Revista Argentina de Humanidades y Ciencias Sociales
ISSN 1669-1555

Volumen 21 (2023)

Releo el primer editorial y advierto que bien podría (20 años después) replicarlo hoy.

Cambiaron los territorios donde se libran guerras y otros son los mismos; mientras tanto también pasó la Pandemia y su intervención en nuestra cotidianeidad, proponiendo nuevos desafíos a la realidad, a las ciencias y a la tecnología.

Aun así, todavía hay paradojas y contradicciones en las prácticas científicas y académicas que persisten incomprensiblemente. En tiempos en los que la interdisciplinariedad, la ecología de saberes y la extensión crítica se instalaron en el discurso universitario, todavía se habla de ciencias duras/ciencias blandas, se duda de la validez de las ciencias sociales y se piensa la neutralidad de las ciencias como un valor; continúa la ponderación del paper de producción individual sobre la posibilidad de la escritura colectiva; se constituyen grupos interdisciplinarios, pero en muchos casos en la lógica de la coordinación vertical y de mirada reduccionista, desde la que el aporte disciplinar suma y no integra. Y, contradictoriamente, se presupone a la realidad como compleja y también se habla del diálogo de saberes, diálogo que se reduce a un monólogo cuando su transcripción es unidireccional.

Es esto, pero también hay enclaves en los propios territorios institucionales, en los espacios llamados optativos, en las experiencias disruptivas, que sorprendentemente constelan en las universidades, los institutos de investigación, en las cátedras y en los diferentes espacios de formación (formales y no formales) que testifican la posibilidad del ejercicio de la interpelación, de la legitimación de los saberes de la comunidad de pares extendida (Funtowicz y Ravetz, 1993) que abren la posibilidad de integrar las diversas miradas y lógicas del conocer.

En el espacio de la Sociedad Argentina de Información su director, Raúl Escandar, alojó a esta Revista, también un enclave que cumple 20 años y un ciclo que, como bien dice Sonia Sanahuja en el editorial de este número, culmina, no se clausura.

¿Qué más puedo decir? Gracias a colegas y amigues que conformaron en el tiempo el comité editorial y también a todes quienes aportaron con sus escritos a un mapa de campos disciplinares y perspectivas diversas y también a la esperanza de poder responder a ese interrogante con que nos desafía la ciencia posnormal: ¡¿cuánto vale un ruiseñor?!

Kuky Coria
Verano de 2024 en Buenos Aires

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