolectada desde el año 2005 hasta  el inicio de la realización de la investigación. Pero sólo se utilizaron  aquellos pertenecientes a pacientes que firmaron el consentimiento informado y  cumplieron con los criterios de inclusión. 
Se utilizaron informes  de sueños de pacientes (entre 19 y 65 años) con diagnósticos diversos (sin  patología traumática), que estuvieron o están en tratamiento. El material (instrumento) utilizado,  entonces, está compuesto por 1224 informes en los que se estudiaron todos los  tiempos verbales utilizados, las asociaciones realizadas junto al resto del  material desarrollado en la historia clínica. Al no existir antecedentes  directos que midan hipótesis similares fue imposible el uso de escalas  preexistentes por lo que se procedió a evaluar en cada sueño los tiempos  verbales en la lengua castellana, a través de variables dependientes e  independientes. 
 
Respecto de los resultados. El evento se presentó en 1088 casos (88,8 %). No  se expresaron en tiempo verbal presente 136 informes de los cuales 96  corresponden a pesadillas, 16 a sueños del pasado recordados en la actualidad  (reconstruidos), y 24 en los que el evento no sucedió por causas aparentemente  desconocidas. Una segunda lectura de estos últimos permitió observar que en  estos pacientes existe una modalidad muy elaborada de presentar los sueños,  como sucede en algunos casos de neurosis obsesivas (o mejor aún en  caracteropatías obsesivas) y en pacientes sobreadaptados. 
Según Freud en los sueños de angustia (pesadillas) no  existe cumplimiento de deseo (la angustia funciona como defensa y despierta al  sujeto) por lo que es lógico que no se manifieste el evento investigado. Esto  se tuvo en cuenta pero se incluyeron igual para no alterar la muestra y porque  permitieron el armado de un grupo control que resultó fundamental hacer una  prueba de diferencia entre porcentajes y calcular el margen de error. 
 
Si quitamos las  pesadillas al total de informes estudiados nos queda 1128 informes en los que  la hipótesis formulada se cumple con una prevalencia del 96%.  
      El  siguiente diseño empleado (caso control) reflejó un margen de error menor a  1/1000, lo que indicaría el porcentaje de efectividad del guardián del dormir.
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