| La crisis de identidad desde la posmodernidad online | 
         
        
          Sebastián Rangel Rodríguez  | 
         
        
          Universidad  Latina de América  | 
         
        
          sebastian.ranr@gmail.com  | 
         
        
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          Para citar este    artículo: Rev. Arg. Hum. Cienc. Soc. 2020; 18(1). Disponible en    internet: 
                    http://www.sai.com.ar/metodologia/rahycs/rahycs_v18_n1_03.htm   | 
         
        
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          Resumen | 
         
        
          El concepto de identidad del ser humano ha sido  complejo de estudiar por el avance exponencial de las estructuras sociales que  se han creado para que el individuo sea funcional dentro de ellas, en el  contexto actual, se observa una evolución de estas estructuras hacia un plano  virtual, en el que la mayoría de las interacciones sociales se llevan a cabo  dentro de las redes sociales online que pretenden facilitar el  funcionamiento de la sociedad. Mediante una revisión bibliográfica, se explica  el concepto de identidad desde la crisis que provoca la migración de las  interacciones sociales, en su mayoría, al plano digital. Se aborda la  problemática partiendo desde el concepto de construcción de identidad en  contraposición con el estudio de la época posmoderna y las principales  problemáticas que se originan en ella, como antecedente inmediato a la época  actual. 
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          | Palabras clave: identidad, redes sociales, online, posmodernidad. | 
         
        
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          Abstract | 
         
        
          The concept of identity for the human being has  been extremely hard to explain due to an exponential advance of the social  structures that have been created for the correct function of the individual  within them. In the current reality, an evolution of these structures towards a  virtual plane is observed, in which most of the social interactions are carried  out within online social networks that aim to facilitate the functioning of the  society itself. Through a bibliographic review, the concept of identity is  explained from the crisis that causes the migration of most of social interactions  to the digital level. The problem is approached starting from the concept of  identity construction itself as opposed to the study of the postmodern era and  the main challenges that originate in it, as an immediate antecedent to the  current era.              | 
         
        
          Key    words: identity, social networks, online, postmodern.  | 
         
        
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          La construcción de la identidad individual  del ser humano es un concepto que siempre ha sido objeto de estudio para  diversas disciplinas y estudiosos alrededor del mundo, al identificarlo como un  cuestionamiento sumamente significativo para la comprensión del ser humano en  cuanto ser, desde la filosofía, la antropología, la sociología o la  psicología.  
Es un tópico general que surge de la  capacidad de pensarse a uno mismo, de poder identificarse como objeto de  estudio y de la necesidad de auto observarse, como individuo y como pieza  fundamental en las construcciones sociales. 
Sabemos que el ser humano es un ser social  por naturaleza. Desde tiempos remotos ha buscado la forma de agruparse entre sus  semejantes para alcanzar sus objetivos de manera más eficiente, mediante la  organización. Objetivos como la recolección, la caza o la construcción de  refugios, fueron las tareas primarias las cuales han evolucionado a la par de  la civilización, tanto en recursos como en complejidad de tareas. Las  civilizaciones actuales distan mucho de las primeras conformaciones sociales en  cuanto a la organización, a sus actividades y progresos, así como en la forma  de interactuar en sociedad. 
                        Estas agrupaciones sociales dotan a quienes  las componen de la construcción de su identidad, por medio de un sentido de  pertenencia en el que los individuos se construyen y reconstruyen de acuerdo  con las características similares que mantienen con los demás miembros de la  agrupación en cuestión.  | 
         
        
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          Construcción  de la identidad | 
         
        
          Autores como Gergen, señalan que el  individuo se identifica mediante el producto de sus relaciones sociales, es  decir, el “yo” es el producto de las relaciones entre seres humanos. (Gergen K. , The Social Constructionist Movement In   Modern Psychology, 1985) 
 
            De esta premisa deriva, desde la visión de  Gergen, que el “yo” es un concepto dotado de cierta multiplicidad, constituido  mediante la relación entre el individuo y la sociedad. Se puede observar que,  así como el individuo evoluciona a través de los años, así lo hacen también las  diversas sociedades en las que se agrupa y, por ende, la propia construcción de  su identidad (Gergen K. , 1996). 
                          Desde la misma perspectiva, podría  cuestionarse si existe o no una identidad real y auténtica que no dependa de la  construcción de las distintas realidades que derivan de los procesos sociales, realidades  que se encuentran en constante dinamismo y variabilidad, es decir, cabe  preguntarse si existe realmente una identidad esencial a priori de las  interacciones sociales. 
               
            En realidad, todos los seres humanos  tenemos el sentido de un “yo”, incluso pareciera que es el primer pensamiento  que surge desde el momento de nuestro nacimiento, pero no como un pensamiento  que parte desde la razón, sino desde una percepción natural que parte de la  autoconciencia. Es, simplemente, el modo en el que sabemos que existimos,  sentimos y tenemos la capacidad de experimentarnos en un “yo soy” o “yo  existo”. No es un pensamiento racional. 
               
            Es crucial entender que, erróneamente, este  primer pensamiento se identifica con la creencia de que somos únicamente  nuestro cuerpo, es un primer condicionamiento que invita a las percepciones  individuales a creer que ese pensamiento primario del ser, es decir, “yo soy”  es únicamente el “yo soy este cuerpo”, y de ello resulta la construcción de  identidad a lo largo de nuestra vida. 
               
            Esto porque cuando recién nos damos cuenta  de nuestro “yo”, comenzamos a compararlo con lo que tenemos al alcance de  nuestras percepciones y sentidos, es decir, con la sociedad en la que vivimos,  el objetivo de esta comparación es comprender al “yo”. Así entendiendo al otro,  nos entendemos a nosotros mismos, el fin sigue siendo el autoconocimiento, pero  se llega a él, primero, a través de una construcción social. 
            Podemos inferir que el “yo” se vuelve un  concepto ya de corte social, y no individual, que depende de la existencia de  los otros. Cada individuo se convierte en una pieza fundamental en las cadenas  de interacciones que conforman a la sociedad y su organización (Gergen K, 1996). | 
         
        
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          Posmodernismo  y su relación con la vida contemporánea | 
         
        
        
          Este interaccionismo social, se ha ido  modificando con el paso de los años porque, tanto el individuo como la  sociedad, están en constante evolución y dinamismo. 
 
            Ahora, en el inicio de la tercera década  del siglo XXI, pareciera que la construcción de identidad de los individuos  deriva no solo de las relaciones interpersonales “cara a cara”, sino en un  plano virtual. La época actual  está caracterizada por “cotidianizar” los avances tecnológicos e invenciones  digitales, ejemplos claros: el internet y las redes sociales. Este nuevo  panorama abre todo un abanico de posibilidades para relacionarse con otros  individuos, crear nuevas agrupaciones sociales, y construir identidades más “diversas”,  además de expandir las redes de comunicación.  
               
            Redes sociales como Facebook, Twitter e Instagram,  por mencionar solo algunas, cuentan con millones de descargas alrededor del  mundo.  Este panorama abre un  cuestionamiento ¿Cuál es el papel de las redes sociales? No solo en cuanto a la  interacción social, sino en la construcción o deconstrucción de identidades en  los individuos que: suben algo a su muro, twittean o crean una historia. 
               
            Muchos autores se han referido a las épocas  recientes como “posmodernismo”, autores como Gilles Lipovetsky, Zygmunt Bauman  o Richard Rorty, quienes analizan las realidades posmodernas desde un sentido  de decadencia en cuanto a las relaciones interpersonales, se refieren a esta  etapa como una época de individualización extrema, de consumismo y de  indiferencia. 
               
            Si bien se considera que el contexto actual  sucede al posmodernismo, no sería posible estudiarlo sin el análisis previo de  este, es decir, el posmodernismo es el referente inmediato de la era actual,  desde la creciente cultura de masas y grandes avances respecto a los medios de  comunicación masiva, esta nueva era ha evolucionado hacia el plano digital; observamos  innovaciones respecto a la robótica, a la inteligencia artificial y  automatización de procesos, así como el auge del internet, solo por mencionar  algunos elementos. 
               
            Partimos de la idea que esta modificación  de las relaciones interpersonales dadas por lo anterior, devienen en una  transformación en la construcción de identidad de los individuos, ya que, como  se ha mencionado, se funda mediante la interacción social, la cual se ha visto  sumamente modificada con el paso de los años. 
               
            Para los autores posmodernos, existe un  proceso de crisis del “yo”, ya que las dinámicas sociales producen un cambio  profundo en la forma de comprenderse como individuos funcionales dentro de una  sociedad. Se entiende que el efecto del posmodernismo es, en palabras de Gergen: apocalíptico, pues a través de él, se  ha sido puesto cuestionado el concepto mismo de la esencia del “yo”. Se observa  que dicho concepto se ha difuminado, así como sus características reales  identificables, como racionalidad, emoción, inspiración y voluntad. 
               
            Esto da como resultado que en la actualidad  sea aún más difícil estudiar la complejidad del concepto, pues este se va  haciendo cada vez más difuso conforme el proceso de interacción social  evoluciona, a la par de los avances y el progreso de la civilización. 
               
            Observamos entonces, que el concepto individual  del “yo” se funde con el concepto del “yo” social, lo cual presenta en cierto  grado una paradoja, pues hablar de posmodernismo es hablar de  individualización, como lo menciona (Bauman, Modernidad Líquida, 2007), “hablar de  individualización y modernidad es hablar de una sola e idéntica condición  social.” 
              Las percepciones anteriores resultan en una  crisis de identidad, pues, por un lado, la sociedad actual está completamente  volcada a un individualismo, y, por otro lado, existe una búsqueda de la  esencia primigenia del “yo” desde un “yo social”, es decir, las personas buscan  su propia identidad desde una perspectiva exógena y no endógena, se buscan en  el otro, y no en sí mismos. 
               
            Bauman señala que la característica de la  vida moderna yace en la necesidad de transformarse en lo que uno “es”. (Bauman, Modernidad Líquida, 2007) Esa transformación  está fundamentada por la misma interacción social, no se entiende como un  descubrimiento, sino como una construcción. 
               
            Ahora, si la crítica de la posmodernidad es  el auge de los medios de comunicación masiva y cómo estos intervienen en las  construcciones de identidades de los individuos, en la época actual, podemos  observar que la masificación, ahora de las redes sociales, así como de nuevas tecnologías  se potencializa de forma global y en tiempo real, provocando una nueva construcción  de identidad, incluso más compleja, o quizás más simple, derivada de las  interacciones sociales que se dan en el plano virtual. 
               
            Respecto a esto, Gergen propondría que las condiciones del posmodernismo conducen a  que los individuos estén en un estado de construcción y reconstrucción  permanente. Cada realidad del “yo” cede paso al cuestionamiento reflexivo de  uno mismo, desde una interpretación individual según las experiencias sociales,  la construcción del “yo” está en constante comparación con las de los otros  individuos. 
               
            Se podría decir, entonces, que actualmente no  existen verdades, simplemente hay interpretaciones individuales de los  fenómenos que podemos percibir por medio de nuestros sentidos. Es una  individualización en masa, las identidades auténticas de cada individuo se  hacen difusas desde su misma búsqueda, porque se busca en los otros, en el  plano social. Es una especie de: individualización falaz. 
               
            Esto ya se arrastraba desde épocas  anteriores, se comprendía cómo ciertas tareas de autoidentificación impuesta a  todos los individuos de una sociedad, mediante la idea de vivir “fiel a su  clase”, o como menciona (Bauman, Modernidad Líquida, 2007), “a la altura de los  vecinos”, de adecuarse a ciertos modelos de conducta, de imitar al otro,  siempre siguiendo un patrón, un mismo molde diseñado para que todos los  individuos que conforman a la sociedad “encajen” en él.  
               
            Así es como la identidad va entrando en un  estado de crisis. En otras épocas la posibilidad de “echar un vistazo” a la  vida del otro no siempre era tan accesible, ahora las redes nos permiten,  mediante un clic, hacerlo (Lipovetsky, 1983). Resume a la posmodernidad como una era  en la que la vida se da en función de las motivaciones individuales, de su  bienestar, de su libertad, de su interés propio, una vida más flexible acorde a  la identidad de cada individuo, excepto que dicha identidad es una falacia pues  depende de un mismo modo de vivir, diseñado igual para todos los individuos. 
                          El mismo Lipovetsky ya hacía esa crítica a  los medios de comunicación masiva – particularmente a la televisión – en la que  le es imposible explicarse que el ser humano promueva la construcción de su  identidad de la manera en la que comenzó a hacerlo por este medio, que ahora se  acrecienta por medio del auge del internet. Se critica la creencia tan  arraigada de “necesitar” confeccionarse semejante “imagen de marca” con el  objetivo de agradar y gustar a las masas. (Lipovetsky, 1983) 
               
            Observamos en este punto una sociedad  volcada hacia la percepción de los demás, inclinada al agrado, no de uno mismo,  sino de todos aquellos que interactúan en ella. Esto se manifiesta aún más en  los medios digitales, ya que existe la posibilidad de tener múltiples y  diversos “yo”, tantos como redes sociales existan.  
               
            La crisis de identidad, entonces, es una  crisis de introspección y autoobservación, aunque paradójicamente, el fin  último de esa revisión interna es poder manifestar virtualmente lo que define al  “yo”, y no estará completa hasta que no se haya publicado en las respectivas redes  sociales y sea visible para el mundo exterior, logrando decenas o cientos de likes. 
             
            Lipovetsky lo apunta muy bien diciendo que  la indiferencia es un elemento fundamental en la sociedad posmoderna. Es un nuevo  nihilismo, incluso más apático, una era en la que las grandes finalidades se desvanecen  y no parece importarle a nadie. Un sentido de la vida que se antoja vacío, el  hundimiento de los ideales. Apatía que va en aumento, a la par de la evolución  de la sociedad y sus progresos, o retrocesos.  | 
         
        
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          Influencia  de las redes sociales | 
         
        
          Este nuevo plano de interacciones sociales, online, influye de manera directa en el concepto que los usuarios construyen  de sí mismos, además se acrecienta en gran magnitud el número de relaciones que  se mantienen, porque se tiene acceso a un mayor número de personas y un mayor  número de grupos sociales mediante la amplia gama de opciones de redes sociales  que existen en la actualidad.  
 
            La gran parte de los usuarios de las redes  sociales, que durante la década pasada se encontraban dentro de la categoría de  jóvenes, son ahora la mayor parte de la población, esto quiere decir que cada vez  más personas, tanto adultos como niños, entran en esta dinámica, extendiendo la  crisis de identidad y todos los demás elementos que le subyacen.  
               
            La crisis de identidad creciente se explica  desde la perspectiva de que, al haber más personas engranando en la dinámica  social actual, el duelo existente por construir una identidad que encaje de  forma adecuada con la dinámica de la sociedad se acrecentará también, es lo que  se podría considerar un círculo vicioso, es decir, más personas participan en  la dinámica, ergo, más personas desean entrar para “encajar” con la tendencia,  y devienen en el intento de construcción de una – o varias – identidades que  logren adaptarse a esta tendencia y gustar a los demás participantes de la  dinámica. 
               
            En la actualidad, podemos observar, en las instituciones  educativas, en el transporte público, en los hogares y en las oficinas, a la  gran mayoría de las personas, niños, jóvenes o adultos, sumidos en la misma  dinámica de scrollear la pantalla de sus móviles, todos inmersos en el  plano digital, sin prestar la mínima atención a su alrededor, perdiéndose en la  sociedad. 
               
            Es importante destacar la idea que la  identidad creada online es una identidad mejorada o idealizada, que, si  bien toma similitudes con el “yo” social offline, suele tener matices  idealizados de los individuos, ya sea en estatus social, en sus habilidades individuales  o su apariencia física. Y así, poco a poco, los individuos se van transformando  en los productos consumibles, ya no solo se observan como consumidores. (Bauman, 2012) 
               
            Las redes sociales, en general, modifican  el proceso de formación de autoconcepto que los individuos poseen de sí mismos,  ya que, al haber diversidad de presentaciones en cada una de las redes  sociales, se desempeñan diferentes roles por medio de los cuales el mismo  individuo obtiene una idea general de su “yo”. (Gonzales & Hancock, 2010) 
               
            Entonces el perfil creado por los usuarios  actúa como un espejo, que se gestiona y configura conforme al autoconcepto del  usuario. El problema que surge es que no se hace de manera introspectiva, sino  para agradar a los otros actores sociales que forman parte de las mismas redes.  Se hace con el objetivo de obtener una gratificación, materializada en lo que  conocemos como: likes. 
             
            Lo anterior se intensifica si recordamos la  idea del “yo” múltiple que se abordó con anterioridad dentro de este artículo,  esta multiplicidad se potencializa con la diversidad de actores sociales que  interactúan con nosotros dentro del plano online. (Gergen & Taylor, 1969),  | 
         
        
        
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          Ideas  finales | 
         
        
          La era en la que vivimos, está inmersa en  conceptos como: individualidad, consumismo, indiferencia y progreso de las  masas, así como una amplia digitalización de la interacción social, estas  interacciones que antes observábamos como sanas, pues dotaban al individuo de  la oportunidad de comunicarse con sus semejantes a largas distancias, han hecho  que la construcción de las identidades se difumine, más bien, que se  deconstruya, es un desvanecimiento del “yo” auténtico. 
             
            Incluso en épocas de crisis, por medio de  estas nuevas interacciones es posible para la población estudiar a distancia,  hacer home office e incluso impulsar el comercio electrónico, no  sólo para grandes empresas, sino también para productores locales. Pero se debe  considerar la otra cara de la influencia de las redes sociales en nuestra vida,  el lado que está siempre latente pero que no nos detenemos a analizar.   
               
            En una década digital, en donde la moneda  de cambio son likes, que se observan como validaciones y aprobaciones  que provienen de un clic en el ordenador, en donde el sentido de  pertenencia ha perdido su esencia primigenia, en donde la dependencia de esta  validación externa es invisible a ojos de la sociedad, existe una crisis de  identidad. 
              Estamos tan sumidos en esta nueva dinámica  social, que no nos damos cuenta de que además de ser los consumidores somos los  productos consumibles. Dando origen a un ciclo sin fin, en donde la  satisfacción de consumir jamás puede lograrse, pues somos ambos sujetos,  consumibles y consumidores. Las redes sociales se convierten en estanterías, y  los perfiles de los usuarios en los productos, esperando la aprobación de los  consumidores. 
               
            Es un círculo vicioso, en donde se “vende” esta  idea de que la satisfacción de nuestros deseos es posible, se implanta a la  sociedad la semilla ideológica de que la comprensión del “yo” es alcanzable  mediante la acumulación de estímulos sociales, considerados como aprobación  externa. Así, y por medio de las redes sociales, buscamos esa aprobación  pública, para elevar el estatus, el reconocimiento, la apariencia, y nos  fundimos en este “yo” colectivo, sin buscar el “yo” auténtico. 
               
            La gran mayoría de los usuarios de las  redes sociales idealizan los conceptos de perfección, por ejemplo, en la  apariencia física o en las habilidades individuales, y el factor que mide cuan  perfecto se es o no es el like o follow de los otros usuarios.  Esto, por un lado, es un problema que deriva en un autoconcepto pobre, o  desencadene ciertas inseguridades, si no se alcanza la apariencia de usuarios  con más likes o followers; por otro lado, provoca que no se  busque una identidad auténtica, sino que se quiera ser como ese otro. 
               
            La sociedad actual se ha transformado en  avatares que juegan a ser personas, cuando debería de ser al revés. Uno de los  elementos que más se pueden observar en esta dinámica es el miedo, no de ser  rechazados, el cuál siempre ha existido al ser seres sociales, sino de no ser  notados, de ser invisibles, de tener la necesidad de estar en esta dinámica  social que la época requiere para “ser alguien”, gran parte de la sociedad  quiere ese like, esa reacción o ese mensaje, todo es fugaz,  incluso las publicaciones digitales porque algunas sólo existen durante 24  horas. Sentimos el deseo de estar hiperconectados, todo el tiempo, en un scroll infinito. 
             
            La crisis de identidad que esta dinámica genera  deriva en querer hacer los cambios necesarios en la identidad propia con el  objetivo obtener la aprobación de los demás actores sociales, por medio de las  redes sociales, el engaño es creer que alguna vez se logrará esa satisfacción,  así se mantiene el consumo, mediante una insatisfacción perpetua. Este es el  motor de la época actual. Ese es el enunciado que resume la vida del vulgo a  inicios de la tercera década del siglo XXI.  | 
         
        
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          Bibliografía | 
         
        
          Bauman, Z. (2007). Modernidad   Líquida. México: Fondo de Cultura Económica.  
Bauman, Z. (2012). Vida   de consumo. México: Fondo de cultura económica. 
Gergen, K. (1985).   The social constructionist movement. En: American Psychologist.   Volume 40, Issue 3, 266-275. 
Gergen, K. (1992). El   yo saturado: dilemas de identidad en el mundo contemporáneo. España:   Paidós. 
Gergen, K. (1996). Realidades y relaciones: aproximaicón a la construcción social. España: Paidós. 
Gergen, K. J.,   & Taylor, M. G. (1969). Social expectancy and self-presentation in a   status hierarchy. Journal of Experimental Social Psychology 5 (1),   79-92. 
Gonzales, A.,   & Hancock, J. (2010). Mirror, Mirror on My Facebook Wall: Effects of   Exposure to Facebook on Self-Esteem. . Cyberpsychology, behavior and   social networking. 14, 79-83. 
Lipovetsky, G. (1983). La   era del vacío: ensayos sobre el individualismo contemporáneo. España: Anagrama. 
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