Revista Argentina de Humanidades y Ciencias Sociales
ISSN 1669-1555
Volumen 3, nº 2 (2005)

Menores: ¿imputables o inimputables?

por Juan Derdoy, María Emilia Maitini y Mariana Mazzeo

Estudiante de la Escuela Superior de Derecho, de la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires, Argentina. marianamazzeo@yahoo.com.ar

Profesor consultor: Dra. Cecilia Desiata

Anexo

Testimonios

Relatos de casos

Postura de UNICEF

Medidas alternativas

 
 
Testimonio

TESTIMONIO DEL SOCIÓLOGO ALBERTO MORLACHETTI
LA TERNURA COMO PASAPORTE A LA VIDA
El mate en su mano izquierda se enfría mientras desgrana su historia. Su rostro duro y varonil, se enternece cuando Luján, una nena con una sonrisa enorme le ofrece una golosina. Es Alberto Morlachetti, un cordobés nacido en un campo de la provincia mediterránea. La pobreza lo transportó, junto con sus padres y hermanos, al Gran Buenos Aires. Cambió los aires serranos por las cercanías del riachuelo, en esa Avellaneda peronista dividida entre los seguidores de Racing y los hinchas de Independiente. Su madre murió al poco tiempo y su padre los abandonó, aunque Alberto piadosamente dice: "tomó otro camino". Con su hermano vendió diarios y se sumergió en cuanto trabajo le acercara la comida. Vivieron en piezas donde un baño era compartido por cincuenta personas. Su madre le dejó un legado que orientó su vida: “cuando tomes una mano, siempre tomá la mano de un pobre, y pase lo que pase tenés que estudiar".
Mientras trabajaba en Editorial Codex, aprovechaba para leer. Se fogueó en la calle, jugaba al ajedrez, y con sólo 17 años, hablaba de Hegel y Kant, de Santo Tomás y Calvino. Se casó a los 22 años, tiene un sólo hijo biológico Alejandro, que es abogado y asesor de la Organización Mundial de la Salud. A los treinta, se recibió de sociólogo. Con tristeza recuerda: "Del barrio nuestro habremos sido dos los que pudimos estudiar".
Siguió Sociología para " tratar de entender la pobreza y la riqueza. La Argentina es el quinto exportador de cereales del mundo y tributamos cincuenta y cinco niños a la muerte por día. Necesitaba entender esas muertes diarias de niños menores de cinco años". En 1974 construyó la "Casa de los Niños" con un crédito del Banco Credicoop, el cual garantizó con la hipoteca de su casa y con la cesión del terreno de la firma Llauró.
La escasez de recursos obligó a que la construcción tardara nueve años. Hoy esa casa se llena con la alegría de 130 chicos de 3 a 13 años que pueden permanecer allí de 8 a 18 horas, contando con consultorios odontológicos y de pediatría. En 1982 crea el Hogar Pelota de Trapo que empezó siendo una cancha de fútbol en terrenos del ferrocarril. Hoy viven treinta y cinco chicos rescatados del abandono, o derivados de los juzgados. En 1986 funda el Hogar Juan Salvador Gaviota en uno de cuyos cuartos vive, acompañado por 19 jóvenes perseguidos por la ley, escapados de la calle y la soledad.
Preocupado por generar ingresos y darle trabajo y futuro a "sus pibes" crea, en 1987, la Escuela Talleres Gráficos Manchita, con la ayuda de una firma sueca donde trabajan catorce jóvenes e incorporan conocimientos de escuela primaria y secundaria mediante pedagogías no convencionales. El mismo criterio es el que lo orienta a la construcción de una Escuela Panadería, Panipan, donde trabajan veinte jóvenes.
Alberto habla desde el conocimiento universitario y del aprendizaje que significa tratar diariamente con los derrotados de una sociedad arrasada por un neoliberalismo sin cerebro ni corazón. "La sociedad debería tender a proteger al niño, pero esta sociedad, por el contrario se protege del niño. Las políticas de la infancia, son institutos, servicio penitenciario, clínicas psiquiátricas, son todas represivas. No hay políticas protectoras de la infancia, como si las infancias pobres fueran infancias superfluas. Estos chicos están destinados a habitar el país de ningún lugar, de los sin derechos. ¿Cómo pudo haber arraigado en la gente la idea de que detrás de cada chico de la calle hay un mafioso? Hay que entenderlo, detrás de cada chico de la calle hay un desocupado. Hay infancia, si mamá y papá tienen trabajo. Si no la infancia no existe. Ser chico no es una etapa inferior de la vida. Es una etapa plena, como ser adulto. ¿Cómo hago para lograr que un chico no sea violento si le amputo los insumos básicos de la crianza humana, si no guardo su primer diente, su primer cuaderno, su primera fotografía? ¿Cuál es el delito que cometieron los 55 chicos que se murieron hoy de hambre?”.
El apasionamiento de Alberto termina enfriando el agua en el mate que se desplaza de una mano a otra . Pero el calor y la pasión están en su lucha diaria, en esa voz que traduce sentimientos, dolores, impotencias y esperanzas. "Hay mucha gente que dice que esto no alcanza, que es un universo acotado, que hay que cambiar todo. Yo digo que es cierto, pero el que no es capaz de amar al que tiene al lado, no es capaz de amar una abstracción. Yo llego a la infancia a través de Rocío, de Ezequiel, de Zapallito, de Luján. Pero si soy capaz de enlazar mi sueño, con el sueño de esta esquina, y si junto mi sueño con el de Luisito Farinello, y con el del padre Cajade, voy a tener un sueño muy grande y quizás alcance para construir un mundo mucho más humano".
Haber adoptado esta forma de vida, le costó la ruptura matrimonial. Tal vez hay más humedad en sus ojos cuando recuerda: "Nos separamos cuando yo decidí venir a vivir con los pibes. Esta es una vida difícil. El concepto general de familia es un modelo tradicional, que yo acepto, pero esto también es una familia". Las dificultades superan largamente la imaginación más febril. "Las mamás vienen a dejar sus hijos acá para que puedan tener comida y cama. Se desprenden de sus hijos como actos de generosidad. Hubo dos cosas que me costó muchísimo entender: la venta de droga y la prostitución infantil. La venta de drogas para mí era de una incomprensión absoluta, algo abominable. Un chico destruyendo a otro chico. Lo mismo la prostitución infantil - un tema que uno mira con horror - el chico lo vive como un trabajo. Me costó mucho convivir y entender esa realidad. Pero hoy compruebo que mis mejores pibes vienen de los lugares más oscuros de la condición humana".
En ese rostro varonil como tallado en piedra, la emoción lo ablanda cuando reflexiona: “Tantos pibes han pasado por mi vida, que yo no sé si todos los abrazos que di fueron suficientes" De lo que está seguro es que cuando comparte un alfajor con un chico recién llegado a los hogares "se produce un milagro en estos pequeños que ven la ternura como algo ridículo. La única certeza que tiene el pequeño o el joven es que en el futuro va a estar peor. Yo le meto futuro, le digo que vale la pena". Muchos hombres, que han pasado por la excepcional obra del sociólogo Alberto Morlachetti, encontraron en su ternura un pasaporte a la vida.

(Agencia NOVA)

TESTIMONIOS DE DOS JÓVENES ALOJADOS EN LA COMUNIDAD TERAPÉUTICA HUILEN
Andrés Catrini:
Voy a empezar diciendo que me llamo Andrés, como dijeron, tengo 19 años, hace un año y 11 meses que estoy en la comunidad, y voy a contarles un poco de lo que la droga hizo en mi.

Empecé a drogarme a los 9 años, en un colegio de La Matanza, no sabía lo que hacía, mi conducta era buena. Vengo de una familia donde mis padres son separados, donde mi madre se fue de mi casa cuando yo tenía 3 años. Mi papá también se fue, quedé a cuidado de mi abuela, mi hermano pasa por el mismo camino que estoy yo, está preso hace 2 años en la U24 de Marcos Paz, mi mamá está presa en la Unidad de Mujeres de Ezeiza. Y bueno, mi vida no fue fácil.

Cuando empecé a consumir, mi vida era tranquila. Después cambió todo al pasar del tiempo. Empecé a consumir todos los sábados, y después no podía estar todos los sábados sin consumir. Empecé a consumir los lunes, martes y miércoles; pero no tenía plata. Empecé a robarle todo a mi abuela, casi la mato, intenté matarla. Robé, mentí, traicioné. Traicioné a un montón de gente para poder drogarme. Mentí, robé, hice un montón de cosas, hasta llegar a la comunidad. Después de llegar a la comunidad, conocí al Dr. Eugenio Sánchez, donde me marcó un camino, me enseñó que la droga no era buena. Ahí conocí también a Catalino, al Dr. Noli, a la Sra. Marta Pascual. Y me mostraron que era un camino de vida, mejor. Me dieron una oportunidad, volvía a estudiar. Estoy en 9º grado, tengo todas las materias bien, me va bien gracias a Dios. Hoy tengo un proyecto y quiero seguir adelante. Entrar en la droga es muy fácil, difícil es salir.

Pero quién tiene la culpa, un joven que se droga por su ignorancia, o quienes permiten que ese joven se envenene. Nosotros también acá venimos a pedir ayuda, no para que haya más lugares como Huilen, porque hay gente buena, y ojalá haya gente como la que hay en Huilen en todas partes, porque a mí me ayudaron, gracias a Dios.

Juan Martín Cretzel:

Yo me llamo Juan Martín Cretzel, tengo 16 años, soy de Mar del Plata y hace un año y 10 meses que estoy en la comunidad.
Yo empecé a los 10 años a consumir drogas, cuando falleció mi viejo. Desde ahí empezó un calvario paramí. Mi vieja quedó internada en un psiquiátrico, 6 meses; tengo todos mis hermanos que consumen drogas. Y yo también me creía un delincuente. Yo tenía una causa por robo calificado y portación de armas de guerra creía que era un delincuente. Y no era así. En la comunidad me enseñaron que yo era un enfermo de las drogas. Si hay que terminar esto, hay que terminarlo de raíz. No hay que mandar a un chico a un calabozo, o a un penal, porque nunca se va a recuperar. A mí me enseñaron que era enfermo, que la droga es una enfermedad. Ahora sé que puedo ser uno más en la sociedad, voy a la escuela. Cuando consumía drogas, dejé, iba a 5º grado y no fui más; no pude ir más, no me daba para estudiar. Ahora voy a 8º año, sigo yendo a la escuela fuera de la comunidad. Yo ahora me siento persona, siento que yo mismo puedo ayudar a otra persona. Yo puedo ayudar a otro que consumió. Porque, ¿qué pasa? En la sociedad se dice ex drogadicto. ¿Pero yo no puedo ayudar? ¿Yo no puedo decir lo que pasé? ¿Qué está pasando? En mi poca vida, en el poco tiempo que llevo, tengo 16 años; lo que me di cuenta es que en esta vida nos llevamos todo lo que damos, no lo material; hay mucha gente que por ahí puede tener saco y corbata y no es más persona que yo. Y nadie es más nada. No hay que discriminar a las personas. A mi sólo me discriminaron. Voy a la escuela, participo en los torneos bonaerenses y me descalifican, ¿por qué? ¿porque soy un drogadicto? ¿por qué tengo una causa penal? Por todos soy mal mirado, en el diario salgo como la lacra, un delincuente. Ahora yo quiero demostrar que somos todos personas, porque yo nunca me sentí persona, yo siempre me sentí lo que me enseñó la sociedad, un ladrón, un delincuente, una lacra como sale en todos los diarios todos los días.

Hay que hacer algo. Todos tenemos que hacer algo. Antes se decía que el drogadicto, el que se droga es de baja sociedad, ahora no es así; la droga es la nueva moda. ¿por qué no se fijan? Porque un menor un delincuente va a robar, ¿para qué?, para darle a la madre, no, para comprar droga, como fui yo. Como todos los que estamos en la comunidad, que somos 102 chicos, para consumir droga, no porque tenían ganas de robar. Ahora, yo también, cuando consumía, tuve un enfrentamiento con la policía, tengo intento de homicidio, tengo las peores causas; y ahora me siento persona; y me siento que puedo ayudar. Voy a colegios, doy charlas sobre adicciones, siento que puedo ayudara otras personas. Y no quiero que otras personas y otras familias se destruyan como se destruyó la mía.

FUENTE:Mesa redonda sobre la Ley de Responsabilidad Penal Juvenil, programa “Niños en riesgo”, 14/11/01.


RELATOS DE CASOS DE MALOS TRATOS Y TORTURAS

Modalidades de malos tratos, apremios y torturas

Los testimonios permiten señalar la existencia de golpizas, vejaciones sexuales, ejecuciones fraguadas, entre las modalidades de apremios y torturas de las que son víctimas las personas menores de 18 años en el ámbito de la Provincia de Buenos Aires.

Golpes, amenazas y vejámenes

Gran parte de los relatos se refiere a los golpes propinados de parte del personal policial, los que se infringen tanto durante la aprehensión como durante la permanencia del niño o adolescente en una dependencia policial.

Caso 1
“... Que en el momento de la detención lo golpearon con piñas, hasta que cayó al piso y allí comenzaron a golpearlo. Que le decían que lo iban a matar si no hablaba y lo tirarían al río Reconquista. Que un policía le decía al otro que consiga un revólver 22 para matarlo. Que luego lo tiraron por encima de una reja y lo siguieron golpeando hasta llegar a la camioneta. Que los oficiales le decían que les dé plata y lo largaban.

Que en el momento que lo subieron a la camioneta lo hicieron llamar desde su movicom para que pidiera plata, que el dicente llamó a su hermana.

“... Que dentro de la camioneta, el dicente iba tirado en la caja y un policía del Comando le hizo pis encima. Que luego lo llevaron a la Comisaría de Boulogne, donde le siguieron pegando y le decían que hable.” (Informe elevado a la Subsecretaría del Patronato de Menores de la Suprema Corte de Justicia de la Provincia de Buenos Aires en enero de 2001).

Caso 2

“... Que en un momento determinado cuando el deponente se quedó solo con el oficial de servicio, éste lo quería obligar a que le besara los pies, y como éste se negó lo tiró al piso y le pateó las costillas.” (Relato recopilado por el asesor de menores Carlos Bigalli).

Casos 3 y 4
Entrevistas en Centro de Contención Glew
Un adolescente narra el maltrato en una dependencia policial:
“en Infantería de Zárate me mataron...”
“... me dejaron varios días” (se refiere a la duración de las heridas).
Ante la pregunta del entrevistador acerca de si en alguna dependencia policial le habían pegado, un adolescente relató lo siguiente:

“No me pegaron. ¡Me dieron una paliza!”

Luego continuó dramatizando con el cuerpo la siguiente escena, con la que intentaba reproducir de qué forma fue golpeado: imita a un policía, quien se encuentra de pie, mientras golpea con los puños cerrados a otra persona en el piso (el adolescente); simultáneamente imita la voz del policía: “¿Sos menor? ¡No importa! ¡Tomá! ¡Tomá! Por ser menor te damos igual”.

En todo momento el adolescente imitó al policía enfatizando el ensañamiento de los golpes y el tono de voz. Cada “tomá” era acompañado de un fuerte golpe.(10)

Caso 5
Dos policías llevaron al patio al dicente pegándole con un palo en las costillas [...] lo metieron en la celda y uno de los policías le pegaba en las costillas y demás partes del cuerpo con un palo [...] toda vez que el médico de la comisaría estaba al lado de un policía el dicente no pudo manifestar ningún golpe recibido.” (Relato recopilado por el asesor de menores Carlos Bigalli).

Caso 6
“Que le pegaron con la macana y con las manos, [y] patadas [...] después de la visita entraron cuatro policías y lo golpearon [...] Que el médico no los revisó, sino que los miró del otro lado de la reja, junto a un policía y los llamó de a uno preguntándoles si les habían pegado.” (Relato recopilado por el asesor de menores Carlos Bigalli).

Vejámenes y agresiones sexuales

Caso 7
“Que uno de los policías lo hace parar contra una pared [...] Que este policía se coloca detrás del dicente y simulaba tener relaciones sexuales con el que declara.”

“Que le ponen las manos detrás y lo llevan al baño pegándole. Que lo obligan a arrodillarse. Que los dos policías que lo ayudan al primero a llevarlo [...] se retiran, quedándose solo con el primero de ellos. Que éste se baja los calzoncillos y le decía al dicente cuento hasta tres y abrí la boca’[...]. Que le vuelven a poner las manos detrás entre estos dos [policías] mientras que el que se había bajado sus prendas le acercaba el pene a la cara del dicente. Que como el dicente seguía resistiéndose, uno de los policías le pega una patada en la nuca haciendo que el declarante apoye la boca en el pene del policía.”

“Que a todo esto, se habrían hecho las seis de la mañana, que recibió castigos desde aproximadamente las dos de la mañana, momento en que fue detenido.” (Denuncia realizada en mayo de 2000).

Caso 8
Una madre relata el ataque sexual del que fue víctima su hija:
“Que su hija [...] durante su permanencia en la comisaría sufrió un intento de violación por parte de un policía. Que dicho policía le sacó las zapatillas y comenzó a desvestirse, diciéndole que la violaría. Que finalmente ello no ocurrió porque alguien golpeó la puerta, lo que hizo desistir al policía de su intento. Que [su hija] estaba esposada y desde ese momento permanece descalza.” (Relato recopilado por el asesor de menores Carlos Bigalli).

Ejecuciones simuladas, abuso de armas de fuego, amenazas de muerte

Caso 9
“Que en ocasión de hallarse a bordo de un móvil policial, cuyo personal lo había hecho ingresar allí... Que el policía que lo apuntaba con el arma lo golpea con la misma en ambos lados de su cara, alrededor de cinco veces, e incluso lo golpeó con la culata [...] Que el policía que estaba sentado junto a él le decía ‘quedate tranquilo que no te va a tirar’[...] pero que lo apuntaba y le pegaba, estaba tan nervioso que le salía espuma blanca de la boca, este policía lo vuelve a apuntar pero esta vez hacia el pecho y al ver la intención del mismo, el declarante levantó su pierna izquierda para protegerse y gatilló el arma impactándole el disparo al costado de la pierna [...]. En todo momento estuvo esposado con los brazos hacia atrás.” (Relato recopilado por el asesor de menores Carlos Bigalli).

Caso 10
Relato de una madre acerca de las amenazas a ella y a su hijo por parte de personal policial:
“Que fue agredida por personal policial que efectúa el traslado de su hijo. Que la agresión consistió en constantes insultos y amenazas: ‘que no volvería a ver a su hijo’, que ‘su hijo va a ser boleta, lo va a velar mañana, si es que lo encuentra’. Acto seguido la apuntaron con un arma diciéndole ‘que la boleteaban ahora’.” (Relato recopilado por el asesor de menores Carlos Bigalli).

Caso 11
“Mientras se encontraba solo dentro de una celda, se presentó un [policía], quien comenzó a preguntarle por la causa [...]. Cuando el dicente le comentó que no se había hecho cargo del delito que se le imputaba, el efectivo policial extrajo un arma de puño [...], con claras intenciones de amenazarlo y queriéndolo asustar, cuando de repente sintió un disparo y un fuerte dolor [...] fue en ese momento que el [policía] comenzó a gritar se me escapó el tiro”. (Relato recopilado por el asesor de menores Carlos Bigalli).

Otras modalidades de torturas

Caso 12
“Estando en la seccional [...] le hicieron que los demás presos le peguen, y también le pusieron un arma en la cabeza diciéndole que lo tenían que matar [...] Que también a pedido de los policías le prendieron fuego el pelo con un aerosol de insecticida Raid que el personal policial le dio a los demás detenidos y también le tiraron agua hirviendo en el cuello y en las manos, y en todo el cuerpo en general, pudiéndose advertir a simple vista que el causante tiene secuelas de quemaduras en su pelo.” (Denuncia del primer semestre de 2000).

Caso 13
“Que en el momento de su detención, el dicente recibió en las cercanías de sus pies y en forma intimidatoria, disparos de arma de fuego por parte de personal policial.

Que los disparos de arma no impactaron en él. Que personal policial lo tiró a un zanjón lleno de agua podrida cercano [...] y personal policial le pegó patadas en las costillas.

“Que en un calabozo [...] recibió golpes de puños en ambos oídos, produciéndose la perforación del tímpano derecho. Que estando en el mismo calabozo, también personal policial le quemó, con un cigarrillo, en su pie izquierdo.

“Que en el día de ayer el dicente defecó sangre en tres oportunidades.”

(Informe elevado a la Subsecretaría del Patronato de Menores de la Suprema Corte de Justicia de la Provincia de Buenos Aires en enero de 2001).
FUENTE: Informe realizado por la U.B.A-C.E.L.S. con UNICEF Argentina.


Postura de UNICEF

Ante el debate sobre la baja de la edad imputable, UNICEF recomienda la organización de una justicia especializada, flexible y diversa para juzgar a las personas menores de 18 años.

UNICEF Argentina defendió su posición basada en La Convención sobre los Derechos del Niño y las Reglas de Beijing para la Administración de Justicia de Menores.

La justicia penal adolescente es un sistema de administración de justicia que extiende los derechos y garantías de debido proceso a los adolescentes a quienes se acuse de haber participado en la comisión de una infracción a la ley penal. Esta justicia tiene una finalidad educativa ysancionadora de la pena, lo que en primer lugar, permite la reparación del daño causado en cualquier fase del procedimiento y consecuentemente el archivo de la causa; y en segundo, aconseja la menor restricción de derechos posibles a la hora de imponer la sanción, siendo la privación de la libertad el último recurso y sólo para infracciones muy graves.

La psicología evolutiva entiende que el adolescente infractor es una persona en desarrollo que no ha tenido tiempo para interiorizar las normas que rigen la sociedad en que vive. Esto no significa que sea incapaz de discernir y que resulte irresponsable; sino que por las razones expuestas, la reacción social frente a sus actos delictivos no debe ser de castigo, debiéndoseprocurar su integración social y evitar en todo momento que sea privado de su derecho fundamental a la educación.

El mandato de la justicia penal adolescente es contribuir a que los adolescentes se responsabilicen de sus actos, asegurando siempre su bienestar.

Para conseguir estos fines el juez tiene que tener en cuenta a la hora de imponer la sanción, no sólo la infracción cometida, sino toda una serie de factores psicológicos, familiares y sociales, en base a los que se determinarán las medidas que mejor incidan en su educación, procurando causarle la menor aflicción y restricción de derechos. Esta justicia tiene que articularse de forma que el menor pueda comprender las consecuencias que su conducta ha tenido sobre la víctima, directas o indirectas, ya que sólo así podrá incidirse en la asunción de su responsabilidad y en la promoción de cambios de conducta.

 

Medidas alternativas

Programa Libertad Asistida

Objetivo general
- Brindar una alternativa de tratamiento a jóvenes que se hallan en conflicto con la ley penal.
Objetivos específicos
- Posibilitar que el joven a través de un dispositivo grupal y/o individual pueda revisar su situación de conflicto con la ley penal, promoviendo el uso responsable de su libertad y sus posibilidades sociales.
- Implementar una red que garantice a los adolescentes su incorporación en actividades educativas, de capacitación laboral, socio-culturales, desarrolladas en la comunidad y control de la salud.
- Propender a una actitud de reparación a través de prestación de servicios a la comunidad, trabajo solidario, reparación del daño, que conlleven una toma de conciencia de su responsabilidad como ser social.
Población beneficiaria
Jóvenes en conflicto con la ley penal que cuenten con un adulto responsable y que los jueces de menores deriven al Programa.
Bienes y/o servicios que brinda
Servicio de asistencia técnica profesional, con las siguientes modalidades:
grupal y/o individual, grupal y multifamiliar, inserción comunitaria.
Modalidad de ejecución
Se desarrollan actividades para las diferentes modalidades de prestación, coordinadas por equipos técnicos encargados del abordaje de la problemática y su seguimiento. A su vez, se promueve acciones de capacitación y educación, a fin de consolidar la permanencia del joven en la comunidad y con su grupo de convivencia.
Localización geográfica
El Programa ejecuta sus acciones en todos los distritos de la Provincia.

Institución responsable
Ministerio de Desarrollo Humano. Subsecretaría de Minoridad.
Dirección de Programas Alternativos

Contacto: Calle 116, entre 70 y 71. La Plata (1900). Tel.: 0221 429 3770

 

 

 

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