INTRODUCCION
        La cuenca Salí-Dulce comprende cinco provincias:  Salta, Tucumán, Santiago del Estero, Córdoba y Catamarca. La contaminación de  esta cuenca se debe principalmente a la actividad industrial y a la escasez de  sistemas de tratamiento de los desechos cloacales que son vertidos en el río  Salí de la vecina provincia de Tucumán, lo que genera malos olores, deterioro  del ecosistema, problemas de salud, etc. Las grandes industrias fundamentan su  perfil de producción en criterios economicistas a corto plazo, sin importar el  impacto ambiental y social que generan.
Para abordar esta problemática nos remitimos a la  siguiente frase:
“La concientización debe originarse en los hombres de  ciencia, pero sólo puede transformarse en la acción a través de los dirigentes  políticos.” [1]
A pesar de las numerosas investigaciones que se  llevan a cabo desde hace aproximadamente tres décadas sobre este tema, el  aporte de la comunidad científica no es transferido al sector industrial debido  al incumplimiento de legislaciones específicas que obliguen a las industrias a  implementar estrategias de tratamiento de sus efluentes. 
Una política de ciencia y tecnología debe generar las  condiciones para que el conocimiento se use socialmente. Esto excede a la  ciencia. Para lograr una mejor articulación y permitir que el conocimiento se  traslade a la sociedad, hay que industrializar el conocimiento [2]. 
Según la visión de Khun [3] el paradigma del  “desarrollo industrial y poblacional” está en crisis, lo que indica que se ha  alcanzado un nivel crítico en el que deben plantearse nuevas hipótesis para  lograr una producción limpia y sustentable. En este punto el rol del  investigador científico es indispensable, ya que debe enfocarse en integrar  aspectos ecológicos, económicos, socio-culturales y sistemas de producción  característicos de la región. 
A raíz de las anomalías de este paradigma, la  concientización ambiental de la sociedad de nuestra provincia, por ser la más  afectada, realizó protestas por las cuales el Gobierno Nacional, conjuntamente  con las provincias involucradas, implementó el Plan Nacional de Reconversión  Industrial. El mismo tiene como objetivo dar cumplimiento a las normas vigentes  en materia ambiental en estas provincias, con el propósito de recuperar los  recursos naturales y mejorar la calidad de vida de los habitantes de la Cuenca.  La estrategia está dirigida al sector industrial por ser el de mayor impacto,  siendo su desafío prioritario reducir la contaminación y la generación de  residuos industriales.
Este plan apunta a lograr los resultados esperados  desde un enfoque multiparticipativo. En este punto se podría señalar que  actualmente se está implementando la ciencia que describe Gallopin et al. [4]  ya que se generan comisiones interdisciplinarias para investigar, analizar y  controlar la problemática. De esta manera se establece una relación entre  ciencia y sociedad. Esta promueve mesas de trabajo para la evaluación de los  escenarios y la implementación de soluciones por sector que incluyan la  participación de empresarios, cámaras y asociaciones, consultores y expertos,  instituciones gubernamentales y universidades, entre otros actores interesados. 
La "ciencia de sostenibilidad" según  Gallopin et al., plantea nuevos y profundos desafíos a las formas en que  definimos los problemas. Es cada vez más claro que la búsqueda de un desarrollo  sostenible requiere integrar factores económicos, sociales, culturales,  políticos y ecológicos. Al abordar un tema o problema y su posible evolución,  debemos incluir todos los factores involucrados, tales como el conocimiento  científico sobre la contaminación y aquellos que incorporen valores sociales.  En referencia a lo citado no podemos plantear el cierre de estas fábricas ya  que generaría nuevos inconvenientes sociales tales como la desocupación. “Es  preferible tener una respuesta aproximada para el conjunto del problema/tema,  que una respuesta precisa para un componente aislado” [4].
En este marco, la investigación científica debe  establecer prioridades para desarrollar conocimiento científico, estar  orientada a encontrar posibles soluciones a estos problemas y transferirlos a  las industrias. Para ello el estado debe establecer e incentivar las líneas  prioritarias para la investigación.
Mientras algunos de los inconvenientes ambientales  gozan en la actualidad de soluciones tecnológicas viables, otros todavía no  cuentan con estos beneficios. La posibilidad de afrontar íntegramente las  dificultades derivadas del agotamiento de los recursos naturales no renovables  con los costos asociados al tratamiento de residuos y el cumplimiento de la  legislación vigente, definirán la viabilidad de una empresa.
La contribución del mundo académico e industrial es  fundamental para lograr la una producción limpia y sostenible. Para que esta  colaboración sea exitosa es necesario una gran flexibilidad, ya que deben  trabajar de manera conjunta personas que provienen de estructuras cuyos  objetivos tradicionalmente fueron diferentes. Corresponde a los gobiernos generar  los mecanismos que permitan facilitar esta interacción a través de la  promulgación de legislaciones adecuadas.
La generación y transferencia de conocimiento deben  ser llevados de la mano, en el cual debe surgir un compromiso por parte de  investigadores, ambientalistas e industriales de participar en forma activa en  la validación tecnológica a través de la experimentación. El sector industrial  debe adquirir un mayor compromiso y generar productos preservando el ecosistema  y calidad de vida de la población. El compromiso gubernamental sería hacer un  control igualitario, es decir no solo a las industrias que están en blanco. En  tal sentido un sistema injusto es el que conduce los mayores fracasos. Asimismo  acompañar a la industria en el camino de desarrollo sostenible a través de  incentivos y no quedarse sólo en el recurso de inspección - multa/descargo que  en general no lleva a una solución de fondo, mas allá de la existencia de una  legislación en mayor o menor medida adecuada. Es importante reconocer que si bien  la tecnología es clave (por ejemplo en instancias correctoras), medidas de  minimización y prevención surgen como una forma diferente de entender el  sistema productivo dentro del desarrollo sostenible.
El cumplimiento del nuevo paradigma de producción  sustentable es probable en la medida en que la concientización ambiental de la  sociedad promueva un giro sustancial en el modelo económico imperante. La  economía ecológica sostiene que el agotamiento de los recursos naturales es  irreversible y que la sustitución tecnológica solo puede compensar en parte la  pérdida de capacidad del planeta para sostener la supervivencia y desarrollo de  las sociedades futuras [5].
Los seres humanos constituyen el centro de las  preocupaciones relacionadas con el desarrollo sustentable. Tienen derecho a una  vida saludable y productiva en armonía con la naturaleza. Sobre esta premisa  nos posicionamos para afirmar que las medidas correctoras no pueden utilizarse  como un permiso encubierto para dañar el ambiente. Siempre es preferible evitar  el impacto que corregirlo. No obstante, el daño puede ocurrir y, por lo tanto,  todo proyecto debe incluir la consideración de contingencias relacionadas con  el medio ambiente.
        REFERENCIAS
          [1] Perón, 1972.
          [2] Kreimer, 2008.
          [3] Kuhn,1982.
          [4] Gallopin et al., 2000.
        [5] Requesens, 2006.
        BIBLIOGRAFIA
        PERÓN, Juan Domingo. Mensaje Ambiental a los Pueblos  y Gobiernos del Mundo. Madrid: s/d, 1972.
          KREIMER Pablo. “Hay que industrializar el  conocimiento”. Entrevista realizada en puntogov.com,  agosto de 2008.
          KUHN, Thomas. La estructura de las revoluciones  científicas. México: F.C.E., 1982.
          GALLOPIN, Gilberto et al. “Ciencia para el siglo  XXI: del contrato social al núcleo cientfífico”. International Journal of  social science (vol. 168), 2000.
          REQUENSENS, Eduardo. “El desarrollo de las ciencias  agropecuarias bajo el modelo de Thomas Kuhn”. Revista Argentina de Humanidades  y ciencias Sociales (Vol. 4, Nº 1), 2006.