Revista Argentina de Humanidades y Ciencias Sociales |
Volumen 6, nº 1 (2008) |
Juntos pero no mezclados: los jóvenes y el impacto del mercado en la conformación de las identidades |
Por Walter Alvarez, Perla Castillo, Matías Lemma, Damián Nesprias y Verónica Nesprias |
Estudiantes de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires. |
Resumen |
Una de las formas de aproximarnos al estudio de las prácticas juveniles requiere problematizar en torno a cómo las mismas se expresan con relación al uso y la apropiación del espacio. La ciudad es uso y evocación. En estos términos, la vitrina urbana es una ventana donde se mira al actor y donde él se pone para ser mirado. |
Palabras clave |
Juventud. Consumo. Espacio. Prácticas. Identidad |
Abstract |
One way to approach us to the youthful practice study requires to question about how these express themselves in relation to the use and appropriation of the space. The city is use and evocation. In this way, the urban show-case is a window where the actor is looked and where he puts himself to be looked. |
Key words |
Youthful. Consume. Space. Practice. Identity. |
Texto |
Metodología de análisisLos criterios metodológicos elegidos para la delimitación del tema son:
En este marco, como metodología dispondremos de observación directa, entrevistas e informantes privilegiados, así como también de análisis semiótico y del discurso publicitario. Aproximaciones al marco teórico
Tomando la idea de globalización, puntualmente a partir de la segunda Guerra Mundial y durante las últimas dos décadas del siglo XX, como un concepto que nos invita a pensar en los cambios (espacio, tiempo, tecnología, economía, cultura, entre otros) es que se puede situar la idea de urbanización en su máximo apogeo histórico. En este marco, la idea de ciudad destaca su sentido de condensación paradigmática de los procesos vigentes en la sociedad; así la ciudad multicultural se convierte en el espacio privilegiado para imaginar la globalización, es decir el espacio donde se espacializa lo global. Frente a la idea de homogeneización cultural aparecen focos de resistencia que aseguran y reorganizan las diferencias culturales; con esto se busca reafirmar el poder de las identidades y las culturas heterogéneas. Así también se destaca la idea de espacio como el soporte material de las prácticas sociales que comparten el tiempo y que conlleva un significado simbólico.
En este sentido, es que el espacio humano es siempre un espacio con significado, indicador de otra cosa. Desde un aspecto geográfico El espacio nunca es un producto terminado, fijo congelado para siempre. Las formas espaciales, -tanto las creadas por una generación como las heredadas- se caracterizan por no tener una autonomía de comportamiento, aunque sí una de existencia, lo que les asegura una forma original de relacionarse con otras facetas de la vida social. Desde una dimensión comunicacional La proxémica importa para el análisis de los discursos por imágenes, como así también debe ser tenida en cuenta en la observación antropológica y en análisis sociológicos y psicológicos de situaciones. En comunicación un análisis proxémico brinda pautas fundamentales: en todo tipo de comunicación importarán los participantes de la misma y sus actitudes corporales, sus acercamientos, sus contactos, serán parte de sus discursos y por tanto de la esfera paralingüística. El sociólogo argentino Eliseo Verón toma el término semiosis de Peirce referido al proceso por el cual los signos transmiten un significado, pero lo aplica al campo de lo social con la intención de estudiar cómo se producen los sentidos que circulan dentro de cada sociedad y constituyen, en última instancia, lo que una sociedad piensa acerca del mundo. Estas materias significantes se presentan en la realidad como textos. Lo que aparece como objeto empírico, en palabras de Verón, son paquetes textuales. Estos textos, en tanto producto de la actividad discusiva social, son discursos.
Las condiciones de recepción varían según el momento y el lugar en los que se consume, y habrá entonces lecturas diferentes. Alberto Wilensky se dedica puntualmente al aspecto simbólico del consumo, planteando que los modelos tradicionales no alcanzan para explicarlo y por tal enfoca su análisis desde una perspectiva psicoanalítica, retomando a Lacan y la función del espejo. De este modo, considera el posicionamiento en la mente del consumidor y ya no en sus hábitos, por lo cual debe conocerse el deseo y las necesidades del consumidor. Con esto plantea la idea de un enfoque integral y no parcializado, que al mismo tiempo conciba al consumo como irracional, inconsciente y hasta contradictorio. Para comprender el aspecto simbólico el autor considera necesario reconocer el papel que el deseo cumple en el consumo y en sus propias palabras “el deseo es el motor de la demanda” (Wilensky: 1991. Pág.33) porque forma parte del orden simbólico y por tanto nunca podrá ser satisfecho totalmente, ya que un símbolo es señal de una ausencia. Con esto, el deseo es quien crea al consumidor. El deseo, como característica esencial del ser humano, demuestra que el hombre no es autosuficiente y que necesita del otro para constituirse; aquí se destaca la importancia de la función del espejo en el consumo simbólico: tal como señala Lacan, el sujeto forja su identidad a partir del modo en qué es interpelado por el otro. Lo cual significaría que ese otro sería el espejo que muestra cómo el sujeto desea ser y cómo desea que lo vean. Así también se construye el rol de un sujeto en la sociedad. Tema en cuestión Es también necesario consignar que “juventud” refiere, como algunos conceptos socialmente construidos, a cierta clase de “otros”, a aquellos que viven cerca de nosotros y con los que interactuamos cotidianamente, pero de los que nos separan barreras cognitivas, abismos culturales vinculados con los modos de percibir y apreciar el mundo que nos rodea. Estos desencuentros, permiten postular, tal vez, una multiculturalidad temporal, basada en que los jóvenes son nativos del presente, y que cada una de las generaciones coexistentes (divididas a su vez por otras variables sociales) es resultante de la época en que se han socializado. En el mercado de los signos, aquellos que expresan juventud tienen alta cotización. O sea, juventud sería el lapso que media entre la madurez física y la madurez social. Este lapso varía, sin duda, entre los diferentes sectores sociales. La publicidad se ha vuelto parte del medioambiente cultural en el que estamos inmersos, una presencia constante que va colonizando, a través de la acción de los medios audiovisuales, los espacios públicos y privados. La publicidad es uno de los medios más eficaces entre los que operan en la circulación de discursos y en la producción social de sentidos: vehículo de mensajes icónicos y verbales que actúan insistentemente sobre el conjunto de la sociedad. Es usual notar la presencia reiterada de cierto modelo de joven, construido según la retórica de la mercancía, fácilmente identificable con un patrón estético de clase dominante y ligado con los significantes del consumo. Análisis En cada uno de estos títulos se puede ver la idiosincrasia de cada época, resaltando lo que en aquel momento hacía distintiva esta ciudad. Con el tiempo cada una de ellas se fue diluyendo y dando lugar a otros imaginarios, pero si hay que situarse una de ellas por sus repercusiones es de seguro en la frase “ciudad del trabajo”. Olavarría en un tiempo fue la panacea del trabajador, era el lugar donde venir a trabajar con vistas a un futuro con prosperidad. Con el transcurso de las décadas y los subsiguientes vaivenes de la economía dicha cualidad fue perdiendo carácter, comenzó a retroceder la masa de empleados junto con la calidad del empleo y la retribución percibida por el mismo. Y aunque hoy se vea en las distintas fábricas de la zona una fuente laboral, no se equiparará con aquella imagen de “ciudad donde hay trabajo”. Sin más preámbulos esta situación ha generado un aumento de desempleo sostenido en el tiempo y junto con él la impronta de emplearse en funciones de menor remuneración, o en todo caso subemplearse en varios rubros -con el objetivo de poder sobrellevar los elevados costos de vida -y en ascenso debido a la inflación continuada de los últimos años. Referencia empírica (2) Esta distinción entre un micro (de “pequeño”) y un centro que lo contiene, que a su vez separa el centro de la ciudad de las periferias de la misma y a las propias periferias entre sí (efecto dado por la cercanía o lejanía de unas periferias respecto de otras en cuanto a la distancia entre estas y el centro) tiene que ver con las ofertas de servicios diversos que este centro y microcentro ofrecen a los urbícolas, lógicamente (3) concentra todas las instancias administrativas y burocráticas; los negocios más importantes de vestimenta, decoración, mueblería, etc.; las casas de electrodomésticos; los espacios de dispersión, como boliches, pubs y bares; y dos espacios de relevancia: La plaza central y el reconocido “veredón”. Con esto intentamos reforzar la idea de que el microcentro urbano posee una dinámica propia enmarcada dentro de una dinámica mayor que es la propia de la ciudad. Esto da cuenta de la impronta que tiene dicho espacio para los olavarrienses, que se pone de manifiesto a través de sus lógicas de circulación, de uso y consumo, como así también de las actitudes de los habitantes como participes en la construcción de ese espacio. Estos dos espacios son los seleccionados para realizar las observaciones que serán utilizadas como insumos de referenciación empírica para el desarrollo del presente trabajo. Precisamente el fragmento de calle “céntrica” observado contiene en su extensión una de las cuadras de la plaza (entre General Paz y San Martín) y el mismo veredón (entre San Martín y Belgrano).Las cuadras entre Belgrano y Necochea, en las cuales se emplazan diversos comercios, son utilizada más bien, como vías de circulación que como lugares donde detenerse y ubicarse dentro del mosaico de grupos e individuos que concurren a esta parte de la ciudad. Los jóvenes, el microcentro y los espaciosEn las ciudades tradicionales el centro significa status más alto y decreciente hacía la periferia. Los órdenes de alto estilo y vernáculo se representan por la superficie nítidamente delimitada y las edificaciones precarias continuadas. Cualquier orden tiene significado y comunica según los actores. La ciudad es creada por quienes proyectan sus imágenes en ella; la ciudad es uso y evocación. En esta última oración se puede ver la relación entre el flujo de personas y el tránsito vehicular, con lo cual se puede plantear como una primera aproximación que en el microcentro la circulación está predeterminada a realizarse en un sentido. (Esto no quita que se circule en otras direcciones, pero la regla general es el tipo de circulación ya descrito). En cambio, por la vereda del frente circulan con mayor frecuencia las familias, algunas parejas de jóvenes y ancianos. Las observaciones arrojan algunos datos respecto de las conformaciones de identidad y pertenencia. Los grupos que se pueden observar están formados por jóvenes de la misma edad que comparten rasgos comunes, como la vestimenta. Como ejemplo se puede citar a un grupo de tres chicos vestidos al estilo de los raperos norteamericanos (pantalones anchos, pañuelos en la cabeza, camisetas de talles mucho más grandes que su contextura física, y lo más notable: una forma de caminar que asemeja los movimientos de estos actores sociales norteamericanos) Estas diferencias, que cristalizan las distintas procedencias sociales, también se traducen en los lugares a ubicarse en la extensión del veredón y con mayor nitidez en la plaza central. Si bien estos grupos llegan a mezclarse, en la aglomeración de personas, las diferencias están muy bien marcadas, desde la ropa que portan hasta los movimientos y el modo de hablar. Siguiendo a Cucó Giner, los espacios ocupados por estos grupos pueden identificarse como lugares antropológicos, a los que define como aquellos en que “los individuos se incorporan y es donde pueden desarrollar una simbolización de los elementos constituyentes de la identidad y la relación”. La PlazaLa plaza esta ubicada, como en muchas otras ciudades o pueblos del interior de nuestro país, en el área de lo que podría denominarse el centro comercial, administrativo y financiero de la ciudad. Rodean la misma, al N. O., la calle Vicente López, y en el sentido de las agujas del reloj le continúan las calles San Martín; Rivadavia y Gral. Paz. En las veredas opuestas a las de la plaza, por V. López, están emplazados una serie de locales comerciales, que van desde casa de electrodomésticos, a disquería, kiosco, etc.; por San Martín, la Iglesia San José, el Instituto Monseñor Caneva y el edificio central de la municipalidad; por Rivadavia, el teatro Municipal, comercio de indumentaria, el supermercado Día, local de comidas rápidas (Macola) y un “todo por 1, 2, 3” y sobre la calle Gral. Paz, casa de venta de ropas, remisería, mueblería, la sede del Club Social, una galería comercial, una discoteca y un bar. Estas apreciaciones son identificadas en la opinión de la entrevistada A cuando, al respecto de su utilización del centro, plantea que se dirige a esta parte de la ciudad “para abastecerme, voy al supermercado, a comprar ropa, mirar vidrieras”. Sobre qué es el centro define: “El centro urbano o el centro no es lo mismo, pero el centro sería Rivadavia, Vicente López, Hornos... hasta la vuelta del perro”. Reconoce “como espacio particular pueden ser los bancos, el frente de la iglesia y frente a Día. Las calles serían San Martín y Rivadavia. Pero depende, los chicos que más se ven están sobre la Vicente López y frente a la panchería” Descripción del lugar, en tanto espacio físico En el resto de la plaza, la forma de apropiación del espacio resulta, según nuestra observación, mucho más dinámica. En particular, los bancos ubicados sobre el perímetro son ocupados por individuos o pequeños grupos, no sólo de jóvenes, sino también de adultos que lo hacen en forma ocasional. En una oportunidad León, un joven de 16 años, actuando como un informante clave (aunque no formalmente), en una charla amistosa describió las ocupaciones al interior de la plaza. Contó qué adentro de la plaza están los “cabezas” (7), tirados abajo de los árboles o en el pasto. También hay algunos rolingas (8) y otras personas. En la Vicente López están las minas, los más “chetos” (9) y la mayoría de los chicos. Todos vienen a ver a los que vienen. En el monumento a la madre estábamos los rugbiers pero ahora están los de fútbol y está todo mal... Siempre nos agarramos a piñas en el Parque Mitre... muchas veces es por alguna mina ¡Pero ese espacio es nuestro!” De esta forma queda muy marcada la cuestión de la territorialidad ligada a las características particulares de cada grupo. Como cuando se hace referencia a la espacialidad que generan las tribus urbanas para darle anclaje a todos sus componentes identificatorios. Esta territorialidad, como en el caso de los Estados, genera una dinámica de conflicto que no es otra cosa que la propia dinámica del microcentro. Cabe destacar aquí el peso de las relaciones asimétricas: de poder, de procedencia, de uso, consumo y control. Con respecto a este último conviene mencionar que existe una notoria presencia de las fuerzas de seguridad, tanto en la plaza como en las vías de circulación. En este sentido, resulta significativo observar cómo en las cuadras donde no hay emplazado algún comercio se encuentran la Iglesia, un instituto de enseñanza privada y el Palacio municipal, claramente representativos de instituciones de poder. La Plaza y su usoLo desarrollado a continuación se inscribe en el marco de un análisis proxémico que, como se definió anteriormente, hace referencia al espacio y sus significaciones. Se puede ver que en la cuadra de la plaza la concentración es mayor; además se percibe que en esta cuadra se han armado unos puestos que a simple vista parecen ser de artesanías (ver observación). Algunos grupos de jóvenes parecen dirigirse hacia la plaza, donde se da la mayor concentración de gente. Estos grupos, que comparten rasgos comunes, están además visiblemente divididos por sexo. Muy pocos son mixtos, con lo cual se genera una serie de movimientos de ida y vuelta por las cercanías de los demás grupos y la ejecución de gestos, como miradas y comentarios, dirigidos a los integrantes de otros grupos, sean femeninos, masculinos, mixtos, “negros”, “chetos” o “raros”,definiendo ellos mismos esas categorías. En otra observación se puede constatar la presencia de adolescentes y niños en la parte interna de la plaza. En cuanto al primer grupo, está compuesto en su mayoría por varones pero también están presentes mujeres de la misma edad. Se observa que su comportamiento está dirigido hacia el interior del mismo, es decir que sus miembros dialogan entre sí. Los muchachos del grupo hablan en voz alta y se empujan a modo de juego. Acto seguido dos de ellos se trenzan en una lucha de demostración de fuerza intentando uno a otro arrojar al suelo a su “adversario” (que es su amigo). Estos jóvenes intentan captar la atención del grupo al cual pertenecen pero también buscan “ser vistos” por otros grupos presentes en la plaza. Cabe destacar la actitud de estos varones en cuanto a la presencia de mujeres y el intento de demostración de habilidades “superiores” al resto, todo esto en el plano de una posible competencia entre amigos para atraer la mirada de las muchachas. Estos episodios son otro ejemplo de la utilización del espacio público, o al menos de unas de las formas en la que es utilizado. La plaza central es utilizada para dispersión, en lo que refiere a los padres y sus hijos pequeños sentados en los bancos internos; como espacio de diversión y de práctica de deportes, como es el caso de los niños que juegan al fútbol y también como espacio de encuentro entre grupos genéricamente mixtos. Esto último da paso a otra de las formas de utilización del espacio y tiene que ver con el asistir a la plaza para ser visto. Esto va en relación al uso del espacio público con el fin de llamar la atención de los demás jóvenes buscando aprobación no), incluyéndose en este punto la cuestión de género y el rol del coqueteo como estrategia de atracción entre pares. Este punto del coqueteo se puede ver tanto en el ejemplo de la “lucha” como en las miradas y gestos que, combinados con palabras, se entrecruzan los distintos grupos. En este sentido, retomamos el concepto de vitrina urbana, utilizado por Gravano, definido como “una ventana donde se mira al actor y donde él se pone para ser mirado. La ciudad es el lugar del encuentro de las diferencias entre los sujetos competentes”. No obstante, reconocemos tal como la entrevistada A nos planteó, que la plaza también tiene otros usos. Estos podrían caracterizarse como circunstanciales respecto del uso ya descrito, como por ejemplo actividades de tipo social como “el pueblo va a su plaza”, manifestaciones políticas como actos, recitales de rock, entre otros aspectos. Por eso se puede plantear que el espacio público de la plaza, tal como en la mayoría de las ciudades, convoca y congrega a los distintos actores sociales transformándose en un espacio público de protesta y demanda. Como forma de reafirmar lo que hasta aquí se viene desarrollando, tomamos algunos fragmentos de las opiniones de las entrevistas seleccionadas como parte de la referenciación empírica. Opiniones de algunos urbícolas La entrevista comienza con un comentario sobre el veredón y luego se da paso a la ejecución de preguntas y respuestas. Uno de los disparadores de la entrevista señala “nosotros nos sentamos enfrente y es como que te apartás” (C, 24 años) y asevera: “el lugar donde nos sentamos es como un lugar que te abstrae del resto, te sentás enfrente a lo que te estoy describiendo... es como te decía compartís espacios pero diferenciados”. En cuanto al espacio físico la entrevistada asegura que “es como el centro del micro-centro, donde hay más negocios, más autos, la Iglesia, la plaza...” Respecto de su uso, C define que los jóvenes van al microcentro “para mostrarse y significar, para eso necesitan moverse, estando quietos pierden protagonismo.” Aquí nos resulta apropiado apelar a la concepción de Wilensky respecto del deseo, a través de la cual plantea la necesidad de reconocimiento que los sujetos manifiestan para constituirse en sí mismos, ya que como propone Lacan la identidad se constituye a partir del modo en que otro nos interpela: el “otro sería el espejo que muestra cómo el sujeto desea ser y cómo desea que lo vean”. Así también se construye el rol de un sujeto en la sociedad. Sobre los jóvenes plantea que “los chicos que ocupan el centro, son muchos y de todos los estilos, están ahí todos juntos pero no mezclados, comparten espacio físico pero están separados”. Y al preguntarle ¿Cómo te das cuenta de esto último que me decís? Responde: “por las actitudes (...) si los escuchás hablar, por la forma o el modo de hablar, de expresarse... la jerga que usan... como que tienen códigos distintos... como la ropa que usan...” Retomando la idea de proxémica, podemos plantear que en todo tipo de comunicación importarán tanto los participantes como sus actitudes corporales. Es decir, que lejos de limitarnos al hecho discursivo en sí, prestamos igual atención a todo lo relacionado con el contacto y la interrelación entre los jóvenes en ese espacio determinado, donde son relevantes los gestos, las miradas, los movimientos, las actitudes para con uno mismo y para con el grupo respecto de los demás. Se refiere luego a las diferencias etarias, “es llamativo... y es domingo, hay necesidad de salir de la casa pero les da vergüenza bajarse del auto con el mate... son viejos...”. “Yo supongo que les da vergüenza como esta lleno de pendejos, y hay fricción entre los jóvenes y los viejos, o capaz que lo viejos no se bancan cómo hablan los pendejos...” Por su parte la entrevistada denominada “A”, plantea algunas perspectivas que complementan tanto la opinión de C, como el análisis observacional citado en primera instancia. La entrevistada nos plantea una utilización del centro ligada a satisfacer necesidades, vinculada al consumo, y argumenta que va al centro “para abastecerme, voy al supermercado, a comprar ropa, mirar vidrieras”. Cita algunas calles, definiendo cómo “centro urbano o el centro no es lo mismo, pero el centro sería Rivadavia, Vicente López, Hornos...” hasta la vuelta del perro. En este punto la vuelta del perro es un hecho altamente significativo. El concepto de vitrina urbana vuelve a aparecer signando al microcentro uno de sus más notorios sentidos: las calles por donde se circula, el sentido en el cual se produce esa circulación, la necesidad de estar en ciertos sitios geográficos para ver y ser visto. Reforzando algunos ejes que “C” planteó en las respuestas, la entrevistada A define que a esas zonas de exposición y contacto acceden “chicos de secundaria y de clase media... y los puedo identificar a través de la ropa, la moda... por ejemplo ‘Patito Feo’ más que nada. Por ahí si te pones a escuchar alguna conversación, son de algún colegio que más o menos ya sabés”. Claramente, la impronta del consumo y del impacto publicitario se visualiza de forma concreta en cuestiones que A menciona: moda, referencia a determinados programas televisivos, pertenencia a alguna institución, etc., y dice que “son los que más se ven porque están todos juntos, amontonados... un domingo, de 5 a 8 de la noche” Con esto queda en evidencia el uso diferencial del espacio público, el peso de los distintos tipos de consumos, las identidades netamente marcadas en los rasgos citados y que se territorializan creando un mosaico del microcentro urbano, la utilización de edificios públicos como los bancos, todo lo cual hace referencia al peso de las relaciones socio-económicas en la utilización y apropiación del espacio. Consideraciones sobre JuventudA esta altura del desarrollo del presente análisis, quisiéramos retomar algunos de los conceptos ya explicitados en el marcó teórico que refieren a:
En palabras de Wilensky, lo que el mercado buscará es construir un producto óptimo a partir del estudio de un consumidor óptimo, de modo que las características de uno se transfieran y sean reconocidas en el otro. En este marco debemos retomar el impacto de los medios masivos de comunicación, ligados al mercado. De esta manera las manifestaciones de esta singular y compleja etapa de la vida se expresan a través de diferentes prácticas, como la discursiva. Por tanto la publicidad es uno de los medios más eficaces entre los que operan en la circulación de discursos y en la producción social de sentidos. Es interesante destacar que, cuando se habla de sentido, se refiere a algo que tiene una manifestación concreta y material y se manifiesta a través de distintas materias significantes, es decir verbal, escrita, oral y en otras materialidades tales como las imágenes, sonidos, gestualidad. A modo de cierre Consideramos que es en esta etapa de la vida en la que se adquieren ciertas prácticas sociales y se forma la subjetividad, que en general perdura a lo largo del tiempo y que el mercado conoce y explota. El análisis de las manifestaciones juveniles, con su alto grado de complejidad, pone de relieve la necesidad de ampliar la perspectiva de investigación. Para ello es necesaria la conformación de un equipo en el cual se integren distintas disciplinas que den cuenta de un enfoque que adscriba al trabajo interdisciplinario. En pocas palabras, que signifique e implique la posibilidad de generar algún tipo de transformación, y que no quede disuelto en un mero trabajo de investigación y especulación teórica. “Monumento a la Madre”, Centro Urbano de Olavarría Bibliografía-Coria, Kuky. Teóricos para Metodología de la Investigación social I, 2008. * Se encuentra disponible, para quien los solicite a portamassuco@gmail.com, el Anexo a este trabajo, que incluye observaciones del Centro Urbano de Olavarría, las entrevistas mencionadas en el artículo e imágenes. |
Volver a la tabla de contenido |