Revista Argentina de Humanidades y Ciencias Sociales |
Volumen 5, nº 2 (2007) |
Naranja mecánica, ¿realidad o ficción? La juventud, el estado y los medios en las sociedades globalizadas |
por Rodolfo Daniel Osorio |
Resumen |
Este texto aborda las relaciones entre ciertos actores que conforman el orden internacional, como el Estado, los medios de comunicación y el sector de los jóvenes, dentro de una nueva dinámica globalizada. |
Palabras clave |
Juventud, Medios de Comunicación, Estado y globalización. |
Title |
A Clockwork Orange, reality or fiction? Youth, the State and media in global societies |
Abstract |
This presentation works with the relations between certain actors that become part of the international order, like the State, the media and the youth sector, in a globalized world. |
Key words |
Youth, Media, State and Globalization. |
Introducción Este trabajo busca entender la realidad que miles de jóvenes experimentan día a día, dentro de la dinámica del nuevo siglo. En un mundo donde las sociedades cada vez se globalizan más, las identidades de los jóvenes tienden a formarse (o mejor dicho, deformarse) mediante el bombardeo de los medios de comunicación y las campañas publicitarias, provenientes de occidente. Pero, ¿Qué pasa con aquellos individuos que se resisten a formar parte de este “orden”? ¿Cuál es el lugar que ocupan dentro de sus sociedades? ¿De que forma son percibidos por el Estado? Basándonos en las teorías de Bauman, diremos que simplemente se identifican como ”extraños”. Sujetos que se empeñan en generar incertidumbre y desorden, mientras que el Estado, junto con las transnacionales, quienes se identifican como actores emergentes dentro del nuevo orden mundial, buscan generar un orden armonioso y racional, el cual debe conservarse de cualquier modo, sin importar que haya que derribar algo o a alguien para después construirlo, una especie de “destrucción creativa”. Dicha estrategia se emplea para “erradicar” a los extraños. Entre la visión de Kubrick y las teorías de Bauman La idea de relacionar a Stanley Kubrick con autores como Bauman o Bourdieu suena un tanto extraña, pero al ver ciertos trabajos de Kubrick, en especial el filme ganador de los premios Mejor Película y Mejor Director de los críticos de Nueva York en 1971, Naranja Mecánica, la relación es más que lógica. Kubrick se dio a la tarea de realizar la adaptación fílmica de la novela homónima de 1962 de Anthony Burgess. La cinta de 1971, que fue censurada en Reino Unido, muestra la ciudad de Londres a finales de los 60´s, desde la visión de Alex Delargue, interpretado magistralmente por Malcolm Mcdowell. Alex, protagonista y narrador, es un joven inglés que vive en los suburbios y encuentra placer en diversas fuentes; desde violar a mujeres de clase alta, escuchar música clásica, golpear ancianos indigentes, hasta pasar el tiempo con su boa “Basil”. Su actitud es totalmente rebelde, sin reconocer ninguna figura de autoridad. Delargue es un extraño producido por la sociedad inglesa. Alguien que no encaja en el mapa moral del mundo(1). La presencia de este personaje oscurece todo lo que debe ser transparente e impide que la satisfacción resulte plenamente satisfactoria, además de convertir todas sus acciones y comportamientos ligados a la rebeldía y a la violencia, en un fruto prohibido extremadamente tentador. Este joven que niega la existencia de líneas divisorias, consideradas cruciales para llevar una vida ordenada y dotada de sentido, tiene como principal actividad liderar una banda de delincuentes juveniles, compuesta por cuatro gamberros, cuya cohesión se centra en ser artífices de ultra violencia, al pelear con otras bandas, golpear indigentes, esencialmente de edad avanzada, robar mansiones de gente de clase alta y violar a las habitantes de dichas casas. La visión del Estado hacia sujetos como Alex era la de “extraños” que había que reformar. Identificaban dos tipos de extraños modernos. En primer lugar, los extraños violentos, quienes era asesinos, ladrones o violadores. En segundo lugar los extraños que tenían una visión opuesta a su forma de gobernar, una especie de subversivos. La característica que unía a los dos tipos de extraños, era que no encajaban en la visión de orden que el Estado buscaba. Ante esta realidad, el gobierno conservador inglés decidió resolver el problema mediante dos soluciones. Para los extraños subversivos, que podían afectar sus intereses y por ello considerados como los más peligrosos, su destino sería la cárcel, convirtiendo el sistema penitenciario en el destino natural para los presos políticos, ya que este tipo de personajes interferían en la labor del Estado, al generar incertidumbre donde debería reinar la certidumbre y la claridad. Esta era claramente una estrategia antropoémetica, mediante la cual se destierra a los extraños fuera de los confines del mundo ordenado, para expulsarlos más allá de las fronteras del territorio administrado y administrable. Con los extraños violentos, la estrategia puesta en práctica fue la antropofágica. La idea central era aniquilar a los extraños devorándolos, con el fin de transformarlos metabólicamente en un tejido indistinguible del propio. En pocas palabras, hacer semejante lo diferente. Estos extraños serán objeto de una destrucción creativa, trasformándose en actores dentro de la construcción del orden. El dirigente de estos gamberros fue encarcelado. Tras años de evitar cualquier figura de autoridad, este ser violento estaba a merced del Estado. Con la idea de reformar a los criminales convencionales, entiéndase asesinos, violadores y asaltantes, el gobierno conservador buscaba que en un futuro los únicos que serían encarcelados fueran personas que se opusieran al régimen en el poder, una especie de prisiones exclusivas para presos políticos. Dicho gobierno desarrolla el tratamiento Ludovico, el cual busca detener el crimen en la sociedad, por medio de la exposición de imágenes de extrema violencia a través de una pantalla de cine, dirigidas a los sujetos que son artífices de violencia extrema. Durante la exposición de las imágenes, el paciente es atado de pies y manos, además de sujetar sus ojos con ganchos a fin de impedir que deje de mirar las escenas de ultraviolencia, las cuales van desde mostrar violaciones continuas de varios hombres a una mujer, hasta escenas de campos de concentración, casualmente con un fondo musical de Beethoven, el favorito de Alex. Delargue fue participe de dicho tratamiento, durante el cual fue drogado antes de ser expuesto a las imágenes, para que las acciones violentas fueran asociadas de forma automática con el dolor que provocaba observarlas. El seguimiento mediático no se detuvo. Sin ser nota de primera plana, se continuó monitoreando el regreso a la sociedad de este “nuevo Alex”. Alguien que antes se percibía como un extraño violento y creador del caos, y ahora se había convertido en un elemento más dentro del orden. El caso regresó a los primeros planos cuando el ex-drooguie fue víctima de la venganza de diversos personajes que vivieron en carne propia los actos ultra violentos que generaban enorme placer en Alex. Desde el indigente anciano que fue golpeado sin piedad, hasta los miembros de su banda, quienes no tenían voz ni voto en las tomas de decisiones del grupo y eran reprimidos por su líder. El corolario fue lo que posicionó a Alex como una figura mediática por excelencia: su intento de suicidio al lanzarse de un primer piso. Este arranque de desesperación fue provocado por un escritor subversivo, quién en primera instancia busco mostrar a Alex como un mártir político ante la sociedad, contando a los medios de comunicación la historia de sufrimiento de este joven ingles, en un intento de debilitar, la ya golpeada imagen del gobierno. Este plan se vio frustrado por la sed de venganza del escritor, quien recordó que Alex y compañía habían irrumpido años atrás en su casa, provocándole una parálisis, generada por el horror de ser testigo de la violación y el asesinato de su esposa. Este hombre drogó a Alex y lo despertó con la 5ta sinfonía de Beethoven, sabedor que esta melodía lo trastornaría, al generar en su cerebro las remembranzas de las imágenes a las que fue expuesto por el método Ludovico En una escena clásica dentro de la cinematografía de Kubrick, donde, literalmente, el gobernante da de comer en la boca al gobernado, (en el caso del ministro del interior y Alex) empieza una negociación totalmente simétrica entre estos dos personajes, donde el derroche de cinismo del gobernante es escandaloso, al identificar a la opinión pública como totalmente manipulable, vía los medios de comunicación, que pueden ser artífices de su permanencia en el poder, o, por el contrario arrebatarle la oportunidad de seguir gobernando. La concepción del periodista como el escribano del poder, no se muestra tan alejada de la realidad. Términos como autonomía e independencia periodística se muestran muy lejanos, ya que dichas premisas sucumben ante el poder político, los grupos económicos y el impacto mediático. La negociación entre gobernante y gobernado, Alex y el ministro, se basó en que quien ostenta el poder le ofrece una identidad, compuesta por una base sólida y capaz de resistir la corriente, a quien, en teoría, carece de ella. Esta negociación se sustenta con el ofrecimiento de un muy buen empleo, que conlleva una remuneración proporcional a las “trágicas” situaciones que Alex vivió, solo con la condición de mostrarse ante la sociedad, como un aliado incondicional de la corriente conservadora. Este personaje paradigmático por excelencia, es exhibido, tanto por los medios como por el grupo en el poder, como una persona con la que la opinión pública se puede identificar. Un ser que fue totalmente mediatizado y pasó por todas las facetas de la noticia, desde su constitución como un sujeto repudiado por la sociedad, que debía pagar por todos sus crímenes, hasta su construcción como “objeto” de una nueva corriente de pensamiento, que iba a convertirlo en un ser libre de violencia, se transformo en una victima del sistema. Su última mutación fue la de líder de opinión. Este ícono para la sociedad inglesa, que tras vivir el pecado y el arrepentimiento -retomando el pensamiento religioso occidental-, es merecedor de integrarse a la sociedad, la cual lo acoge como el hijo pródigo, borrando de alguna forma su pasado de ultraviolencia. Reflexiones finales Es increíble que una película que se filmó hace más de 35 años, narre de forma tan clara parte de la realidad que se vive actualmente. En primer lugar, la brecha entre marginados y marginadores, no sólo se ha incrementado de forma brutal, sino que también se ha globalizado: profundización y expansión de las distancias sociales. El personaje de Alex Delargue, bien puede encontrarse en urbes como la Ciudad de México, El Cairo, Estambul, Nairobi o Buenos Aires. Los jóvenes aún están en busca de su identidad, buscan, quizá, una especie de refugio. Actualmente, no solo la violencia es una salida, también fenómenos como la migración o la fuga de cerebros muestran como la gente busca un lugar donde pueda alcanzar una vida digna, ya que los gobiernos de sus naciones son incapaces de mejorar las condiciones de vida, puesto que eligen destinar recursos a la militarización, en vez de mejorar las condiciones educativas, que se muestran en decadencia. El método Ludovico, cuya función era programar a las personas para desarrollar un comportamiento homogéneo, exento de toda crítica o subversión, y ejercido desde una pseudo-libertad concebida desde las altas esferas de poder, no es tan extraño en el siglo XXI. El método actual que se usa se define como globalización, y no solo es ejercido por los gobiernos, sino por nuevos actores emergentes dentro del escenario internacional. Así el caso de las empresas transnacionales, quienes colonizan a las sociedades por medio de su ideología consumista, con la idea hacer de la identidad un lugar de conversión a sujetos homogéneos y “libres”, entendiendo la libertad desde sus perspectivas occidentales. Los nuevos dioses se llaman Ronald Mcdonald, Tommy Hilfiger y Steven Spielberg. En cuanto a los medios de comunicación, sector que se muestra renuente a críticas o modificaciones de fondo, actualmente ejercen la función extremadamente redituable de informar al mundo entero eventos de tal relevancia como la muerte de Lady Di, el divorcio de Brad Pitt o el cabezazo de Zidane a Materazzi. Una prensa que en lugar de contribuir a la creación de sociedades pensantes y reflexivas, viola derechos democráticos, al construir realidades, fundamentadas en sus propios intereses políticos, y sobre todo económicos. En cuanto a la clase política, esta no muestra mucha diferencia. Sigue teniendo como objetivo primordial el poder por el poder mismo. Conceptos como libertad o democracia, son tomados como justificaciones para emprender acciones, que en el mayor de los casos, no van vinculadas a la construcción de una sociedad libre y democrática, sino una sociedad homogénea, pasiva y conformista. La retórica vacía como su mejor aliado, y un tergiversado Maquiavelo como su asesor número uno, son las bases de las actuales clases política. Pero lo más preocupante de estos fenómenos, es la falta de crítica y de movilización que la sociedad muestra. Un ejemplo claro es la sociedad mexicana, en donde ciertos sectores viven y entiende la democracia mediante spots televisivos. Una sociedad que mostró cierto interés en la política, pero que fue diluyéndose gradualmente. La realidad nos alcanzó. Los cambios de fondo nunca llegaron y el único resultado fue el aumento de la polarización entre los diversos Méxicos que existen hoy en día. Esa sociedad crítica con sus medios de comunicación y atenta al actuar político de sus gobernantes, se muestra como algo muy lejano. Notas y referencias bibliográficas
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